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EC Comics y la sangre derramada

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Vault of Horror Nº 35: “And all through the house”

Hubo una época, terminada la Segunda Guerra Mundial, en que la historieta norteamericana de superhéroes perdió su carga panfletaria y bochinchera. Los patriotas disfrazados dejaron de sintonizar con el lector promedio (ya no había nada por qué luchar) y el ciudadano apolítico hijo del “american way of life” apareció para barrer cualquier rastro de pólvora.

Fue entonces cuando el superhéroe descendió del trono editorial y pasó a ser una raza débil, casi extinta: el meteorito de la paz había arrasado con aquella estirpe de enmascarados hasta casi anularla por completo. No obstante, aquel no fue el fin de la historieta. Por el contrario, fue gracias a dicha reinvención obligada que los sellos más astutos descubrieron en el asesinato y la brujería un inagotable –y rentable– espacio para la creatividad, dando inicio a una era pródiga en sangre y cadáveres: la época del terror.

Cuando Max Gaines fundó Educational Comics en 1944, jamás imaginó que el período más exitoso de su sello llegaría después de su muerte y gracias a su hijo William “Bill” Gaines. Este (un recién llegado del ejército y total advenedizo en el mundo editorial) luego de heredar el negocio paterno en 1947 conservó de Educational Comics solo las iniciales, y reinventó el sello transformándolo en EC Comics (Entertaining Comics): un verdadero panteón de monstruos, criminales y aparecidos, del cual nacerían los tres títulos más emblemáticos de la época: The Vault of Horror, The Haunt of Fear y Tales from the Crypt.

Tales from the Crypt Nº 20: “Impending room”

Partiendo muchas veces de guiones del propio Gaines e ilustrados por sus co-editores Harvey Kurtzman y Al Feldstein (entre otros maestros del género), los títulos de la que luego sería denominada “la editorial más amoral de América” ofrecieron al lector de a pie emociones y sensaciones impensables para la entonces exangüe historieta de superhéroes. Contrario a lo señalado en la campaña de desprestigio organizada en su contra algunos años después, lo cierto es que aquel fue su único exceso.

Así, si bien las páginas de sus publicaciones abundaban en detalles incómodos, ninguna de ellas escapó jamás a los preceptos del “hombre de familia”: cada vez, el destino vengaba a los humillados, los villanos perecían y hasta los resucitados tenían metas que no escapaban a las buenas intenciones. Es decir, el mismo sermón, pero teñido de rojo.

Historias con títulos tan enfáticos como “La fruta prohibida” (Haunt of Fear Nº 09), “Sangre tipo V” (Tales from the Crypt Nº 22) y “Los muertos regresarán” (Vault of Horror Nº 13) perdían poco a poco su carácter terrible, a medida que el lector culto se iba adentrando en aquella caverna y sus ojos se iban acostumbrando a la poca luz. Y es que, una vez abierto cualquiera de los títulos de EC Comics, la moral cobraba formas macabras y variopintas, pero mantenía en cualquier caso su esencia última.

Haunt of Fear Nº 21: “An off-color heir”

El apogeo de EC Comics y sus vehículos del espanto terminó infaustamente a mediados de la década del 50, cuando William Gaines fue llamado a declarar ante el Subcomité de Delincuencia Juvenil del Senado de los Estados Unidos, ocasión en que intentó justificar los intensos contenidos de sus publicaciones: “mis únicos límites son los del buen gusto, o lo que yo considero buen gusto.” Con esta frase, Gaines terminó de tallar su lápida ante los moralistas, dejando en claro al mismo tiempo que la historieta, a la par que un producto, es un medio de libre expresión. El avezado editor se transformó así en uno de los primeros adalides de una historieta distinta, agitadora, perseguida. Algunas preguntas quedan en el aire ¿Hemos sabido administrar su legado? ¿Qué queda realmente del período de hegemonía de EC Comics?

Si bien la historieta de horror contemporánea ha tomado rumbos distintos (hoy en día, la ironía de esas primeras historias es casi imposible de encontrar), aún existe una gran cantidad de nostálgicos de aquella época dorada. Y es que, para aquellos que nos deleitamos secretamente con la sutil elegancia de lo grotesco, las breves historias de EC Comics jamás dejarán de ser verdaderas ventanas a una realidad sui generis, en donde el placer se mezcla con el crimen, la sordidez y el humor negro, y en donde nosotros mismos nos sorprendemos sonriendo con sadismo ante los estragos sanguinolentos de una justicia poética aplicada con mano dura y sin miramientos. El monstruo vive en casa.

 

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