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DOS PELÍCULAS PERUANAS HONORABLES (Y HASTA TRES)

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Se inició en París el muy pequeñito festival de cine peruano, el cual se prolongará hasta el 14 de abril en la sala Saint-André-des-Arts, en pleno centro de la llamada «ciudad luz». Se inaugura el evento con «El mudo», segundo film de los hermanos Vega, que está bien pero no es nada de otro mundo y, lamentablemente, a mi parecer, inferior al primero que realizaron: «Octubre». Algunas de las películas que se proyectarán a lo largo de la semana ya las vi, sea en Lima, sea en algún otro evento.

Es el caso de dos que, con un criterio más riguroso en la selección, no deberían estar en ningún festival: en ficción «Viaje a Tombuctú», película muy mala en todos los sentidos posibles (guión, actuaciones, punto de vista, etc.) y en documental «Desde el lado del corazón», que pretende ser una visión de la izquierda peruana de los años setenta pero es en realidad una lamentable puesta en escena de una «izquierda en el país de las maravillas», tal es su total carencia de mirada crítica. Yo, que he conocido esa izquierda desde dentro, puedo decir que ésta no tenía nada que ver con con la imagen de solidaridad, prístinos ideales comunes y franca y amable camaradería que se desprende del documental de Francisco Adrianzén.

Mucho mejor realizado y de mayor calidad general es el documental de Javier Corcuera «Sigue siendo» que, por cosas del azar, vi el mismo día que el anterior en la sala de Centro Cultural de la Católica
Pero, bueno, dejemos eso y pasemos a cosas más positivas. Entre las películas que se presentan en el festival y que yo ya tuve la oportunidad de ver, están «El Evangelio de la carne» de Eduardo Mendoza, que he visto en París hace exactamente una semana, y»NN», de Héctor Gálvez. Ambas, sin ser nada de otro mundo, poseen un nivel medio de «corrección» cinematográfica. Tienen buenas actuaciones (lo cual para el cine peruano ya es un logro), salvo en lo que corresponde a las barras de hinchas del fúrtbol en la película de Mendoza; el guión de ellas es medianamente eficaz aunque transita por caminos ya ampliamente pisoteados, de tal manera que a quien ha visto algo de cine en su vida le parece que esas películas ya las vio antes. Carecen, pues, para decirlo en pocas palabras de una visión propia, con alguna originalidad, con algún riesgo, y por eso mismo terminan siendo algo así como ejercicios de corrección cinematográfica: filmes honorables y no mamarrachos, lo cual ya es algo en medio de la muy pobre producción cinematográfica peruana. En esta misma línea se puede situar «Perro guardián», que vi en Lima este verano. Película que sorprende sobre todo por la buena actuación de un comediante que daba pena y hasta vvergüenza ajena en medio de ese bodrio monumental que es «Asu mare».

Mientras en una salita parisina tiene lugar la 8° edición del festival de cine peruano en otra sala mucho más grande, L’Arlequin, y durante la misma semana, se podrá asistir a la 17° edición del festival de cine brasileño de París. Me pregunto yo: ¿era demasiado difícil coordinar para que ambos no ocurran en las mismas fechas?

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