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DOS GRANDES DECEPCIONES

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Ya conté en un post anterior que cuando estoy en el Perú solo leo literatura peruana. Igualmente, en las librerías mi aprovisiono casi exclusivamente en libros peruanos o editados en el Perú. Así, pues, en mi último viaje adquirí, entre otros libros,»Vallejo en los infiernos» de Eduardo González Viaña y «Marginalia» de Carlos Yushimito, dos libros muy diferentes uno con el otro y de autores de generaciones, formaciones y universos literarios absolutamente distantes.

Debo decir que la novela de González Viaña sobre Vallejo antes de su viaje a Europa y las razones y consecuencias de su encarcelamiento en Trujillo, quería leerla hace tiempo, pero siempre me fue imposible encontrarla en cualquier tipo de librería.

Me intrigaba ese libro y me interesaba conocer la información nueva que decía poseer el autor sobre Vallejo en esos años. Poco antes de regresar a París pude satisfacer mi deseo y comprar «Vallejo en los infiernos». Y fue ésta mi primera lectura recién desembarcado yo de nuevo en Francia. Qué decepción, siento decirlo.

González Viaña se pierde en estampas costumbristas, se deja ganar por su afición por la magia, los hechiceros, los curanderos y a veces por su necesidad de reafirmar el compromiso político del poeta. El resultado es una novela pesada, no por la calidad de la narración sino porque se pierde en el camino. Con la información que tenía el autor hubiera podido hacer una novela compacta, sin palabrería, seca, algo así como el «Ravel» de Jean Echenoz, una pequeña obra maestra.

«Marginalia» lo compré una tarde en la librería El Virrey de Miraflores. Me impresionó de entrada la belleza de la edición y luego me intrigó el contenido, ya que no se trataba de una obra narrativa sino en un conjunto de fragmentos en los que el autor se acerca a temas muy diversos. Me dio la impresión de que era algo similar a las «Prosas apátridas» de Ribeyro, libro que aprecio muchísimo.

Yo había leído antes «Las islas», libro de cuentos de Yushimito, muy «bien» escrito, muy pulcro, una buena tarea de un alumno inteligente y aprovechado de una respetable universidad privada. En San Marcos, un día que fui para participar en el taller de narrativa, encontré a un joven que estaba en plena redacción de su tesis doctoral en literatura y no sé cómo hablamos de Yushimito.

Coincidimos en considerar que «Las islas» es un libro vacío, sin carne, sin alma. Un libro de alguien con buena formación universitaria pero que no tiene mucho que decir no puede asumir tampoco que la buena literatura es fuego. Pues cuando leí «Marginalia» me ocurrió algo parecido y muy pronto perdí el entusiasmo inicial.

En los fragmentos de este libro una vez más tenemos a un Yushimito sin sangre, sudor ni lágrimas, que nunca va al fondo de las cosas, allí donde duele, angustia, preocupa o se sueña. De todo el libro solo rescato yo el fragmento 44 subtitulado «Autobiografía». Si Yushimito avanzara por ese camino, creo yo que podría escribir una literatura valiosa, pero hasta ahora no es el caso.

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