Gracias a mi amigo y editor, José Córdova, pude leer hace algunos meses el primer borrador de este libro de cuentos que inicialmente se tituló Café con coñac, y quedé gratamente sorprendido.
DOS
Al releer estas historias, que ahora han sido publicadas por La Travesía Editora bajo el título Donde la luz duerme, tuve que hacerlo con música de fondo: Erik Satie. Me parece que este libro no pudo ser escrito sin la “banda sonora” de un melómano exquisito. Y este lector, que acaba de descubrir a este compositor y pianista francés, se lo agradece.
TRES
En los cuentos de Carlos Cornejo-Roselló los personajes muestran una perentoria fascinación por el arte (la pintura, la música, el cine y la literatura): poetas ganados por la narrativa, pianistas enfermos, cantantes fallidos, cineastas escindidos entre la realidad y la ficción que mienten —o niegan la realidad, inventan una alternativa, cada cual a su manera y de acuerdo a su dimensión humana— para sobrevivir. Al terminar de leer este conjunto de historias uno se siente parte de ese séquito de individuos plagados de renuncias, sueños rotos, ensoñaciones, promesas cumplidas a destiempo y sinsabores cotidianos que ratifican que el estigma de todo destino individual o colectivo es la incertidumbre; sin embargo ésta se acentúa si tenemos (o creemos tener) cierto talento artístico —la capacidad de tocar a Dios o de hacerlo a un lado, según convenga—, pues, cuando creamos, no sabemos nunca a dónde vamos… ni mucho menos a dónde llegaremos. Prueba de ello es el cuento «La película» que, sin duda, nos permitirá aproximarnos a la arcilla con la que este alfarero (quizá el más singular de los nuevos narradores del sur peruano) fabrica sus mentiras.