Anoche el gran ganador del Súper martes ha sido sin duda Donald Trump. Trump con todo lo jalado de los cabellos que nos parece representa la rebelión contra el establishment en esto en un momento de profunda angustia para la clase media americana que todavía padece los golpes sísmicos del terremoto financiero del 2008.
Obama que debió unir el país solo lo ha polarizado con su débil administración. Por otro lado las tensiones raciales se acrecientan. Se estima que en 2050 Los blancos anglosajones ya no serán mayoría en Estados Unidos. Sumado a una economía erosionada las tensiones se van acumulando entre la población que se va cada vez más radicalizando.
Trump es la expresión última de ese malestar. Parece raro, casi un sueño de Ayn Rand, pero hay una revolución política que al parecer la va a liderar un multimillonario hijo de un multimillonario y miembro de la elite corporativa de la Costa Este. Una revuelta contra el establishment desde dentro. Porque estas elecciones son una declaración de intenciones.
Durante las primarias el discurso anti establishment ha cundido en ambos partidos. Ted Cruz entre los republicanos ha insistido en su ataque al cartel de Washington, y Bernie Sanders por los demócratas ha apuntado sus disparos hacia los lobistas de Wall Street. Pero el mayor detractor del establishment es Trump. Eso explica porque venció arrolladoramente en el Súper Martes.
Para esto hay que entender que el establishmente es un entramado de relaciones oficiales y sociales que detentan el poder. Es el aparato federal, Washington, los partidos políticos y también Wall Street y los grandes Medios de Comunicación. Contra todo eso, el sistema, es que los ciudadanos americanos se están revelando a través del voto.
Los pre candidatos que representan al establishment como Jeb Bush (que ya se retiró de la contienda) o Marco Rubio han sido rápidamente vencidos por Trump. Solo queda un adalid del establishment y es Hillary Clinton, miembro de un clan presidencial que representa todos los valores del actual Régimen. De ganar Trump la nominación republicana en junio y vencer a Hillary Clinton en Noviembre sería el mayor Cambio Social de la Historia Occidental desde la caída de la URSS en 1991. Y es que USA ya no sería políticamente la misma.
Trump tiene serias posibilidades de ganar. Podría recoger el voto de parte de los demócratas descontentos (Trump fue demócrata en los noventas). Con su retórica de ataques sin modales ni piedad, Trump se dibuja como el Hugo Chávez Yankee. Tiene 6 millones de seguidores en twitter que sirven voluntariamente como un aparato de acoso en redes sociales contra sus oponentes. Es el candidato que más cobertura en medios tiene, especialmente en redes sociales. Trump es un producto de las redes. Es el candidato troll que ha ampliado enormemente las bases del partido republicano (como señaló el diario El País esta semana).
Pensar en Trump como presidente comienza a ya no ser descabellado. Lo que comenzó como una broma se ha vuelto algo muy serio.
Su retórica ultraderechista en inmigración y casi izquierdista respecto al comercio internacional o el poder de las farmacéuticas (los TLC no son su prioridad y hasta podrían ser cuestionados en un probable gobierno suyo) son su firma. Apela a una economía de tipo nacionalista proteccionista además de ajena a toda aventura militar en el extranjero (Estados Unidos ya no será el gendarme del mundo). Trump ya se ha manifestado abiertamente contra el TPP y no es amigo de los TLC.
Trump es la hipérbole visceralizada del partido republicano. Comenzó como un anti Obama y termina siendo la bandera contra el Establishment. En términos económicos podríamos decir que América demanda el cambio, y Trump parece ser el único que lo ofrece.