Bien dicen que cuando nos llevamos un alimento a la boca también estamos ingiriendo algo de los aditivos, pesticidas y microplásticos que frecuentemente van acompañados en las comidas, sea ese tomate, el pollo, o los tubérculos que ponemos en nuestra mesa. Pero la dieta de Marcelino Abad Tolentino, mejor conocido como ‘Mashico’ es ajena a todos esos elementos químicos que ahora se han hecho costumbre en la producción masiva.
Puede que su alimentación sana, sumada a un ambiente limpio de polusión y la actividad física le hayan permitido llevar una vida en armonía con la naturaleza, la cual le viene regalando 125 larguísimos años. Ya muchos darían todo el dinero del mundo por vivir un año, un mes, una semana o solamente un día, ajenos a las enfermedades o los dolores típicos del paso del tiempo, sin embargo, han preferido la modernidad a una vida balanceada con la ‘Madre naturaleza’.
Don ‘Mashico’ no sabe lo que es un cigarro, o una botella del más exclusivo whisky, o sentarse en los más opulentos restaurantes con la calificación michellin, pagando miles de soles para que le den un plato con burbujas y servido por cinco personas. Él solo come lo que produce de su huerto, lo que recoge de su palto o las plantas medicinales que ha sabido reconocer a lo largo de las décadas. ¿El resultado? Mientras miles esperan meses o años para una mesa en un restaurante que ofrece “insumos de altísima calidad”, elaborado por los mejores cocineros del mundo, al centenario anciano solo le bastó cosechar y sembrar para tener una vida más prolongada.
fuente: latina noticias.
Nacido un 5 de abril de 1900, Marcelino Abad, natural de las profundidades de Huánuco, ha visto a presidentes y reyes morir, a pedantes ministros y déspotas dictadores sucumbir ante el levantamiento de las masas, países desaparecer por intereses comerciales o políticos, megaestrellas del cine o el deporte perecer a corta edad víctimas de una vida desbocada u frenética, altivos generales irse de este mundo con sus botas puestas, reinas de belleza corroborar año a año frente a un espejo que solo su corona permanece inmutable.
Con sus 130 centimetros de altura, ‘Mashico’ es el vivo ejemplo de que todo lo podemos conseguir en la naturaleza si la sabemos preservar y respetar, alimentandonos con solo lo necesario y llevando una vida de arduo trabajo en el campo y reconfortante descanso al aire libre.