El Ministerio de Cultura siempre ha sido una cartera para introducir a ministros que se han dedicado a todo, menos a resolver los temas culturales, como la defensa del patrimonio cultural material e inmaterial, el impulso de las industrias culturales y el desarrollo de la interculturalidad.
Y el gobierno de Pedro Castillo no fue la excepción, porque en sus cortos 16 meses de gestión pasaron 5 ministros que nada hicieron por el sector cultural.
El primero fue Ciro GálvezHerrera (del partido RUNA). Este ministro inauguró el gobierno del lápiz desde el 29 de julio, hasta el 6 de octubre de 2021. Y habría que reconocer que durante su breve gestión dio un duro golpe a la estructura del grupito literario que estuvo enquistado por más de una década en el Ministerio de Cultura, porque corrigió la lista de escritores invitados a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara que elaboró el exministro Alejandro Neyra, donde se priorizaba a la argolla limeña, y la cambió por una lista más inclusiva, con escritores de todas partes del Perú.
La segunda ministra de Cultura fue la activista Gisela Ortiz Perea, que despachó desde el 6 de octubre hasta el 1 de febrero de 2022. Y uno de sus objetivos primordiales fue declarar el Monumento El Ojo que Llora como Patrimonio Cultural de la Nación. Esta declaración causó la protesta de la sociedad civil que en su mayoría ve a este monumento como un símbolo proterrorista; por eso cabe resaltar que dicha escultura es de propiedad de la ONG a la que pertenece la exministra Gisela Ortiz.
El tercer ministro de Cultura fue Alejandro Salas Zegarra (de Somos Perú). Este señor que se dedicó desde el principio a ser vocero y escudero de Pedro Castillo, en lugar de gestionar la cultura, le echó la culpa, a las lluvias por el derrumbe de una parte de la fortaleza de Kuélap ocurrido el 10 de abril de este año y por eso fue promovido, ya que su gestión en el Mincul fue la más larga, porque duró 6 meses; es decir, desde el 1 de febrero, al 5 de agosto del presente año.
Luego vino la ministra de Cultura favorita de Pedro Castillo. Nos referimos a Betssy ChávezChino (de Perú Libre), y a pesar de haber sido censurada como ministra de Trabajo, por el Congreso de la República, también fue premiada por el expresidente Castillo y por eso la cartera de Cultura siguió quedándose en orfandad gracias al desconocimiento de la abogada tacneña. Chávez Chino solo duró 3 meses y medio en Cultura; desde el 5 de agosto, al 25 de noviembre de este año.
La quinta y última ministra de Cultura del régimen de Castillo, fue Silvana Robles Araujo, una dentista graduada en la universidad Alas Peruanas en el año 2017. Esta congresista de Perú Libre, que durante su vida profesional solo ejerció como odontóloga y que tiene “cero” experiencia en gestión cultural, apenas duró 13 días en el cargo (desde el 25 de noviembre, al 7 de diciembre de 2022), porque Castillo Terrones fue vacado la primera semana de diciembre.
Luego de defenestrar del gobierno a Castillo Terrones, inmediatamente asumió la jefatura de Estado, Dina Boluarte y el portafolio de Cultura siguió quedando a la deriva, porque su primer ministro de Cultura Jair Pérez Brañez, que también fue director de la Dirección General de Industrias Culturales del Mincul, solo fue un esbozo, porque apenas despachó 7 días, debido a su renuncia por las muertes en las protestas al interior del país.
Al parecer, los asesores de Dina Boluarte“le vendieron gato por liebre”, porque como desconoce el sector cultural aceptó una abominable recomendación y por ello el 21 de diciembre terminó designando a Leslie Urteaga Peña como ministra de Cultura. Esta funcionaria tiene graves informes de Contraloría por su gestión anterior en el MINCUL, y a pesar de haber negado conocer a Richard Swing, Lima Gris publicó un video donde aparece bailando con él en el auditorio del Ministerio de Cultura. Eso sin mencionar que actualmente, entre sus principales funcionarios el ministerio de Cultura tiene como secretario técnico a Luis Elías Lumbreras, (hijo del connotado arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras); a pesar de contar con graves denuncias por colusión ilegal, malversación de fondos públicos, corrupción y colusión con defraudación patrimonial.
Sin duda, el ministerio de Cultura también es la niña huérfana para la presidenta Dina Boluarte y no solo porque sus 2 ministros no den la talla; sino, porque ella en ninguno de sus mensajes a la nación y mucho menos en su intervención en la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, ha tocado el tema cultural, aunque afirmó que al juramentar a sus ministras bajo el compromiso de luchar contra la corrupción, no será un saludo a la bandera… ¿Pero quién le cree presidenta Boluarte, si usted acaba de designar a una ministra de Cultura como Leslie Urteaga?