Opinión

Dina Boluarte es la versión femenina de Pedro Castillo

Lee la columna de Percy Vílchez Salvatierra

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De los viajes de Dina Boluarte hay tanto que decir como de su guardarropa nuevo o la ínfima calidad de su gestión al mando de la Presidencia del Perú. Todo ello estriba entre la nada y la más franca y fundamentada diatriba. Pero, ahora, no bastándole con el descrédito habitual que su sola persona genera de modo inmediato, ha sumado otro peldaño a la espiral de degradación que corresponde a su estancia en Palacio de Gobierno.

Me refiero, claro, a la “agarradita” de manos que han protagonizado  los presidentes de Perú y EEUU el viernes pasado en Washington en el marco de la reunión de representantes de la Alianza para la Prosperidad Económica (Apep).

Todo lo que esta mal en dicha imagen es todo lo que no se comenta.

En principio, es imposible creer que Angela Merkel, Margaret Thatcher, Golda Meier, Rosa Luxemburgo o cualquier otra política importante del último siglo establecerían un contacto carnal tan íntimo en público.

Dicho acto es un exceso de confianza, un arrebato campechano insolente y lo peor es que no tiene sentido que una mandataria use dinero público y la representación de un país entero no solo para no reunirse con su homólogo funcional (de acuerdo al protocolo que es tan importante en este ámbito de circunstancias pues su cumplimiento demuestra el respeto por el país que se recibe) sino para aceptar que no se le reciba (habiendo, presumiblemente, no realizado una coordinación de alto nivel) y para ser atendida en una escalera cualquiera como si fuera una visitante cualquiera (que lo es por su propio peso, mas de ningún modo respecto de la investidura de la que goza).

Conductas patéticas como esta que comentamos exudan una abismal deficiencia de conocimientos, (realmente una ignorancia calamitosa), y solo hacen quedar pésimo al Perú.

La Cancillería, por otro lado, ante esta circunstancia ha obrado uno de los mayores bochornos de su historia al intentar cubrir la estulticia e inepcia de una mandataria sin ninguna categoría al afirmar que Boluarte, no se reunió con Biden durante su infructuosa visita a Estados Unidos «porque no alcanzó el tiempo, a pesar de que la Casa Blanca confirmó la cita en dos oportunidades” ; leer esa burrada improvisada debe hacer que Raúl Porras Barrenechea o Javier Pérez de Cuellar se revuelquen en sus tumbas de puros indignados ante esta caterva de Plateros sin encanto ni poesía alguna.

Realmente, en ningún momento, constó la reunión a la que aluden en la agenda de la Casa Blanca. Papelón tras papelón. El Perú tiene no solo a una gobernante inepta que ni siquiera sabe cubrir las apariencias, sino que, además, ni siquiera tiene el tino de hacer preservar las formas mínimas para no avergonzar más al país entero en el extranjero.

Debería prohibírsele salir a ninguna parte por el bien de todos los peruanos, pues cada salida suya al extranjero solo sirve para denigrar aun más la imagen del país ante el resto del mundo.

Castillo fue un desastre y una marea perenne de vergüenza imparable a tal punto que cada día que pasaba cuando era Presidente de la República redujo a la investidura presidencial al escarnio absoluto. Pero, todo siempre puede ser peor y Boluarte así lo demuestra día tras día.

A estas alturas, ya podemos decir que Dina Boluarte es la versión femenina de Pedro Castillo.

Si Castillo fue un huaico de vergüenza e ignominia, Boluarte es un real tsunami de lo mismo.

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