Opinión

Dina Boluarte debe renunciar y convocar a nuevas elecciones   

Su descredito empezó desde que la izquierda la llamó: ¡traidora! Sin embargo, su traición, la emprendió contra el pueblo, porque primero dijo que se iría de Palacio y convocaría a elecciones generales, pero finalmente se perpetuó en el poder hasta 2026, junto al Congreso, mientras que en las calles exclamaban: ¡Que se vayan todos! Ya es hora que Dina Boluarte dé un paso al costado, porque el país ya no requiere de más desgobierno.

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Sin duda, para algunos mortales, la vida cambia radicalmente de un día para otro. Y para la mandataria Dina Boluarte no fue diferente. Esta señora que primero postuló sin éxito a la alcaldía de Surquillo, en 2018, con el partido de Vladimir Cerrón cuando aún se llamaba Perú Libertario, y que posteriormente, tentó una curul en 2020, sin poder ser electa, no tuvo más remedio que retornar a su puesto de jefa de una oficina de RENIEC; sin embargo, hoy ella goza de la primera magistratura del Perú y hace lo que quiere… o, mejor dicho, aún no sabe qué hacer con el país, que cada vez más, va perdiendo el rumbo.

La señora Boluarte y compañía, fue electa primera vicepresidenta en las elecciones presidenciales de Perú de 2021, acompañando la lista del iletrado Pedro Castillo,​ y ocupó el cargo desde el 28 de julio de 2021, hasta el 7 de diciembre de 2022; tras la pateadura del tablero que emprendió el chotano, cuando decidió anunciar un inconsumado golpe de Estado. Eso sin contar, que Boluarte se aprovechó para ser ministra de Desarrollo e Inclusión Social del Perú,​ entre julio de 2021 y noviembre de 2022.

Si el comunista Jorge Salas Arenas, hubiera cumplido cabalmente con su rol de magistrado coherente en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), quizá hoy no tendríamos que criticar el indeseable mandato de la apurimeña; y aunque le impidieron postular al Congreso, finalmente, fue habilitada para postular como parte de la plancha presidencial de Perú Libre.

Hoy, el resto es historia… viajes pomposos, vestidos de diseñador y tratamientos no invasivos para rejuvenecer su rostro; aunque la parte retórica, la descuidó, y no se tomó el menester de contratar al menos un profesor de comunicación política, pero al menos sabe leer con pausas en los mensajes a la nación.

Todas esas falencias son de forma; sin embargo, hay graves carencias de fondo, que empiezan desde el plano moral, y en especial, en el plano de la capacidad y competitividad. No basta saber de gestión pública; digamos que, a través del sentido común y la sensatez, se puede pretender poner la primera piedra para un cambio positivo en el rumbo del país, ¿Y cómo? Rodeándose de técnicos y expertos, que además tengan el valor de la honestidad; hoy sabemos que no fue así.

Dina Boluarte traicionó y mintió al pueblo peruano

Su descredito empezó desde que el ala radical de la izquierda la llamó: ¡traidora! Y por más que esa sindicación en su momento provocó riñas y peleas entre zurdos y conservadores, lo cierto es que sí. Dina Boluarte es una real traidora. Primero lo fue con el partido que la llevó a Palacio, cuando afirmó que “nunca abrazó la ideología del Perú Libre” y ante ello, el secretario general del partido, Vladimir Cerrón, la expulsó y publicó un tuit: “Siempre leales; traidores nunca”.

Dina Boluarte enfrentada con Perú Libre.

Y posteriormente traicionó a Pedro Castillo, porque cuando era vicepresidenta le preguntaron muchas veces, que, si el presidente llegara a ser vacado, ¿ella renunciaría a la sucesión? Y su respuesta siempre fue enfática y positiva… ¡yo también renunciaré! 

Ante el escozor de los fanáticos de izquierda, colegimos que Dina Boluarte sí es traidora; más no, usurpadora. Ella asumió el sillón presidencial licita y legítimamente, ciñéndose al mandato constitucional; más allá, de que no haya sido santo de nuestra devoción y que no tuviera ni idea de cómo gobernar. Sin embargo, su traición, la extendió hasta el Perú entero, y la emprendió contra el pueblo, porque primero aseguró que se iría de Palacio porque convocaría a elecciones generales, y de pronto cambió de opinión, y en contubernio con el Congreso de la República, finalmente decidieron perpetuarse en ambos Poderes del Estado, hasta 2026; dándole la espalda al sentir de la opinión pública, y que incluso en las encuestas reflejaban una desaprobación de ambos poderes, mientras exclamaban: ¡Que se vayan todos!   

Errores no; despropósitos sí de la presidente Dina Boluarte

¿Desde cuándo Perú anda a la deriva? Empezó con el proyecto de Pedro Castillo, pero por más que pretendamos responsabilizar al chotano como autor primigenio de esta barbarie política y económica, él ya no existe en la escena institucional política y ya empezó a descomponerse como cadáver político.

En tanto, la responsabilidad para Boluarte Zegarra empezó desde el 7 de diciembre de 2022, y es ella, quien tiene que rendir cuentas a todos los administrados, porque es la que hoy ostenta la investidura. Sin embargo, siempre rehúye a las preguntas incomodas de la prensa, como cuando se negó a responder por las decenas de muertes durante las marchas violentistas y al final le echó la culpa al Ejército peruano: “Yo comando las FF.AA. pero no mando”. 

Eso sin contar la tremenda recesión económica, que cuyo PBI retrocedió en 0.63%, acumulando un cierre de fin de año en negativo, algo nunca visto desde hace 33 años. 

¿Y cuándo cesarán los excesos en los ministerios de este gobierno?, en especial, en las carteras de Cultura, Transportes, Vivienda, Educación y la Mujer. Y con respecto a la PCM, total desfachatez e impunidad; mientras que el calentón premier Otárola, favorece ilegalmente, a sus amiguitas personales con plata del Estado, la señora Boluarte mira para otro lado, y lo baña de inmunidad. Así como a su asesor tras las sombras, su hermano mayor Nicanor, que se mueve con los “prefectos” para impulsar su nuevo partido político Ciudadanos por el Perú. 

Así es la presidente viajera que gastó más de un millón S/330 mil en viajes en solo cuatro itinerarios. En realidad, solo fue a pasear al APEC, con toda su excesiva comitiva; mientras su “Plan Boluarte” fue todo un fracaso, con declaraciones de emergencias inefectivas y que encima alertaron a los criminales. Todos los días, ellos continúan extorsionando y matando a nuestros compatriotas. Y en el colmo de la indolencia, el gobierno emitió un Decreto Legislativo para el deshacinamiento de las cárceles, para sacar a los delincuentes de las cárceles y retornarlos a las calles.

Mandataria Dina Boluarte solo fue a pasear a APEC.

Poder Ejecutivo vs Fiscalía de la Nación

Justamente, antes de llegar a fin de año, la escena política nuevamente se encuentra convulsionada tras el destape de la existencia de una presunta organización criminal de carácter vertical en el Ministerio Público y que sería liderada por su titular, Patricia Benavides. Esta noticia ha vuelto a enfrentar a facciones de izquierda y derecha.

Por un lado, los huestes caviares en sintonía con grupos de izquierda radical piden la cabeza de la fiscal Benavides; y por el otro, radicales de ultraderecha, defienden su permanencia en el cargo, para lograr que los actuales miembros de Junta Nacional de Justicia (JNJ) sean extirpados, y así evitar que la lagarta Zoraida Ávalos, por ser más antigua, retorne al cargo de Fiscal de la Nación.

Es decir, es una especie de guerra de mafias, acaso con el propósito de ostentar el poder judicatorial, para eventualmente archivar los casos de correligionarios políticos que tienen procesos penales por corrupción y otros ilícitos.

Precisamente, esa dinámica es la que se ha evidenciado en la reciente detención del exasesor de la Fiscal de la Nación, Jaime Villanueva, y en cuyo chats de WhatsApp se revelan conversaciones con un presunto congresista, para negociar con el favor de más de 37 legisladores, el cambio y la recomposición de la JNJ, y a cambio, el asesor de Benavides ofrecía  archivar los procesos penales de varios parlamentarios denominados “Los Niños”; todo ello con la presunta venia, de su jefa, la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

Tras la “bomba”, ambas mujeres se han visto enfrentadas. Benavides se lo ha tomado como algo personal y en una conferencia de prensa denunció por asesinato a la mandataria Boluarte, a su premier Otárola y otros ministros.

Con las horas contadas…

Esta guerra, esta vez no va a acabar bien, porque los sectores políticos están más friccionados que nunca y los Poderes del Estado ya están muy desgastados, tanto el Congreso como el Ejecutivo. En tanto, las supuestas alianzas entre ellos corren el riesgo de ser concluidas, y ambos podrían pedir sus “cabezas”, en un contexto que ya no da para más, ya que el próximo 7 de diciembre se vendría una masiva asonada de protestas en Lima, y que con todo pedirán la salida de Dina Boluarte, en conmemoración del primer año del golpe de Castillo, en Palacio de Gobierno.

Entre tanto, en los medios de comunicación el ministro de Justicia, Eduardo Arana Ysa, viene afirmando sandeces, con tal de pasarle la mano a su jefa Dina Boluarte, y ha aseverado que la mandataria se despojará de su inmunidad presidencial para llevar su investigación. Esa es la actitud de este gobierno que continúa mintiendo descaradamente. ¿Qué mandatario puede renunciar a su inmunidad? Eso es imposible, e inviable porque es una prerrogativa constitucional que por decisión propia uno no se la puede despojar.   

Finalmente, ya es hora que la señora Dina Boluarte no les haga más daño a los peruanos y que dé un paso al costado, no solo por la capacidad de embuste que tiene su figura, sino, porque el país ya no requiere de más desgobierno.

Renuncie ya, señora Boluarte, y convoque nuevas elecciones generales, por lo menos, para que ambos poderes del Estado, no continúen con sus contubernios y gollerías hasta 2026. 

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