Ojo (abierto o cerrado): la carne no está tan lejana del fantasma. Es tan gracioso. ¿A quién le hablas cuando deseas? La idea de una monja casta y lujuriosa, repasando, pensando, dudando, quizá arrepentida, singularmente enérgica; es patética y encantadora. La idea de querer ‘otra cosa’ (que no será tan otra cosa como pudiera parecer al principio) para ser o sentirse superior, esposa o amante de la propia divinidad -qué poco pides- queda retratada con intensidad ardorosa. No puedo sino sorprenderme con la textura y calidad de su discurso. Está dantescamente perdida, en su querida selva interior (como en las sombras de su habitación). Es curiosa: le ha dado la espalda al mundo pero lo ve con nitidez; es bastante justa en su evaluación.
Y no hay ganas de juicio, por la estupidez idealista, que no es del todo obvia dentro del círculo en el que vaga atrapada. A lo que va es a un examen meticuloso: estoy ante una psique despierta, aguda y rigurosa que practica el strip tease (descarnado, en grande y en grado sumo, en su monólogo – confesión – reflexión -onanista ¡qué le vamos a hacer!-o su hermosa performance, lúcida y febril, que uno imagina sin esfuerzo y hasta con una puntita de placer sádico, que llena su vida vacía con deseadas y prolongadas torturas.
Por estos días casualmente retomaba el libro de Santa Teresa de Jesús, Las moradas o El castillo interior, y me parece (o eso me imaginé) que esta película es tributaria de ese libro (que me sigue pareciendo un retador meteorito) o que en todo caso ambas obras beben de la misma fuente. Llámese a la fuente: amor, imaginación, Dios, locura o: la mente humana, jugando consigo misma, para sobrevivir, o para lo contrario.
El rostro entre reconcentrado y severo de nuestra monja africana. Se está perdiendo los goces naturales de la vida, a cambio de una recompensa imaginaria que jamás recibirá. Su logro, ser monja, lo que soñaba, cuando veía a las monjas occidentales, digo, su logro es también su desgracia. Su separación radical. ¡Ah, los tambores y cantos que no se detienen, la fiesta exaltante, la envolvente vida de allá afuera donde la sangre misma bulle en su verdad animal básica e instintiva!