El día de hoy nos visita una comisión de observadores de la OEA a cerciorarse de la imparcialidad de nuestras elecciones. Dicha misión especialmente está convocada a raíz de la salida con roche de Julio Guzmán de las elecciones, después de un largo calvario procesal que lo llevo de una instancia a otra (en total fue descartado de las elecciones al menos unas tres veces antes de hacerse definitiva su salida).
Ante este ambiente tan enrarecido de las elecciones en donde muchas listas están con tachas y corren el riesgo de que se les anule candidatos o la misma lista, el ambiente de confusión es imperante. Ante esta incertidumbre se han producido reacciones bastante curiosas que me hacen sospechar, cual teoría de la conspiración de cierta estrategia que se viene poniendo en funcionamiento.
Una primera opinión que me hice fue de cierta movida aprista para tumbarse al camaleónico Guzmán (que pasó de quinto a segundo lugar en las encuestas en un ¡zas!). Existe un cierta relación de algunos miembros del JNE con el partido de la estrella, no del todo clara o suficiente para señalar una conspiración desde Alfonso Ugarte, pero yace la duda sobre la imparcialidad del JNE.
Después se dio la intención de salir de la lid electoral de la candidatura de Reggiardo, a lo que el JNE se opuso (una oposición anticonstitucional, pues todo peruano es libre de hacer lo que al ley no prohíbe expresamente). Esto enrareció y confundió más las elecciones.
A esto siguió la reciente salida de la lista del Partido Nacionalista, se va Urresti pero también toda su lista congresal. Nunca desde el retorno a la democracia en 1980 un partido oficialista quedaba fuera de las elecciones al término de su gestión. Es cierto que el APRA y Perú Posible al término de sus gobiernos sacaron muy pocos votos al congreso, pero cuando menos participaron y sacaron algo, el actual gobierno ha quedado out totalmente.
Esto desconcierta a la mayoría de los analistas políticos que no pueden dar una explicación racional, más allá de la debilidad innata de esta gestión. Porque con la desaparición en las elecciones del partido oficialista ya no queda nadie quien pueda (oficialmente) defender a la pareja presidencial, que tiene todas las de acabar tras las rejas con el próximo gobierno que entre.
Finalmente ante todo esto, y tomando la clave que me dan las insistentes declaraciones de Gustavo Gorriti, un antifujimorista absoluto, el arquetipo de periodista anti fujimorista por excelencia (después de Hildebrandt, claro); me hace pensar que hay algo más. Tanta incertidumbre busca otra cosa. No es torpeza sino maña encubierta.
Gorriti desde hace un par de semanas insiste en prácticamente calificar de fraudulentas estas elecciones, con palabras tan fuertes llama a deslegitimar su resultado, sea cual sea. Esto tiene un fin abiertamente desestabilizador para el próximo gobierno.
Uno pensaría que tomando en cuenta esto afectaría la imagen del actual gobierno. Pero el mismo gobierno de Humala parece estar favoreciendo este ambiente de inseguridad electoral. Y casi nadie de los que proclaman la deslegitimación de las elecciones 2016 trata insistentemente de atacar a este gobierno, casi no lo tocan, más allá de los clásicos calificativos de incompetencia, a los que la gestión Humala-Heredia ya están de por si acostumbrados.
Tomando en cuenta estos datos objetivos, y considerando que Keiko ha seguido firmemente como número uno en todas las encuestas, y que desde la salida de Acuña ha aumentado su intención de voto y casi ningún otro candidato esta en condiciones de ganarle con seguridad en una segunda vuelta. Todo me hace pensar que la tesis de la deslegitimación de estas elecciones que comienza a repetirse como padre nuestro entre los medios, y que agrava aún más la presencia de esta comisión de la OEA y los gritos de reclamo de los candidatos dejados fuera de la contienda; todo me hace pensar que es una estrategia, la última y más desesperada que queda para frenar el imparable avance a la victoria que parece tener de por si segura en segunda vuelta Keiko.
Porque ni PPK está en condiciones reales de vencerla (sobre todo entre los segmentos C, D y E, además de las provincias), ni Barnechea ni Vero tiene tiempo suficiente para subir lo suficiente en las intenciones de voto para ganarle a la china. Quizá solo Alan pudiera (es el único político astuto capaz de frenarla, pero no despierta empatía y parece condenado a quedar fuera de la segunda vuelta).
Siendo así para los antifujimoristas de derecha e izquierda la única salida, y la más peligrosa por cierto es enrarecer el proceso electoral a tal punto que no haya próximo gobierno, o de haberlo este dure muy poco. Las movilizaciones antikeiko, cargadas de mucho odio y violencia son apenas el prolegómeno de lo que pueden ser en el futuro el ambiente político si se suman a ellas los conflictos sociales que este gobierno no ha sabido remediar y que más bien parece a su término alimentar.
Pareciera que la única bandera que se comparte entre todos los políticos y ciertos periodistas y escritores (incluido MVL) es que la china no gane, así se joda el país.