Dentro de diez años el mundo volverá a una guerra mundial. Y esto no es profecía. Todos los indicadores y analistas coinciden, aunque no lo expresen abiertamente, en que una guerra mundial se nos avecina de manera ya irremediable.
Una nueva guerra mundial ya había resultado impensable después de 1945. La Guerra Fría había sido la salida “natural” para que las tensiones entre las dos superpotencias se saldarán a través de guerras subsidiarias. Sin embargo la caída del polo soviético y la emergencia de un temprano y breve unipolarismo de EE.UU. durante las administraciones Clinton y Bush acabaron en un declive paulatino del imperio americano y en la emergencia de China y el regreso de Rusia en la escena mundial.
La miopía de la política internacional de Obama, el aislacionismo antiOtan de Trump y la desubicación geopolítica de la administración Biden, han abierto a una presencia más firme y amenazante de potencias como Rusia y China que ahora se revelan abiertamente imperialistas ante las dubitaciones y descoordinaciones de las potencias occidentales bajo la égida de Washington.
EE.UU. ya no tiene la capacidad de enfrentar estos imperios que le hacen competencia, pero posee una delicada red de alianzas que la obliga a participar en caso de calentarse el escenario. Por un lado la OTAN habrá de responder en caso la situación de Ucrania empeore (y va a empeorar), mientras tanto tiene una alianza con países como Japón, Corea del Sur, Filipinas y Vietnam que temen la cada vez más prepotente presencia de Pekín en las sinuosas fronteras del mar de China donde regularmente se producen incidentes. La misma India aparece en este ajedrez geopolítico como una pieza clave para entorpecer en caso de guerra la cadena de suministros china. India misma tiene regulares problemas en su frontera con China en el Himalaya. Y luego está la cuestión de Taiwán, la piedra en el zapato de Pekín.
La mayoría de analistas internacionales expertos en Asia Oriental coinciden que para 2049 China debería estar celebrando el centenario de la Revolución China con Taiwán ya reincorporada. Estimando que una celebración tan feliz debería ser en paz y ya reconstruido el país, la guerra que involucraría una hipotética toma de Taiwán habría de ocurrir hacia 2030 dejando algo más de diez años de posguerra para llegar al año meta chino. Pero mientras tanto Taiwán se arma con submarinos y EE.UU. se ha comprometido una vez más a defender la soberanía del régimen de Taipéi. A esto súmese el rearme de Japón ante el temor de una expansión china en el continente.
Una guerra en esas circunstancias no solo es posible, es inevitable. Un fenómeno parecido ocurrió en la Belle Epoque en Europa, las potencias se rearmaron, la industria e investigación militar creció y un balazo en Sarajevo desencadenó la Gran Guerra. En la actualidad la industria militar es la única industria que ha seguido creciendo a pesar de la pandemia en 2020. Es más en 5 años las ventas de armas han aumentado en 15%. Y como nadie compra tantas armas de adorno, es seguro que muy pronto se utilicen.