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Del “mito de la escuela” al “mito de la universidad”

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Durante el homenaje a Arguedas realizado por la Revista Lima Gris señalé que entre los méritos de sus trabajos etnográficos estaba el hecho de que en ellos es posible encontrar los temas centrales que han marcado el derrotero de la antropología como disciplina académica y en general de las ciencias sociales.

Uno de esos temas “densos” que se encuentran en sus escritos es el educativo. Entre 1939 y 1969 fue docente de escuela en Cusco y Lima. Luego, profesor universitario en la Universidad de San Marcos y en la Universidad Agraria. Esta experiencia sumada a sus trabajos de campo le permitió legarnos un conjunto de descripciones e interpretaciones muy interesantes y todavía vitales acerca del fenómeno educativoen el Perú.

La educación es muy importante para los peruanos. El siglo XX puede ser considerado el siglo de la educación escolar por la notable expansión que experimentó, al punto que algunos hablan del “mito de la escuela”. El inicio del nuevo siglo nos traería un nuevo mito: el de la universidad. Una multiplicación casi febril de universidades así como las excesivas esperanzas que los jóvenes le asignan a la profesionalización configurarían las bases del nuevo fenómeno. ¿Cómo entender todo ello? Considero que Arguedas logró desentrañar el significado primordial que tiene la educación en nuestra cultura y que en sus escritos se encuentran las coordenadas que pueden permitirnos entender su compleja dinámica

Como profesor en el Colegio Nacional “Mateo Pumaccahua” de Sicuani (Cusco), hizo que sus alumnos estudiaran la región en donde funcionaba el colegio y los pueblos de los que procedían como una forma de conocer su propia realidad material y espiritual. La necesidad  de enraizar la escuela en su contexto, en la cultura del lugar, es fundamental en todo proceso educativo; este contacto directo lepermite al estudiante descubrir las riquezas de su cultura, valorarlas y afirmar su identidad. Asimismo, la importancia de producir conocimientos. La escuela debe motivar en los jóvenes la indagación, el descubrimiento, la innovación; debe ser la moldeadora del espíritu científico que luego potenciará en la universidad. La búsqueda y producción de conocimientos es tarea urgente  para superar esa actitud pasiva de ser simple transmisora de información, que invita a la repetición memorística del discurso del profesor o del único libro que se utiliza en el curso.  Como señala Arguedas, de lo que se trata es de “despertar en la conciencia del alumno una íntima y profunda necesidad de saber, y un interés exigente de conocer a su país” (1986/1940: 82).

Además, nos lleva a reflexionar sobre un punto crucial: ¿cómo debe ser la escuela en un país como el Perú? Aquí se hace evidente la contradicción principal del sistema educativo peruano: tener una educación monocultural en un país multicultural. Esta es la granparadoja que no hemos resuelto y ello seguirá siendo así mientras la Educación Intercultural sea poco más que un discurso.

Cada vez más  peruanos alcanzan la escuela.Según las estadísticas oficiales ese es el gran logro del sistema educativo durante el siglo XX. En el nivel primario es casi universal, asimismo, la educación secundaria se expande rápidamente y en poco tiempo también se universalizará, esperamos que así sea. Sin embargo, la escuela todavía no toca las fibras más sensibles de nuestro tejido social. En gran medida sigue siendo una escuela desarraigada,por tanto, se convierte en un espacio de lucha en el cual se imponen los valores dominantes de la sociedad:

“Los pocos indios que logran ingresar a los colegios secundarios llegan al primer año de instrucción media casi sin conocer el castellano, hablan y escriben un idioma bárbaro, en muchos casos verdaderamente ininteligible. Y forman el grupo de los retrasados, de los aparentemente torpes, y se convierten en el blanco del desprecio de la mayoría de los alumnos y de muchos profesores, cuya actitud despectiva es mucho más cruel y deprimente que la de los propios estudiantes” (Arguedas 1986/1944: 41).

Arguedas propuso castellanizar al indio desde su propia cultura, enseñándole a leer y a escribir en su lengua. Una vez alfabetizado apropiadamente, el indio se abriría al conocimiento de las ciencias y de la cultura universal sin perder su particular identidad. Estas son las bases de lo que ahora se denomina Educación Intercultural Bilingüe. Sin embargo, Arguedas era conscientede la importancia de superar la“actitud del conquistador”. Esta partedel supuesto de la superioridad de ciertas razas y culturas sobre otras; su consecuencia es la imposibilidad de ver a las poblaciones indígenas como iguales.

De esta manera Arguedascuestionaba la idea de “superioridad natural”, que fue la base sobre la cual se instituyó en América la “matriz colonial” como una estructura política de dominación y exclusión, así como una forma de entender y producir el mundo. Esta matriz colonial, impuesta desde el siglo XVI, perdura en nuestros imaginarios y es reproducida por la escuela a través de sus discursos y prácticas.Al respecto, es interesante analizar en los textos la folklorización de las imágenes de indígenas y afrodescendientes y cómo estas terminan arraigando los prejuicios existentesen la sociedad.

¿Es realmente intercultural el sistema educativo peruano? ¿Existe interculturalidad en las instituciones educativas del mundo urbano y, especialmente, en las instituciones privadas? Tal vez sea cierto lo que dicen algunos: “es solo para indios”. Para que la educación sea realmente intercultural, primero será tarea descolonizarla.

Por otra parte, Arguedas logra desvelar el significado que tiene la educación en nuestra cultura, especialmente entre las poblaciones campesinas. En su trabajo de campo en Puquio, encontró que este pequeño pueblo vivía una verdadera “revolución cultural”: las normas cambiaban vertiginosamente, las costumbres se dejaban de lado, las jerarquías se disolvían y se evidenciaba un acelerado proceso de modernización económica.

Sin embargo, lo más importante de esta dinámica era la transición del indio a mestizo. Un líder de la comunidad de Pichqachuri le confesó “que su comunidad no progresa porque tiene pocos mistis y mestizos, y que por eso, ellos, los mayores, estaban empeñados en que sus hijos se convirtieran en mestizos” (1977/1956: 37). El indio quería dejar de ser indio. Ese indio servil, explotado y condenado a la miseria material y espiritual por el gamonalismo en matrimonio con  la Iglesia y el Estado (la “trinidad embrutecedora”, según González Prada).

Se trataba de un proceso de negación de la identidad personal y colectiva que tuvieron que experimentar miles de compatriotas. Alienación, aculturación; sí. Pero eranecesario que el indio abandonara esa identidad que desde el siglo XVI sus dominadores marcaron en su ser y que funcionaba como un estigma. Su cuerpo y alma fueron ensuciados y degradados hasta los límites de lo humano. Recuérdese que todavía en el siglo XVIII era posible defender la idea de que el indio era un animal, por tanto, un no humano.

¿Cómo liberarse de esta identidad degradada? La gran fuerza capaz de convertir un ser en otro es la educación. Y los campesinos lo comprendieron bien. La escuela va a ser la gran herramienta para dejar de ser indio y convertirse en mestizo: “Y por cuanto observamos en las escuelas y en las familias, la transformación será rápida, probablemente en no más de dos generaciones” (1977/1956: 37).A la demanda por la tierra le adicionaron la demanda por educación. Los locales escolares aparecieron a un ritmo vertiginoso en la mayoría de comunidades. Se nombraban autoridades encargadas de velar por el funcionamiento de la escuela. Y cuando el Estado no cumplía, ellos asumían la responsabilidad y construían la escuela, como en el caso de Puquio.

La educación regeneraría la identidad y permitiría ser diferente, mejor dicho, ser como los otros y sentirse parte de la comunidad nacional. Asimismo, era la llave maestra que abría las puertas a la modernidad y sus bienes así como a una nueva condición social. En este sentido,la educación adquiría un doble valor: transcendental, pues era capazde redefinir al ser, e instrumental, porque funcionaba como estrategia de inclusión y movilidad social.

La fuerza vital de la educación queda graficada en la gesta de Don Santos Ccoyoccosi Ccataccamara, Comisario Escolar de la comunidad de Umutu (Cusco), a quien Arguedas le dedicó El sueño del Pongo. Este hombre, quechuahablante, con más de 60 años viajó a Lima 6 veces logrando entrevistarse con los Ministros de Educación y dos Presidentes. Regresaba a su comunidad cargando en sus espaldas el material educativo que conseguía en sus viajes.

Es la misma fuerza que impulsó a miles de campesinos a las ciudades. Una vez instalados hicieron todo lo posible para que sus hijos estudiaran. Hoy, sus nietos, alcanzan la universidad. Para ellos, como para sus abuelos, sigue siendo muy importante la educación. Esto, en parte, puede ayudarnos a entender el “boom universitario” que vive el país. Estamos transitando del “mito de la escuela” al “mito de la universidad”. Sin embargo, la comprensión del fenómeno actual requiere incorporar nuevos elementos. Pero esto es parte de otro análisis.

 

Notas

Arguedas, J.M. (1986/1940). “Pumaccahua. Trabajos de los alumnos del Colegio Nacional Mateo Pumaccahua,Sicuani”. En: Kapsoli, W. (selección). Nosotros los Maestros. Lima: Horizonte.

Arguedas, J.M. (1986/1944). “Un Método para el caso Lingüístico del Indio peruano”. En: Kapsoli, W. (selección). Nosotros los Maestros. Lima: Horizonte.

Arguedas, J. M. (1977/ 1956). “Puquio, una cultura en proceso de cambio. La religión local”. En Rama, A. (selección). Formación de una cultura nacional indoamericana. México: siglo veintiuno editores.

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