El debate, entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, se caracterizó por el ataque personal y la poca confrontación de propuestas. Fue lo más parecido a una escena de pelea en el bar de Star Wars. Quizás los norteamericanos deberían tomarse un par de copas antes de emitir su voto.
La estructura formal del debate fue diseñada para noventa minutos, seis segmentos de quince minutos cada uno, pero las salidas de tono y tiempo – por parte de Donald Trump – alteraron la dinámica establecida, lo que crispó al moderador Chris Wallace que, por momentos, se convirtió en un tercer contendiente, con el fin de llamar al orden. Hay quienes creen que el legítimo ganador de este debate fue Wallace.
Nosotros matamos menos
La pandemia del coronavirus y la gestión de la crisis sanitaria debió ser el telón de fondo del debate, pero los datos y las estadísticas sobre el COVID – 19 quedaron opacadas por las especulaciones sobre quién hubiera tenido menos muertos: “Si te hubiéramos escuchado, este país habría colapsado, millones de personas habrían muerto, no 200 mil” dijo Trump, el cual ha sido acusado de promover con sus mitines la propagación del coronavirus: en Tulsa, Oklahoma la cifra de infectados subió dos semanas después de un mitin de campaña de Trump.
Por su parte Joe Biden reseñó la política de Trump con respecto al virus: hizo mención a la demora de Trump en tomar medidas – luego de tener información privilegiada sobre la letalidad del virus – cuando aún no salía de las fronteras de China, mencionó las declaraciones de Trump sobre las ventajas de inyectarse lejía, sus vaticinios sobre la remisión de la crisis y su renuencia a usar mascarillas: “Creen por un momento lo que les está diciendo, a la luz de todas las mentiras relacionadas con la COVID – 19?” finalizó.
Secretos de familia
Biden intentó minar el patriotismo de Trump y mencionó un trascendido donde éste tilda a los soldados norteamericanos de perdedores: “Mi hijo Beau fue a la guerra con Irak y no fue un perdedor”. “Tu hijo fue echado por cocainómano” refutó Trump, refiriéndose a Hunter, otro hijo del demócrata. Biden no desaprovechó: “¿Queremos hablar sobre familias y ética? Podríamos hablar toda la noche de la tuya”.
Queda claro que no estamos ante la familia Ingalls.
Donald, el listo
El reportaje del New York Times, sobre la declaración de impuestos de Donald Trump prometía destruir la reputación de Trump: no había pagado impuestos federales en renta, durante 11 de los 18 años que analizó el reportaje; en resumen, Trump no había pagado más que 750 dólares de impuestos, menos de lo que paga un maestro de escuela, en ese país.
Chris Wallace, el moderador del debate, enfatizó el asunto, a lo que Trump en un alarde cínico mencionó: “Antes de llegar aquí yo era un empresario privado, como cualquier empresario privado, a menos que sea estúpido, paso de las leyes”. Pero además acusó al partido de Biden por beneficiarlo: “Él aprobó el código fiscal, que nos dio estos privilegios, por depreciación, créditos fiscales, eso lo recibí del gobierno de Obama”.
Si Trump fuera peruano habría suscrito de buena gana la frase: “Para cojudos los bomberos”.
Bad Boys
Uno de los momentos cruciales fue cuando el presentador emplazó a los candidatos la violencia de los grupos armados que se han radicalizado los últimos meses, haciendo referencia a los supremacistas blancos y ANTIFA. “Quédense a un lado y esperen” dijo Trump con relación al grupo de supremacistas blancos. Luego mencionó que la violencia venía de la izquierda. “Habrá problemas, se está urdiendo un fraude” puntualizó. Desestimó aceptar una posible pérdida en las elecciones.
Lo más extraño del debate fue que el águila, suspendida sobre las cabezas de los rivales, no se ciscó en el recinto.
