Opinión

Debacle cultural

Lee la columna de Edwin Cavello

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Hemos sido testigos que en los últimos 30 años ninguno de los presidentes se preocupó en fomentar las políticas culturales ni en reforzar la educación escolar y universitaria. Para esta clase política invertir en educación y cultura siempre ha sido un gasto y no una inversión. Es por eso que hoy las nuevas generaciones vociferan orgullosos que no leen, que no les interesa la historia, las artes, el teatro y la propia realidad que vive el país.

El gobierno del dictador Alberto Fujimori eliminó la filosofía de las aulas escolares, y con ello mutiló el sentido crítico en los niños y jóvenes que hoy se han convertido en seres desmemoriados que prestan más atención a la gran cantidad de desinformación y programas basura que pululan en el ciberespacio. Actualmente, dos imbéciles tienen más audiencia que cinco premios Nobel. Los insultos, las groserías y el morbo han reemplazado a las frases lucidas y al pensamiento crítico.

¿Por qué permitimos esto? La respuesta es simple: siempre hemos elegido mal. Los políticos llegan con nuestros votos, y en esta debacle cultural, el Ejecutivo y el Congreso han trabajado mutuamente para sumergir al país en la ignorancia. Hoy no se puede hablar de presidentes, ministros o congresistas con gran capacidad intelectual. La clase política en su mayoría está conformada por seres miserables e incultos que actúan por conveniencia.

Bajo este contexto, no sirve tener un Ministerio de Cultura plagado de parásitos, que se reparte el erario público entre pequeñas mafias culturales que creen que hacen arte. Creo que ya hemos tocado fondo con Pedro Castillo y Dina Boluarte. Seguimos aún en el mismo gobierno de la mediocridad y el saqueo, aunque la señora de los Rolex lo niegue.

Aquí no se trata de cuestionar a la derecha o la izquierda. Aquí lo que se debe cuestionar es que en la actualidad los ignorantes han llegado al poder y nos están gobernando. Todos somos responsables de esto, solo hay que abrir bien los ojos y mirar alrededor nuestro. La violencia, la falta de civismo, la falta de respeto y la pendejada son señales de que algo más grave se avecina.

El tiempo es cíclico. La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa. Bienvenidos a la farsa.  

(Columna publicada en Diario UNO)

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