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¿DE QUÉ UNIDAD HABLAMOS?

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Foto: El Comercio

Hay ya suficientes denominaciones de izquierda que hoy proponen ser la maravilla de la unidad para el 2016. La fórmula para unir a la izquierda es votar por nuestros candidatos en una gran asamblea de Frente Único. Un ciudadano un voto. Hay que unirlo todo y votar. Sencillo, ¿no?… Pero no se oye, padre.

Los que quieren de todos modos ser candidatos, con su plata, no admiten enfrentarse a la democracia interna. Pueden perder y si pierden no tienen por qué invertir un solo centavo en la campaña de todos los izquierdistas. Total, son negocios particulares. Se invierte para ganar, no para que otro gane en el lugar del inversionista.

Entonces, si no me dejan jugar y como yo quiero, me llevo mi pelota. Así es como se abre otro frente más y otro más y otro más.

El negocio electoral es la danza de los millones. Para participar, hacen falta más que buenas intenciones. Para ganar, se requiere millones de dólares o de euros que pueden no retornar a los bolsillos de los donantes. Esto es lo que nos hace diferentes en la izquierda: a unos por tener plata y a otros por no tenerla. De algún lado tiene que salir, como los derechos sociales en regímenes populistas, alguien tiene que pagarlos.

Ya nos vence el calendario. Tenemos que preparar más bien a la izquierda de las próximas décadas. Hagamos algo para que la historia no se repita: si usted es militante de un partido de izquierda y tiene líderes que no han sido elegidos por votación universal y secreta, denúncielos como usurpadores. Todo militante tiene derecho a elegir y ser elegido. Nadie puede reservarse el derecho vitalicio a ser líder a través de congresos amañados por sus incondicionales. Desde ahí empezó la descomposición de la izquierda. Así como la dialéctica reconoce que los cambios internos determinan el desarrollo de la materia, igualmente la política interna de cada partido determina lo que luego será el frente. El bienestar de uno es el bienestar de todos. Y no practicará la democracia afuera quien es un tirano dentro de su casa.

Finalizamos diciendo lo siguiente: la izquierda está demostrando su inmadurez por el solo hecho de hablar de unidad cuando ya se cierran las inscripciones para las próximas elecciones. Hablar de unidad únicamente en periodos electorales es una característica que desmerece a quienes durante los últimos 30 años han hecho naufragar a la izquierda. Y siguen allí, son los mismos, excepto los que han fallecido. Otra muestra de inmadurez es practicar la unidad por la unidad, con quien sea, como sea, así sea Yehude Simon o Siomi Lerner.

¿Nos han pedido nuestro parecer a quienes desde abajo hacemos posible la izquierda? Por supuesto que no. Los mandarines hacen política a puerta cerrada y después de un récord de fracasos de tres décadas, quieren que se les otorgue un voto de confianza. Entiendan: los métodos de dirección de los coreanos, aquí no funcionan. Una vez que las masas conocen fórmulas de participación y toma de decisiones, se acabaron los absolutismos.

Acabemos con el pacto infame de hablar a media voz, como decía Manuel González Prada, y enderecemos las cosas al ritmo del nuevo siglo.

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