Cultura

¿De qué hablamos cuando hablamos de agentes literarios?

Los escritores latinoamericanos tienen dos serios problemas. Están solos frente a los editores y parecen no saber que sus libros son dinero, mucho dinero.

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Andrew Wylie, Carmen Balcells y Kareen Spano.

Hace años me tocó conocer a una joven escritora llamada Andrea Todde en la presentación de su tercera novela. La autora tenía 16 años entonces y publicaba desde los 13. Entre las clases en el colegio y la literatura había poco tiempo, y mucho menos para organizar una presentación, y todavía menos para entrevistas. Pues bien, todo eso lo cumplía a la perfección está escolar, viajes a provincia y el extranjero, entrevistas para revisitas y medios de tv, y claro presentaciones de sus novelas con tentempiés incluidos para los engolosinados periodistas culturales.

Cuando me pregunté cómo hacía esto, de dónde sacaba el tiempo y la organización solo tuve que encontrarme con la sonrisa radiante de una simpática mujer con acento de Zamora que me salió con la respuesta cuando apenas rumiaba estás preguntas. Era la madre de la escritora. La mujer tras la cortina que lo organizaba todo y dejaba las manos libres a su hija para que solo se ocupase de escribir y terminara el colegio. Pues bien, más o menos eso es una AGENTE LITERARIA: UNA MAMÁ PARA AL AUTOR. O eso debería ser.

En Perú como en el resto de Latinoamérica hay pocos o ningún agente literario. Y los escritores están a merced de los editores, y que decir de la suerte de no estar organizados. Muchos autores se las apañan solos para difundir, promover, presentar y mover sus obras. Por lo general sin éxito. Y ese es el problema. Zapatero a tus zapatos. Porque como le dijo Patricia a Mario, y Mario tuvo a bien recordarlo cuando ganó el Nobel: Mario, para lo único que tú sirves es para escribir.

Carmen Balcells y los escritores del boom.

Es la economía, imbéciles

Un escritor más allá del halo romántico/trágico de su oficio, es ante todo un humano, y como humano a de sobrevivir para seguir produciendo. Es una cuestión de economía. Escritor que no come, muere. Entonces lo suyo es trabajo, un autoempleo o un emprendimiento según como se quiera ver. Pero el escritor no puede ni debería meterse en la redacción de su nota de prensa, el diseño de la portada de su libro, ni el seguimiento de ventas de su obra en las librerías, en Amazon, o buscarse entrevistas para difusión, o un puesto como conferenciante en la universidad, o tallerista de escritura creativa, ni siquiera debería comprarse los pasajes a la feria de Guadalajara, o conseguir una invitación del Ministerio de Cultura de su país. No, eso no es asunto del autor.

Porque cuando lo hace normalmente lo hace mal o peor. Sean honestos escritores ¿Cuántas veces revisan sus bandejas de entrada de sus correos al día? ¿Sus editoriales cuántas veces al mes les hacen el balance actualizado de venta en ferias y librerías de su última obra? ¿Cuánto control y conocimiento real tienen sobre su obra? ¿Ya consiguieron contactar un traductor al francés? Todo esto que menciono no es capricho, es simplemente gestión y un escritor para lo que sirve es para escribir.

Una buena organización de un evento literario.

Claro, hay editoriales que brindan parte del servicio, pero como editorial sus intereses son precisamente la editorial y no el autor, y eso no es algo malo sino simplemente la defensa de su interés. Entonces  ¿Quién negocia en favor del INTERÉS del autor con la editorial?

Carmen Balcells o el Chacal

En el mundo de los agentes literarios hay dos arquetipos harto conocidos en materia de negocios. Porque la escritura es trabajo y por tanto un negocio (y nadie le estafa un pan a Dios Padre). Están los que como Balcells levantaron autores y promovieron movimientos literarios, o cuando menos los hicieron visibles. Los premios Nobel de García Márquez y Vargas Llosa hubieran sido imposibles sin la existencia de la agente literaria Balcells. Ella contactó, promovió, difundió y consiguió incluso el colegio para los hijos de los escritores, solo para que ellos tuviesen las manos libres para solo escribir. Fue ella de alguna forma la arquitecta del Boom Literario de los 60. Y esto porque vio en los escritores una inversión.

Carmen Balcells.

¿Cuánto tiempo le toma a un escritor hacer una novela? A veces un año, a veces tres. Si tiene hijos, un divorcio en camino y deudas, seguramente más tiempo. Balcells ofrecía soluciones y reducía el tiempo de publicación de un libro a otro. O sea, un sueño, como mamá cuando nos tenía listo el desayuno para ir al colegio.

Andrew Wylie.

Otro arquetipo muy distinto es Andrew Wylie. El Chacal no tiene escrúpulos y supuestamente roba los autores de otros agentes según se cuenta. Con solo diez empleados gestiona los derechos de los libros de Borges, Bolaño, y cuánto muerto existe. Su especialidad: los difuntos. Trafica con autores como quien trafica con bonos del gobierno o bienes raíces. Es frío como sus clientes.

Kareen Spano. Como tú mamá pero sin la correa en la mano

Este año Spano se ha lucido en su primera incursión a la segunda feria del libro más grande del mundo. Normalmente lo que era un desierto en el plano editorial lo está ocupando a nivel de nicho de mercado su joven empresa Sueños Salvajes. Su filosofía está orientada a la representación de un pequeño grupo de escritores y a la importancia de que sus libros vuelen. No todos están en capacidad de comprarse un vuelo, pero el libro dependiendo en que manos esté puede volar muy lejos. Y Spano ha llenado su maleta de libros como un pirata que llena el cofre de oro.

Kareen Spano.

Da gusto que alguien llene este inexplicable vacío comercial en el sector del libro peruano. Que busque conectar autores con reediciones en el extranjero sin necesariamente estar intermediados por los intereses de una editorial; así como encontrar traductores y finalmente hacer que un libro vuele. Uno escribe un libro y no sabes dónde va a ir a llegar, dice Spano. Bueno, pues ella es la chica que presta las alas para que puedan llegar a buen puerto en la ruta estelar del Golden hind.

En Latinoamérica el terreno está sin embargo desde hace años abandonado. Y eso significa siempre una oportunidad.  Salvo sea alguien que te quiera mucho como una mamá o un esposo, nadie velará por tus libros como se merecen. Porque como dice la agente literaria peruana Kareen Spano, no son solo libros, son nuestros hijos, y uno como mamá quiere verlos crecer, llegar lejos Y TRIUNFAR. Porque los escritores merecen tener dinero en el banco.

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