Por Fernando Casanova Garcés
Esther Timaná, presidenta del vaso de leche Angelitos de Dios, anuncia desde su local inundado en el distrito de Castilla que el 18 de abril paralizarán actividades en toda la región de Grau: “A pesar de la tragedia nos organizamos para luchar contra la frivolidad de este gobierno” mientras declara, la lluvia retumba el techo de calamina y sostiene en brazos un recién nacido. Jorge Flores, periodista piurano que recorre cámara en mano los asentamientos humanos registrando noche y día los estragos del diluvio, reflexiona: “la frivolidad del gobierno que representa Dina Boluarte ha disuelto el velo de quienes en el norte le concedieron una tregua, incluso los jóvenes se organizan para salir a las calles y revelarse contra lo que consideran un gobierno criminal”.
Ahora que la presidenta visitó Piura para vociferar megáfono en mano que el Estado no tiene plata para atender el desastre y luego tomarse fotos despidiéndose cual miss universo, a la población indignada se le revela la causa de su tragedia: la derecha se roba el dinero y la izquierda es su cómplice. Las madres de Sullana, Paita y Talara exigen el cambio inmediato del ministro de economía si en 15 días no transfiere los millones de soles que se estiman necesarios para sobrevivir al ya oficializado fenómeno del Niño. En Ayabaca y Huancabamba los ronderos y comunidades campesinas afectadas por los deslizamientos han declarado el inicio del paro y esperan que Lambayeque, La Libertad, Arequipa y Tacna escuchen el llamado y se adhieran en los próximos días.
¿Sacarán los tanques para detener esta asonada Piurana sin precedentes? Quizás veamos nuevos desfiles policiales intimidantes y sobrevuelos militares con clara intención de replicar un discurso de mano dura y represión contra toda disidencia, no obstante, los asesores presidenciales junto a Mr. Otárola tendrán que concebir una narrativa diferente al terruqueo para justificar un nuevo embiste contra civiles, a menos que pretendan balear a la mitad de la población que sobrevive inundada, sin luz, sin pistas, sin alimentos y otra pandemia en ciernes: el dengue23.
El río Piura parece haber arrastrado cual palizada toda ideología y, ante la necesidad de vivir y salvar a los suyos, los norteños descubren un diluvio paralelo de mentiras, paseos y consignas vacías que presidenta, gobernadores y alcaldes utilizan para desviar la atención pública y anestesiar los reclamos. Basta mirar las primeras planas en los quioscos donde se uniformiza la noticia en dos columnas: lo diabólico que fue Pedro Castillo y alguna reciente infidelidad farandulera; mientras colapsan desagües, se filtra el agua en los techos de los pocos hospitales y se han caído las paredes de postas médicas que a duras penas atendían en los pueblos jóvenes donde los niños padecen sensaciones de calor de hasta 40 grados en colegios sin agua.
Desde el 2016 tenemos en promedio un presidente por año, reconstrucción de la reconstrucción, congresistas violadores y lobbystas de los bancos, Covid, leche sin leche, condonaciones tributarias millonarias, sicariato, narcopolítica, mafia del transporte, de la construcción, de las universidades, de peajes, penúltimos en comprensión lectora, tercer puesto en racismo y un premio nobel que nos felicita por retornar a la democracia… rosario que coronan las lluvias de un Niño que ha expuesto al SENAMHI como organismo inútil pues o no pronostica nada o nadie lo toma en cuenta.
Así el Perú se nos revela como poeta de su propia tragedia, enfrentado de forma misteriosa a un destino irremediable que se empeña en escribir. Lo trágico es lo indeseado, un latigazo que irrumpe ante la miseria moral que se estanca. Pero también es delirio que cura, catarsis que libera, insurrección para comenzar de nuevo el mundo, dibujarnos un mañana y levantarnos para siempre con las madres piuranas este martes 18 de abril.