En 1996 Bill Clinton tocaba el saxofón en la Casa Blanca con su amigo Boris Yeltsin; las olimpiadas eran en Atlanta, la MIR seguía orbitando alrededor de la tierra y Michael Jackson era el mejor amigo de los niños; y 1996 también fue el año en que la Little, Brown & Company publicara un mamotreto de más de mil páginas con más de 300 notas a pie de página (en otras cien páginas en el apartado final del libro, como si no fuera suficiente). Sorprendentemente el libro se vendió como pan caliente y recién entonces el mundo se enteró que existía David Foster Wallace.
AÑO DE LA ROPA INTERIOR PARA ADULTOS DEPEND
La broma Infinita que antes de su publicación significó una pesadilla para los de la Little, Brown & Company, un libro que se pronosticaba como invendible fue sin más el fenómeno editorial más grande de fines del s. XX. Lo que debía ser un fiasco fue una decepción exitosa, algo que solo la Generación X es capaz de lograr. De repente su autor, un tío grandulón y algo corpulento que practicaba el tenis y usaba lentes y pañoleta en la cabeza, que andaba sin afeitarse y cortarse el cabello, todo un Axel Rousse de la alta literatura, se convertía en un icono literario pop, un divertido y erudito neurótico farmacodependiente del Nardin.
El año de su publicación hizo una gira por los 50 estados de la Unión Americana como conferencista de su libro, y ni él mismo se lo creía mientras descubría algo tan extraño como las groupies de literatura, chicas que se le ofrecían durante su gira. La temprana cumbre del éxito solo le probó que de ahí en adelante la depresión sería más profunda.
AÑO DE LOS PRODUCTOS LÁCTEOS DE LA AMERICA PROFUNDA
“Para Orin Incandeza (…)la mañana es la noche del alma”. Con estas palabras como que podemos darnos una idea del dichoso autor del libro. Alguien que cuando en una entrevista le preguntaron qué haría durante un año sabático, él respondió: “probablemente escribiría una hora al día y me pasaría ocho comiéndome las uñas, preocupado porque no escribo”. Si pues, estaba cagado, pero era un genio.
AÑO DEL SUPERPOLLO PERDUE
Foster no era únicamente un buen escritor, alguien que jugara al tenis, alguien difícil de leer, era algo más que su dependencia al Nardin, no era un producto prefabricado destinado a la homogeneización de una única función. Foster era algo más. Era un pez en el agua que se encuentra con dos peces jóvenes y les pregunta “¿qué tal está el agua?” Bueno ese es exactamente Foster para nosotros como cuando nos encara lo siguiente “¡La vida es algo más que sentarse a consultar el ordenador! ¡A ver si se enteran de una puñetera vez!” Suena rocosamente a algo que mi gritaría mi vieja, pero no deja de ser verdad.
AÑO DE LA HAMBURGUESA WHOPPER
Recomendaciones para primerizos lectores:
1.- Es una lectura que no es apta para adictos intravenosos al Clorhidrato de metanfetamina.
2.- Aprovisiónate de agua embotellada Evian (litros), latas de Red Bull (no esa basura para subempleados de Volt), cientos de galletas oreo, y hartos terabytes de películas descargadas de Torrent para cuando lleguen los largos intermedios.
3.- La paciencia no tiene precio, la constancia sí.
4.- El invierno y la época en que has perdido el empleo son las mejores para este tipo de lectura.
5.- Uno paga la cuenta pero es otro el que lava los platos. AÑO DEL PARCHE TRANSDERMICO TUCKS
“lamentablemente la mayoría de las cosa que salen de mi boca parecen ser ruines”.
En el libro los años están subvencionados, una forma ingeniosa de privatizar el tiempo. La suya es una panorámica del capitalismo tardío. El apetito desordenado de consumo que nos angustia expresada en la ansiedad del adicto en rehabilitación.
La broma Infinita busca explicarnos el modelo de cultura en que vivimos. Cuando Foster pone una película de Incandeza que es capaz de enloquecer a los que lo vean, esta película se vuelve un arma, la cultura es un arma contra la humanidad. Una película capaz de destruir la civilización acaso no es analogía de la cultura en que vivimos. Una cultura anti civilización en que lo único que ha cambiado es que los caníbales del caribe comen con cubiertos.
¿Qué relación hay entre la academia de tenis Enfield y el centro de rehabilitación Ennet house? Una película tan solo. Una película que da nombre a La broma infinita.
El libro tuvo una rápida repercusión, que Foster consideraba como un hecho matemáticamente improbable toda vez que necesariamente no podía haber mucha gente que hubiera acabado de leer el libro apenas estalló el boom Infinite Jest. Tomando en cuenta su extensión y la difícil lectura resulta todavía ahora increíble que alguien acabara de leerlo ese año. Lo que si se vendió fueron los chismes y rumores sobre Foster. La gente comenzó a interesarse por él. Y él no estaba interesado en la gente. Ahí comenzaron el circo y el calvario.
Si eres flojo de leer y tienes curiosidad sobre esos años, hay una mala película sobre Foster Wallace, se estrenó este año.
AÑO DE LA ACTUALIZACIÓN FÁCIL DE INSTALAR PARA PLACAS MADRE DEL VISOR DE CARTUCHOS DE RESOLUCIÓN MIMETICA PARA SISTEMAS CASEROS, DE OFICINA O MÓVILES INFERNATRON/INTERLACE YUSHITYU 2007
Cuando leo a Foster, especialmente cuando leo La broma infinita, siento las yemas de mis dedos arder al pasar por sus páginas donde están impresas sus palabras. Las palabras de un fiambre que colgó los tenis y me habla desde el otro lado de la herida. Cuando acabo de leerlo quedo un poco neurótico con el escroto encogido y a la altura de la garganta.
Puedo reclinarme en mi butaca windsor comprada en Saga Falabella (con descuento del 25% con mi tarjeta Falabella), puedo sentir el confort de mis zapatillas Converse (talla 42, compradas en marzo del 2010) que jamás uso fuera de casa. Mis glúteos están tensos y el olor a suavizante de la ropa se diluye en el tiempo prolongado de la lectura. Todo sigue así, hasta que finalmente deserto y tiro la toalla escapando a la pantalla.
Sin embargo es divertido, hace gracioso lo banal, pero no jodas, ¿salirse de la trama principal para irte por las ramas en 60 páginas solo para describir el mundo de los adictos en rehabilitación? En serio ¿no es broma?
Y sigue así, el asunto central se vuelve periférico en la narración-descripción de Foster. Siento que desafía mi aguante, que me achaca que no se leer, que no estoy listo para él. Que esto de leer la Broma infinita y acabarlo es cosa para lectores profesionales. Lo cierto es que no lo he acabado, lo cierto es que ni siquiera he llegado a la mitad, lo cierto es que siento que va ser peor que leer el Tambor de hojalata de Gunter Grass (que me tomó 4 años acabarlo).
Es más fácil suicidarse que acabar de leerlo. Los momentos en que deserto de la lectura son cuando siento que Foster baja a extraordinario, cuando hace apenas unos párrafos atrás estaba en francamente increíble. Y ahí lo dejo y tiempo después vuelvo, como alumno repitente. Esta es mi roca y yo soy Sísifo. Y cuando dejo la lectura, como ahora, se que la roca cae y Foster ha ganado de nuevo.