Hablar de lo mejor del cine peruano en la actualidad, es
hablar de los hermanos Vega, quienes con su tercer largometraje La bronca, vuelven a reafirmar su
talento en el cine. Diego y Daniel han logrado con gran sutileza una obra de
arte que fue premiada a Mejor Película y Mejor Actor en el 23 Festival de Cine
de Lima.
“No es necesario ver el dolor para que exista” señala Daniel. En La bronca, Jorge Guerra, Rodrigo Palacios y Rodrigo Sánchez Patiño, han logrado con sus interpretaciones construir personajes que contagian fuertes emociones y que arrastran taras sociales, espíritu punk y prejuicios de la época.
Hoy se estrena La bronca en todos los cines. Aquí una entrevista con Daniel Vega sobre el proceso del filme, la acertada elección de los actores, la violencia, la necesidad de una Ley de cine, y nos respondió la gran pregunta ¿se vive del cine en el Perú?
¿Con La Bronca se cierra el ciclo de historias de relaciones familiares?
Es una pregunta difícil. De manera inconsciente sin planearlo nos han ido saliendo historias familiares con la figura muy importante del padre. Me he dado cuenta que es la tercera y debería cerrar el ciclo para pasar otro tipo de historia, pero al final uno hace las películas que nos salga. No sabemos que saldrá luego. Leí alguna vez una frase que decía que todos los directores terminan hablando de lo mismo.
Entonces, no cerramos
la posibilidad de que la cuarta película de los hermanos Vega sea sobre una
relación familiar
Puede ser, pero esperemos que no (risas).
En La bronca hubo una acertada elección de
los personajes, eso habla muy bien de la persona encargada del casting
Beto Benites fue la persona encargada del casting aquí en Perú, fue un encargo muy específico, y como lo comenté en el estreno, fue inspirada en un momento de nuestras vidas. Por ejemplo, el personaje del padre está inspirado en mi papá. Si bien no querías alguien como mi papá, teníamos una imagen que era la de Benicio del Toro, que es diferente a mi papá, pero ese era nuestra imagen de Bob Montoya, pero como no encontramos eso, el de casting comenzaba a buscar y presentaba opciones, y así fue como encontramos a Bob, Toño y al hijo. En un momento cuando no entrabamos a Bob, me hizo casting a mí (risas).
¿No se cierra la posibilidad que Daniel Vega actué en el cine?
No, no es lo mío eso, no creo que funcione la verdad
(risas).
El personaje de Bob Montoya es el peruano emprendedor que busca siempre salir adelante a pesar de las dificultades, pero está tan bien trabajado que se convierte en un personaje literario.
Eso me parece interesante, porque tiene una base de realidad
muy grande, el personaje no es exactamente mi papá, pero lo que sí tiene mi
padre es que es un luchador que no desfallece, se cae, pero llega a levantarse.
En el fondo todos los peruanos somos luchadores, hemos estado hundidos en el
fango y hemos vuelto a salir, a pesar de la crisis y los gobiernos corruptos.
Salimos adelante solos porque somos sobrevivientes, no tenemos un Estado
paternalista.
Todo un reto la construcción del personaje.
Uno de los retos que nos preocupaba muchísimo es que termines
odiando a Bob Montoya, y eso no podía pasar. Era un riesgo que Bob Montoya
caiga mal.
Sobre todo, para manejar los diálogos en el guion; qué dice y cómo lo dice.
Así es. Hay muchas escenas que se han quitado de cosas que
decía, porque hemos tenido que pulir al personaje en edición.
Bob Montoya es un personaje de fines de los ochenta e inicios de los noventa, pero con la corrección política que existe ahora ¿han sido precavidos?
No. Simplemente es que buscamos que el público empatice. Lo
que me dice la gente es: oye, Bob Montoya es un pata que vive aquí, lo conozco.
Es un personaje bien identificable, la gente siente que lo conoce. Eso es
bonito, porque si tú lo conoces, al final es un personaje que no odias. Lo que
hablas de la corrección política, en ese sentido Bob Montoya es completamente
condenable. Es un personaje ahorita obsoleto.
Y las feministas lo etiquetarían como un machirulo.
Totalmente, pero es el año de 1991, y esos personajes
existían, y ahorita también existen, solo que están asolapados.
En solo seis semanas de grabación, y el presupuesto estuvo limitado ¿cómo manejaron todo eso con tu hermano?
Fue toda una serie de decisiones, desde trabajar con un director de foto que supiera trabajar sin luces, porque filmamos sin luces. Conversando con Diego le decía que la película la veía filmada con un solo lente en 35 mm, y el director de fotografía nos dijo exactamente lo mismo, y hemos filmado toda la película con el lente 35. Esas decisiones intuitivas tienes dos puntos a favor, uno es que no tienes que estar cambiando de lente y así no pierdes tiempo, y dos es que el 35 se asemeja mucho a la mirada, entonces, es como si fueras parte de la historia. La cámara al hombro también te ayuda a darle movimiento, si tuvieras la cámara fija o el dolly, te quitaría tiempo. Esas decisiones practicas también nos han ayudado en cuestión del tiempo del rodaje. Al final filmamos sin script, sin luces y con un solo lente.
Como bien mencionas La bronca fue filmado sin luces, pero se ve el gran trabajo del director de fotografía, ya que ha tenido que manejar muy bien la temperatura del color.
Para que todo tenga la misma temperatura de color hemos
tenido que cambiar focos, poner algunos filtros, algunas gelatinas, cosas así
se tuvo que hacer para que todo sea uniforme. Esa temperatura de color ha sido
lo que ha cuidado el director de fotografía. Una de las cosas que me gustó fue
cuando estábamos colorizando la película, el colorista nos dijo: lo que me
gusta de esta película es que se siente una película fotografiada. Ese es un
piropazo.
Hablando de la temperatura del color, ¿te gusta más la paleta de colores de Kaurismaki o la de Herzog?
Me gusta más Kaurismaki, pero también por el tono y las
historias me acerco más a su cine, eso no significa que Herzog no me vaya a
gustar, pero me jala más Kaurismaki, y creo que eso se nota.
Lo admirable también en la película, es el trabajo del lenguaje corporal de los personajes, ya que no necesitan hablar mucho para expresar tanto, sobre todo el hijo de Bob Montoya
La elección de él en el casting fue muy importante, nos
costó bastante, de hecho, fue el último que elegimos, realizamos un callback
con Rodrigo Palacios que ya está seleccionado, al final quedaron dos chicos,
había uno que era muy buen actor, pero al nivel de físico y expresión lo
hubiese llevado el personaje por otro lugar. Nosotros hemos elegido a Jorge Guerra
por lo que te transmite tan solo al verlo. Tiene una carga emocional fuerte,
todo lo que transmite él es muy expresivo. Eso era lo que necesitábamos,
alguien que lo exprese sin necesidad de actuarlo.
La película tiene simbolismos muy fuertes, como la escena del inicio de la película, donde el hijo del Bob Montoya saca esta especie de estaca que lleva la palabra PARE, y lo curioso es que esa señalética es de color rojo, que nos recuerda a la época del terrorismo en el Perú. Es algo muy sutil.
Tiene eso, y eso está clarísimo, y fue buscado de alguna
manera. Es algo del cual pocos se darán cuenta. Si te das cuenta también el
hijo carga el letrero como una cruz.
Claro, una especie de peregrinación, ya que él carga todo ese contexto político y social que vive el Perú y con el cual llega a Canadá.
Esa es una imagen muy gráfica. Son símbolos que se buscaron siempre. Qué
bueno que los hayas leído.
En la escena de los golpes, trabajan muy bien ese momento, ya que prácticamente con el sonido despiertan la imaginación del espectador.
Sucede que la violencia no es necesario verla para que
exista, de hecho, hay mucha gente que al principio de la escena se ríe, como que
disfruta del primer momento, pero luego se dan cuenta que la cosa sigue y
sigue, y luego desde lejos ves que siguen, ahí es cuando todo el cine se calla.
La película tiene momentos de humor, pero de ahí en adelante no hay nada que te
de risa.
Bob Montoya sabe muy bien que suelo está pisando, porque luego de esa escena le dice: Cállate, esto no es Perú, esto es Canadá.
Sí. No me cagues, le dice (risas). Cosa que tal vez aquí podrías hacerlo, y no pasa nada, aquí la gente la caga una vez y todo pasa por agua tibia, pero allá no, allá te vas a la cárcel.
La bronca también nos habla de la migración, migrar para sobrevivir.
Es lo que se vivió en esa época, le pasó a mi familia, como
a muchas familias en el Perú. El gobierno de Alan García nos llevó al caos, a
la destrucción y a la miseria. Así como millones de venezolanos migran a otros
países. Incluso en la película Roberto dice: me ves futuro como actor. Y ella
le dice: no sé, yo no veo el futuro. Esa misma frase a finales de los ochenta
mucha gente no veía el futuro, no se proyectaba ni era capaz de verlo. La gente
que se fue, se fue buscando un futuro que no te ofrecía el país porque estaba
destruido.
También en el filme se encuentra el actor Rodrigo Sánchez Patiño, que encarna al personaje arrimado…
Ese es un personaje súper reconocible. Cuando Rodrigo
Sánchez Patiño leyó el guion, me dijo: oe, a este huevón yo lo conozco, yo he
vivido con él. Es como un personaje que todo el mundo conoce. Yo tengo un amigo
de la adolescencia que iba a dormir a mi casa, a veces llegada antes que yo a
mi casa, y cuando amanecía mi mamá bajaba a la cocina y mi amigo estaba con
bata y pantuflas, la bata era del esposo de mi mamá (risas). Pero era tan
querible y entrañable que nadie le decía nada. O sea, es el arrimado y todo,
pero no te cae mal, y Bob Montoya quiere a todos, porque además son amigos de
la infancia.
Estos tres actores han tenido la compañía y el gran apoyo de las actuaciones de las tres mujeres, que son la esposa de Bob Montoya y las dos amigas
Hay algo que pasa siempre en nuestras películas, las mujeres quedan mejor paradas que los hombres. Estás tres actrices son muy lindas, muy queribles y súper profesionales, le dan la cuota de realismo y femineidad que se necesita, ya que la película es muy masculina, porque lo protagonistas son tres hombres, además, tres hombres bien masculinos, o bien machirulos como dices tú. En la película la niña es la luz. Si te das cuenta es una niña que ni siquiera habla español, porque a su papá no le interesa, y es el hijo que le enseña de paporreta a los incas, sin saber ni siquiera qué significa, de dónde viene su cultura. Esta el Perú presente, pero es un Perú de paporreta.
A pesar de ser la tercera película de los hermanos Vega, continúa siendo difícil conseguir financiamiento para filmar. Yo pregunto, si a los hermanos Vega que han ganado varios premios y han estado en diversos festivales de cine como Cannes, les resulta difícil conseguir presupuesto, no quiero imaginar lo que tiene que pasar la gente que está comenzando en el cine y desea filmar su primer largometraje
Lo que pasa es que todavía no tenemos una legislación apropiada, en la conferencia de prensa donde lanzamos la serie Lavoe con mi hermano, hablamos de detalles tan simples como el de traer un actor del extranjero al Perú, ya que por traerlo tienes que pagar el 30 % más. En otros países donde existe el fomento a la producción, tú no tienes que generar ese pago.
Hay un falso discurso desde DAFO también, pero poca gente quiere hablar del tema.
Yo conozco a la gente de DAFO, la voluntad y las ganas
existen, pero creo que se estrellan una y otra vez con el Ministerio de
Economía y con el Congreso de la República. Vamos a ver qué pasa en el proyecto
de la Ley de cine, porque se la pueden tumbar en cualquier momento. Siempre
pongo como ejemplo a Colombia, imagínate que Will Smith estuvo filmando ahí,
pero eso es porque existe una legislación adecuada. Al final filmar genera
muchísimos puestos de trabajo.
Los espacios para proyección también es otro problema para las películas peruanas, ya que muchas solo duran una semana en cartelera.
Eso es ya de la ley de oferta y demanda que es por lo que se
rige el mundo.
¿Y la cuota de pantalla que se debería tener?
Hay países como Francia que tienen su cuota de pantalla y
cuidan su cine. No sé si aquí estamos preparados para que suceda eso. Sería
lindo, pero no sé cuál es la solución para que la gente se mantenga y vaya al
cine. A mí me encantaría que La bronca la vean millones, pero tengo que ser
realista.
¿Qué película se viene luego de La bronca?
Eso es lo difícil. Justo el otro día que estaba hablando con
alguien le dije que estoy seco de ideas. Leí por ahí que a Sting se le había
acabado la creatividad, y lo que hacía era meterse baños de sal. Me voy a
comenzar a meter baños de sal (risas).
Estamos con la sequía creativa.
Ahorita sí, o sea, tiene que ser algo que te tiene que mover para hacer una película. Si algo he aprendido después de toda esta experiencia es que todos los días te tienes que levantar como si fueras un estudiante de cine. Si no tienes esa ilusión, te retiras y pones un restaurante.
Lo interesante de La bronca, es que ha recibido buenos comentarios tanto de la crítica como del público, y eso es raro.
Eso es lo mejor de todo. Así seas crítico o público, al
final son seres humanos. Mucho lo que hace la crítica es intelectualizar, y que
a pesar de eso igual con la película emocionalmente hemos conseguido algo
potente. Muy independientemente de los premios, ya que los premios son
circunstanciales por modo o temas del momento.
Ahora hablemos de la serie Lavoe, protagonizado por el actor Lucho Cáceres.
Lucho Cáceres es un gran actor. Hay que puntualizar que no
es la historia de Héctor Lavoe, sino, la del imitador de Lavoe. Esta es otro
tipo de historia, ya que tienes un contexto de la segunda mitad de los años
ochenta, hay un periodo de crisis y de convulsión de esa época. Pero es una
comedía, yo me he reído mucho. La serie esta producida por Movistar, y Johanna
Lombardi es la jefa de los proyectos, y Héctor Gálvez y Diego escribieron esta
serie. Ha sido un rodaje muy duro, pero ahí esta la energía, creo que te vas a
divertir.
Daniel, paralelamente trabajas de profesor, es decir, no vives de filmar películas.
Ojalá pudiera vivir del cine, pero no. Yo dicto clases, justo tengo que licitar un proyecto de publicidad como cualquier mortal. Dicto clases y hago publicidad cuando se pueda. No hemos ganado ni mi hermano ni yo, ni un centavo por La bronca, espero en algún momento ganar. De hecho, que, para irme a filmar La bronca, tuve que vender mi auto, porque sino mi familia no tenía que comer aquí. Pero así es, qué vas a hacer.
El suicidio de Alan García, ¿es para una película?
Es un peliculón. Lo bonito sería hacer una película de Alan, sin juzgar a Alan. Todos somos grises, no hay blanco y negro. Al que veo que todo lo que proyecta es perfección, desconfío absolutamente de esa persona. Alan es un gris como cualquier otro, los que pasa que fue presidente del Perú dos veces. El primer gobierno fue uno que todo el mundo recuerda como el peor gobierno en la historia del Perú.
¿Alan García ayudó a filmar La Bronca?
Gracias a él se creó La bronca (risas), por él nos fuimos muchos del país, y gracias a él mucha gente sigue viviendo en el extranjero, y gracias a él Perú tiene una hinchada enorme donde va a jugar. Lo que pasa que hasta hoy todo está podrido, pienso en el Congreso y en el Ejecutivo y me da nauseas. Lo único que nos han enseñado los de derecha, izquierda y centro, es que todos son iguales. No hay esperanza.
¿Cómo le explicamos eso a nuestros hijos?
A veces mis hijos me escuchan decir cada barbaridad que no
debería, porque en realidad uno siempre quiere que sus hijos sean mejores que
uno. Tengo un hijo de 16 y una hija de 11, y tratamos de explicarles algunas
cosas, pero al final serán adultos; esperemos que las nuevas generaciones sean
diferentes.
Para finalizar, ¿Qué te dejó estos 23 años del Festival de Cine de Lima?
Me parece una iniciativa importante, de hecho, es uno de los festivales de cine latinoamericano más importante de la región. Imagínate como llegarían esas películas y directores aquí, si no fuera por el Festival de Cine de Lima y del Centro Cultural de la PUCP. Las películas que llegan aquí son de las más importantes de la región. Traer gente, propiciar encuentros, por ejemplo, nuestro director de fotografía Arnaldo Rodríguez es chileno, el director de sonido es Guido Beremblum, que es un argentino talentosísimo. El festival ayuda a generar esos encuentros y sinergias.
(ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA IMPRESA LIMA GRIS NÚMERO 18)