El Ministerio de Cultura durante estos diez años de existencia ha resultado ser una institución inoperante. La finalidad de su creación fue para formular y establecer estrategias de promoción cultural de manera inclusiva y accesible para fortalecer la identidad cultural. Su finalidad también es la conservación y protección del patrimonio cultural, y fomentar toda forma de expresiones artísticas. Además de planificar y gestionar el desarrollo de los pueblos amazónicos, andinos y afroperuanos, todo ello propiciando el fortalecimiento de la ciudadanía e identidad cultural y abriendo espacios de participación de todas las culturas, mediante lo cual se democratiza la cultura para acercarla al ciudadano. Durante una década nada de eso se ha cumplido.
Luego del escándalo del caso Richard Swing, no cabe la menor duda que algo se pudre en el Ministerio de Cultura, y ese hedor lleva años intoxicando el sector cultural. Así como el pescado comienzan a podrirse por la cabeza, las instituciones del Estado empieza a hacerlo por sus altos funcionarios, hasta llegar a contaminar todo el organismo estatal. Es por eso que la Dirección Desconcentrada de Cusco también se pudre, y ese olor ya resulta insoportable para los cusqueños.
Recogimos algunos comentarios de profesionales cusqueños que conocen muy bien el sector cultural de su ciudad. Estos fueron sus comentarios.
Juan Antonio Olivares Morante (Abogado)
La Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco, es una frustración histórica respecto del fracasado proyecto de centralización, es únicamente una mesa de partes del Ministerio de Cultura, sin ningún nivel de iniciativa ni administrativa ni política, menos de fomento a la cultura en general. Funciona solamente como una caja recaudadora de los recursos provenientes de la riqueza arqueológica, pues se han creado una serie de artilugios legales para que el dinero recaudado en Machu Picchu y otros centros, sea transferido a Lima. No hay ningún nivel de iniciativa que favorezca la investigación científica , ni promueva otras ramas de la cultura, no ha sido capaz de impulsar la creación de infraestructura cultural y lúdica como museos, teatros, bibliotecas y menos proyectos de investigación e implementación de laboratorios y otros. El Cusco debería ser la sede de una instituto de investigación histórica arqueológica y antropológica por ejemplo.
Durante mucho tiempo solo ha servido a intereses subalternos, directamente vinculados a intereses personales o de grupos de poder, pues ha sido utilizado como una gran herramienta para dar empleo a sectores de construcción civil, es una de las entidades que mayor mano de obra emplea, distorsionando su funcionamiento en un claro clientelaje político. Ha favorecido la corrupción en varios rubros referidos a sus funciones propias, licencias, certificaciones y otros. El Ministerio de Cultura es una entidad irrelevante para el desarrollo de la cultura en la región, vive parasitando de la riqueza del Cusco.
Cricia Ochoa Huamantica (Abogada, Comunicadora Social, Docente y Escritora)
El tema “cultura” es muy amplio y no se agota solo en lo material y arqueológico como sucede en el Cusco. Urge que tengamos una idea clara de qué es la cultura. Entendiéndola íntimamente ligada con la visión y la organización de cada pueblo, para alcanzar así su desarrollo. Hablar de la problemática de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco (DDC), es hablar de los problemas que afronta el Ministerio de Cultura.
Esto porque a pesar de que cada región tiene cierta independencia, no existe una política pública cultural clara. Ese ministerio no tiene, desde su creación, ni pies ni cabeza y es utilizado para pagar favores políticos de campaña electoral, como lo demuestra el caso de Richard Swing. Mientras en eso gastan miles de soles de todos los peruanos, los artistas y los pueblos originarios mueren de hambre y víctimas del Covid 19.
Eso evidencia la falta de trabajo institucional a nivel nacional. El bajo presupuesto destinado a direcciones como la de interculturalidad, en comparación con otras áreas que dedican sus esfuerzos a realizar eventos muchas veces denunciados por estar “arreglados”, pone en evidencia lo ineficaz del manejo institucional. Los trabajos de mapeo no se realizan de modo adecuado. En estos, prima el amiguismo y la argolla, esa enfermedad generalizada que padece el Perú.
Por otro lado, si hablamos de las industrias culturales, estas se encuentran en abandono. Nada se ha hecho con respecto al bienestar de las personas y artistas que forman parte de la cadena de producción cultural. No existe un registro de los actores sociales de ese sector. No existen mesas de trabajo, para visibilizar, conocer sus demandas y necesidades y con base a ellas establecer políticas públicas reales.
No existe tampoco más allá del papel una programación por resultados a largo plazo. Para que el MINCUL y la DDC tengan alguna relevancia requiere un trabajo serio y participativo para la observación e investigación de lo que requiere el sector cultura a nivel nacional. Ello repercutirá en el bienestar de todos los implicados y no solo en el sumo beneficio de un grupo minúsculo. Aquí debo recalcar además que los artistas deben buscar asociarse, crear sus propias instituciones que velen por sus derechos y puedan forzar al MINCUL a cumplir con su deber.
Frida Ibáñez Ayerve (Comunicadora Social)
Si bien en la DDC de Cusco trabajan muchos amigos y reconocidos profesionales, a veces siento que “algo falta” para articular bien algunos conceptos. Siempre voy al tema musical, un tema patrimonial del que poco a nada se conoce, se especula al hartazgo, se registra millones de veces y sin embargo la producción musical local es cada vez más estandarizada hacia el folclore latinoamericano perdiéndose de su repertorio y para siempre instrumentos y modos musicales.
Hace años se hizo un importante festival musical (con muy buenas intensiones pero con consecuencias futuras fatales) como es el festival “Su Majestad el Huayno” donde entraban en el mismo saco diversos géneros musicales, erradamente confundidos con el huayno (ahí están los vídeos). Un criterio tan elemental pero a la vez misterioso para nosotros, los mismos cultores. Pienso que un Ministerio de Cultura y más en Cusco, debe investigar en esos temas a profundidad, porque son los generadores (a futuro) de la identidad cultural de nuestro pueblo.
Jesús Manya Salas (Político y Escritor Quechua)
La Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco, empezando por su nombre demuestra, la falta de coherencia de esta institución con el proceso de regionalización; así como con la propia creación del Ministerio de Cultura, que señalaba que la instancia debiera ser una Dirección Regional de Cultura; cuyo nombre lo usó por poco tiempo, sin estar transferido al Gobierno Regional, como lo fueron todas los otros sectores.
Esta fractura no resulta casual, es parte del manejo hegemónico y centralista de los grupos económicos de poder, para que la cultura sea parte del negocio privado; política a partir del cual se diseñan las líneas culturales de esta institución.
Así los recursos recaudados por el Santuario de Machupicchu, son utilizados en supuestas “inversiones nacionales”, para justificar la centralización del dinero; es tan dependiente esta dirección en Cusco, que políticas como: cultura viva, puesta en valor del patrimonio, fondos editoriales y artísticos, se manejan desde Lima, bajo el mandato de la argolla de los grupos conservadores que lucran con estos fondos. Tanto así que para ser director de esta región deben ser parte de la sumisión del grupete del ministerio.
Carlos Apolinar Hurtado Gálvez (Artista plástico)
Las políticas públicas en el ministerio de cultura están descontextualizadas con la realidad. Quienes se encuentran al frente de dicha institución no logran entender el verdadero sentido de administrar y llevar la institución al objetivo de elevar el nivel cultural de la región en todos sus aspectos. El abandono de estrategias y programas de desarrollo integral reflejan la falta de profesionales especializados en la institución, los cuales sirvan para el desarrollo sociocultural en todas sus expresiones, hay necesidad de renovarse continuamente con los nuevos soportes tecnológicos y distintas plataformas que ayuden a enfocar la problemática y encontrar soluciones de acción inmediata con proyección al futuro en favor del desarrollo multidisciplinario del ámbito cultural de la región.
No existe un verdadero proyecto de descentralización que permita una autonomía en favor de nuestra región, ni existe reinversión de los ingresos en favor de la gran población, no existe programas de investigación cultural, profesionalización artística en distintos niveles ni la reformulación de las industrias culturales en favor del bienestar de los agentes culturales que somos un gran segmento que trabaja sin cobertura de la institución que se supone debe velar por nosotros, por el contrario se convirtió en una entidad de negociación y abandono del patrimonio artístico cultural material e inmaterial.
Requiere una urgente reorganización de sus motivaciones y porqués de su existencia como ministerio.
Pavel Ugarte Céspedes (Antropólogo, escritor y poeta)
La DDC de Cultura, ejemplifica los mismos problemas que tiene el Ministerio de Cultura a nivel nacional. No sólo es la última rueda del coche sino también el botín del gobierno, ministro o director de turno. Ante la ausencia de Políticas Culturales han desvirtualizado sus funciones. En la defensa del patrimonio material, ha devenido en cómplice de atentados de lesa cultura con claros ejemplos como el de la Calle Saphi, Loreto, entre otras. Si hablamos de patrimonio inmaterial la oficina de industrias culturales es donde se ha enquistado gente de la ONG Guamán Poma de Ayala desde la gestión de Luis Nieto Degregori.
Desde esa oficina organizan eventos con ingentes cantidades de recursos y personal para público fantasma como también para los amigos o parientes que son permanentemente contratados. Personajes como Braulio Mirano fungen de oscuros asesores tras bambalinas en desmedro del movimiento cultural en el Cusco. Hay “profesionales” que reciben sueldo del Estado pero en estos años no han contribuido a lo más mínimo a la edificación y materialización de políticas públicas para el sector cultura. En el Ministerio de Cultura del Cusco, se trabaja desde la improvisación hasta el mal manejo de recursos públicos con concursos laborales direccionados y sin un mínimo impacto en el bienestar patrimonial o ciudadano.