En el ombligo del mundo, rodeados de muros incas, dos menores de edad estudian en la vía pública, mientras venden golosinas y hiervas medicinales hasta altas horas de la noche para costear de alguna u otra manera la canasta familiar que necesitan para cubrir los gastos de sus estudios.
Uno de ellos es Alberto, quien ofrece golosinas mientras qué Jack vende hierbas, ambos asisten por las mañanas a un centro educativo denominado Cachona ubicado en el distrito de Santiago, y por las noches, realizando un gran esfuerzo, se extienden en la céntrica Av. El Sol, donde aprovechan la iluminación para cumplir con sus tareas escolares. A esas horas de la noche se vive un fuerte frío en la ciudad del Cusco, bajas temperaturas que por esta época azotan a la ciudad imperial.
Ambos menores de edad, piden a las autoridades apoyo, ya que la situación actual consecuencia de la pandemia ha golpeado duramente la economía de sus familias.
«Lo que gana papá en su trabajó como albañil no alcanza y muchas veces somos retirados de aquí por los municipales» relata Jack.
Alberto y Jack, tratan de ayudar a su padre y de la misma forma cumplir sus deberes, un esfuerzo loable que sirve también como un ejemplo de la inmensa necesidad que viven cientos de familias en el Perú, pero a pesar de eso salen a trabajar sin encontrar excusas.
Espero que las autoridades cusqueñas y el Ministerio de la Mujer y poblaciones Vulnerables apoyen a estos niños que hacen un sacrificio diario para cubrir sus propias necesidades.