El nombramiento del embajador Néstor Popolizio Bardales, como asesor del representante del Perú ante la ONU, Manuel Rodríguez Cuadros, “no es correcto”, aseguró el excanciller Francisco Tudela y añadió que su cargo no tendría ninguna finalidad diplomática.
“Se evidencia un mal manejo en la Cancillería en cuanto al tema de los nombramientos”, declaró a Expreso.
Lo más extraño, es saber que Popolizio dejó el cargo como Representante del Perú ante la ONU, justamente el 1 de septiembre y en su lugar, mediante la Resolución Suprema 107-2021-RE, se asignó a Rodríguez Cuadros en el cargo; e inmediatamente a Popolizio, luego de darle las gracias por los servicios prestados a la Nación, la Cancillería lo asignó como asesor de su propio sucesor. Prácticamente, Óscar Maúrtua, lo puso en un cargo que tampoco es necesario y que solo representa un gasto más para el presupuesto nacional.
Así las cosas y ante los cuestionamientos, la Cancillería anunció que a Popolizio se le albergará en “sede amiga”.
“Se ha solicitado a un país amigo el beneplácito correspondiente para el embajador Popolizio. El actual encargo es temporal y evita costos de retornar a Lima, lo que sería más oneroso”, informaron.
Ante esa respuesta de Cancillería, Tudela van Breugel-Douglas mencionó: “Eso es absurdo. Un diplomático peruano debe tener autonomía y no estar sujeto a “sedes amigas”. Estamos frente a un acto de aprovechamiento de los recursos del Estado”.
Cabe resaltar que Néstor Popolizio fue viceministro de Relaciones Exteriores, primero en 2009, durante el gobierno de Alan García y posteriormente, en 2016, en el gobierno de PPK y luego pasó a ser Canciller de la República en el mandato de Martín Vizcarra, desde el 02 de abril de 2018, hasta el 30 de septiembre de 2019.
Además, se debe recordar que el actual representante del Perú ante la ONU, Manuel Rodríguez Cuadros, en las postrimerías del régimen de Alejandro Toledo protagonizó un escándalo, al descubrirse que, durante su representación diplomática en Ginebra, celebró un contrato de alquiler con la señora Juliana Weigl Azar, que era extremadamente oneroso para su residencia diplomática ubicada en Versoix, donde se pagó alrededor de $35 mil dólares mensuales, provenientes del tesoro peruano.