Para Ana Bertha Vizcarra Chávez, poeta guía y mi madre espiritual
y para Alejandro Pachón, de Puka Yaku Teatro,
a quien le debo conocer las extensas calles limeñas…
Éstas siete plagas capitales nacen en Lima, Perú, ciudad de catástrofes y leyes a medida de saco y corbata para injustos y ladrones. Los siete pecados capitales, son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo para educar a sus seguidores acerca de la moral cristiana.
Este texto está inspirado en la decadencia moral del Estado peruano centralizado en la ciudad de Lima. El término “capital” (de caput, capitis, «cabeza», en latín) no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados y plagas institucionalizadas. Dichas plagas nacidas en la capital se extienden por el resto del Perú.[1]
- LA INDIFERENCIA: Es la típica característica en el comportamiento peruano, la cual sembró el Conflicto Interno Armado en el Perú (1980-2000) y los cimientos del edificio de la corrupción nacional y su clase política gobernante (2000-2017). Según Alfonso Quiroz: “la corrupción es el mal uso del poder político-burocrático por parte de camarillas de funcionarios coludidos con mezquinos intereses privados con el fin de obtener ventajas económicas o políticas contrarias a las metas del desarrollo social mediante la malversación o el desvío de recursos públicos junto con la disposición de políticas públicas o instituciones”.[2]
- ODEBRECHT: El Perú tiene una tradición de males ajenos y extranjeros. Los barbones no podían ser la excepción pero tienen mérito de plaga como también de sanación. Para el escritor libertario del siglo XIX, Manuel Gonzales Prada: en el Perú donde pones el dedo brota el pus. Sentencia todavía tangible gracias a la empresa delatora (vox populi), de los diezmos a diestras y siniestras intenciones de los rapaces gobiernos de Toledo, García, Humala e incluso el presente. Que el actual presidente de la república, sea investigado por vínculos con esta empresa o tantas otras, nos dice que el cinismo institucionalizado y la destrucción del tejido social han caído sobre la capital.
- LA INSEGURIDAD CIUDADANA: La violencia y zozobra vivida en la capital de país como en sus grandes provincias es fruto del carente acceso a la educación, la salud, el empleo. La inseguridad no la va resolver ni el Ministerio del Interior, ni las fuerzas policiales o militares. La responsabilidad se encuentra en el Ministerio de Educación, Salud y Trabajo. El sicariato y los ajustes de cuentas, los asaltos y asesinatos (el periodista José Yataco víctima entre miles de un terrible ensañamiento), la ira y la frustración (la masacre de Independencia), son apenas unas guirnaldas de quienes creen que pueden delinquir porque a las grandes esferas del poder también se lo permitimos.
- LA SALUD PÚBLICA: Para establecerse Estados y Naciones los ciudadanos establecieron un contrato social.[3] Deberes y derechos nos exigen tributar e institucionalizar nuestras vidas a favor de ciertos beneficios para el bien común y familiar. Millones de peruanos desde que nacen no se ven amparados por el Estado. Admitimos el sistema dependiente del neoliberalismo, y nos exigen tener DNI -pero en la práctica- de cuánto me sirve el DNI si el sector salud se encuentra abandonado e insensibilizado. Me pregunto, porque el 78% de los peruanos no tiene ninguna cobertura de seguro o salud[4] y si en la capital hay grandes falencias, en zonas rurales no conocen un puesto de médico.
- LA EDUCACIÓN PÚBLICA: Empezando el año escolar el abandono de los establecimientos escolares es evidente en todo el país. La docencia, maltratada económica y socialmente es un problema enraizado pero al cual nadie presta atención. Es la génesis de todos nuestros problemas. Si la mayoría de peruanos conociésemos nuestra verdadera historia, sabríamos que el genuino precursor de la independencia americana fue José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y no las élites criollas venidas de fuera y engarzadas hasta ahora.[5] Igualmente, si supiésemos que durante el Conflicto Interno Armado de cada cinco peruanos asesinados, cuatro eran de zona rural y tres quechua hablantes[6], no estarían en poder del Congreso de la República los fujimoristas herederos de la década de la podredumbre. Si estuviésemos bien educados, no saldrían furibundos padres de familia a meterse con los hijos de todos exigiendo no meterse con los suyos. La ignorancia no sería el retrato de país que tenemos, intolerante además de prejuicioso.
- EL TRANSPORTE y “LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN”: Las trochas, carreteras y autopistas nos pertenecen a todos como ampara la Constitución Política. El espectro electromagnético (vía de las redes y medios televisivos y radiales) son propiedad y de interés para el Estado peruano. Los anacrónicos procesos judiciales que se desencadenan a raíz de malversación de fondos, peajes indebidos, obras inconclusas, incompetencia estructural (o también robo), evidencian que las obras de interés público (Ej. la Interoceánica), son un botín para el saqueo más que un producto para el desarrollo.
La autorregulación de los medios de comunicación es una actitud ingenua y permisiva. Permitimos a trogloditas como Butters “ejercer” el periodismo con un discurso trasnochado que enfrenta a una población ignorante con su demonio más cruel, el dogmatismo católico, fiel herencia de nuestro pasado colonial. Los medios alternativos son el nuevo camino para una comunicación sincera y nutritiva informativamente.
- EL FENÓMENO DEL NIÑO / LA NIÑA: Este fenómeno climático, parte de un ciclo natural global del clima conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO)[7]. Este ciclo global tiene dos extremos: una fase cálida conocida como El Niño y una fase fría, precisamente conocida como La Niña. Los antiguos peruanos la conocían, y lo corroboran los tiburones cerámicos encontrados en la Huaca Puqllana, donde se aprecian los minuciosos detalles bilógicos de este pez de agua caliente. Advertían lo que se avecinaba gracias a su estrecha relación con la naturaleza. La misma que tenemos hoy, pero con las redes sociales y la tecnología. Advertidos de cientos de maneras y en todos los formatos, para el 2017 (como hace 20 años), la inversión pública del “Perú que avanza”, malversó y dilapidó en unos cuantos bolsillos aquellos fondos que pudieron ser destinados a la prevención o incluso ahora para acudir a cientos de miles de damnificados víctimas de la incomunicación en la Amazonia, las heladas en los Andes, los huaycos e inundaciones en la Costa.
La anomia colectiva, las sequía, las epidemias (el dengue, zika, chikungunya), la violencia generalizada y robo indiscriminado en el Estado peruano, deben ser un punto de quiebre para reconsiderar al 2021 adónde vamos como proyecto nacional.
Indudablemente, la madre de estas siete plagas capitales es la CORRUPCIÓN, pero se encuentran estrechamente ligadas. Se ha vuelto difícil tener las manos limpias, pero quisiera cumplir con optimismo aquel propósito que salió de casa en la voz de mi padre: Te entrego un apellido limpio, limpio entrégaselo a tus hijos… Sabiduría popular que se va olvidando en los ideales del país en el cual nacimos. Aquí cunde la cleptocracia y el cinismo, pero también se aprecia la lucha de gente honrada, medios informativos probos (al menos en las redes y el papel que imprime y no deprime), procurando inculcar inteligencia, amor por la lectura, por la poesía o por la vida. La creatividad y la cultura son las únicas banderas políticas que debieran blandirse ahora, frente a la crisis generalizada, es posible entregar semilla para que germine en nuestro Perú del llan
[1] De acuerdo a Santo Tomás de Aquino: “Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada”.
[2] Quiroz, Alfonso W. Historia de la corrupción en el Perú, pág. 30. Primera Edición 2013. IEP / IDL. Si el autor hubiese conocido los últimos acontecimientos de la vida nacional, hubiese dado un colofón profético a este célebre libro.
[3] Léase: “El contrato social: o los principios del derecho político”, más conocido como El contrato social, es un libro escrito por Jean-Jacques Rousseau y publicado en 1762. A la fecha tiene múltiples ediciones siendo posible ubicarlo en distintos formatos y soportes. Es más que recomendable su lectura por las reflexiones y concepciones que Rousseau enuncia y donde se emociona: “cuando se ve en la Nación más feliz del mundo a grupos de campesinos resolver los asuntos del Estado bajo una encina y conducirse siempre con acierto”.
[4] Superintendencia de Banca, Seguros y AFP.
[5] Walker, Charles. La Rebelión de Túpac Amaru. Instituto de Estudios Peruanos. Primera Edición, Lima 2013.
[6] HATUN WILLAKUY / Versión abreviada del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Primera Reimpresión 2008. Lima – Perú.
[7] Véase Wikipedia: El fenómeno de El Niño.