A inicios de los años ochenta, la crisis social del Perú provocó una postura radical: la toma de conciencia política de diversas agrupaciones. Ya desde inicios del siglo XX, comenzó la crítica a la sociedad peruana. Algunos desde lo económico (Mariátegui) y otros en lucha contra el imperialismo (Haya de la Torre). Así, a lo largo de los años, grupos como Sendero Luminoso o el MRTA surgieron contra la indiferencia del Estado. Pregonando utopías, pasaron de la teoría a la acción. La literatura peruana no es ajena a este proceso. Los años de espanto (Ed. Fondo Editorial Cultura Peruana) de Mark R. Cox, doctor en Presbyterian College, nos ofrece un libro de cuentos que hilvana, en múltiples estéticas, aquel lapso histórico. En el prólogo, Cox afirma que “con estas obras creativas no se sabe con seguridad si los escritores están de acuerdo o no con los textos, los personajes, los temas, (…) esta ambigüedad (…) es un elemento importante de la riqueza de la ficción”. Por otro lado, se trata de una selección subjetiva, extraída de una biblioteca personal de 250 autores. Si bien el tema ya fue abordado en diversas novelas (Abril Rojo, La hora azul) o cuentarios (Guerra a la luz de las velas) o híbridos (Persona), es todavía inagotable. De calidad variada, la selección gana en la multiplicidad de autores nacionales. Entre los trabajos de buen nivel, tenemos el de Ladislao Plasencki, inspirado en la matanza de Barrios Altos; Óscar Colchado Lucio, con un cuento policial en diversos ángulos; Padilla, con una historia embalsamada de oralidad andina; y el relato de prosa poética de Zuzunaga, entre otros. El saldo del proceso de violencia dejó 12 500 muertos y una sociedad destruida. Este libro nos ofrece una continuidad literaria y confirma que el tema es insoslayable para los narradores de las últimas décadas. Cox es autor de otros volúmenes, como Bibliografía anotada de la ficción peruana sobre la guerra interna y Prosa Pituca Peruana, que confirman un trabajo sistemático. Así, estamos ante una propuesta indispensable para situarnos en la música de los años del espanto.
(Columna publicada en Diario UNO)