Ginger Baker fue uno de los más grandes bateristas de la historia del rock, una auténtica leyenda, pero, además, fue un personaje fascinante y extremo a tal punto que al mismísimo John Lydon le pareció un enfermo, un anormal, un tipazo con el que congenió desde el primer momento que coincidieron en la grabación del quinto disco de Public Image Limited (Album).
Surgió en una época en la que los buenos músicos eran capaces de alternar entre el rock, el jazz y cualquier otra posibilidad que les ofreciese la vanguardia y en todas esas variedades y vertientes se lució.
Era prepotente y salvaje, old school. Mick Jagger, por ejemplo, nunca dejó de parecerle un pequeño afeminado que esperaba un espacio para bailar y saltar luego de las tocadas de los virtuosos como él (lo dice así el propio Baker en cierto video). Se peleaba cotidianamente con Jack Bruce y terminaba, casi siempre, persiguiéndolo a puñaladas.
Era soberbio (pero tenía fundamentos para tal ejercicio). Le gustaba decir que, si Cream tocaba canciones de Humpty Dumpty o Mickey Mouse, igual hubieran sido interpretaciones geniales debido a la calidad de los músicos ejecutantes, es decir, Jack Bruce, Eric Clapton y él.
Era sarcástico. Cierta vez que un antiguo compañero lo visitara luego de mucho tiempo sin verlo, al encontrarlo, en su camerino, con un cigarro de marihuana del tamaño de un habano, con una morena sentada en la pierna izquierda y una rubia en la pierna derecha le preguntó: “Hola, Ginger. ¿qué haces?” y el pelirrojo le contestó: “Viviendo la vida de un monje trapense”.
Era talentoso y no le deslucía exhibir esa condición. Tocaba por ejemplo con dos bombos y una infinidad de accesorios con el fin de satisfacer sus más radicales exploraciones sonoras. Inició, además, la tendencia sesentera-setentera de realizar extensos solos a la usanza de los maestros bateristas de jazz como Buddy Rich, Max Roach o Art Blakey. Aunque en este orden de cosas, John “Bonzo” Bonham y su Moby Dick pusieron el punto final, Baker no le fue a la zaga a nadie, nunca.
Cream (el trío más poderoso y parejo de su época, a pesar de The Jimi Hendrix Experience), Blind Faith, Ginger Baker´s Air Force y su famosa asociación con Fela Kuti y Africa´ 70, conjunto pionero del afrobeat (a pesar de Osibisa), dan testimonio de la impecable percusión de sus ejecuciones con las baquetas, su fantasía acústica y sus ansias y amplias condiciones para la experimentación.
Todos, aun los menos adictos al rock, han conocido a Ginger Baker toda la vida, probablemente, sin saberlo. Me refiero a que Sunshine of Your Love, muestra suprema y archiconocida del repertorio de Cream, salía, al inicio de los años noventa, en producciones televisivas tan ingenuas como Los Años Maravillosos y en películas tan turbulentas como Buenos Muchachos. Entonces, la guitarra perfecta de Clapton, el bajo psicótico de Bruce y la percusión intoxicada, pero puntual de Baker, coctel genésico de la distorsión, constituyeron el primer peldaño del lado salvaje del rock y, quizás, de la vida salvaje de muchos.
Ginger Baker falleció el 06 de Octubre de 2019. Los padecimientos clínicos de sus últimos meses están de más. Sobrevivió medio siglo a la fecha anticipada y aproximada de su muerte.