Pudo haber sido una narración de ciencia ficción o tal vez una fake news, pero ocurrió tal como documenta y relata el escritor, editor e investigador Francisco León en su más reciente publicación; Cusco, una arqueología del Rock y sus Circundantes.
Por la década del 60, los antiguos barrios de Qolqampata, T´oqo Kachi, Karmenka, Pumacurco y otros, en los que antaño transitaban campesinos arreando llamas altivas adornadas con colgadijos de colores en las orejas, fueron sacudidos por las voces de Rod Stewards, Jin Morrison, los Rolling Stones o los famosos pelucones de Liverpool, los convertidos en Caballeros por la reina Isabel y mejor conocidos como Los Beatles. Los adolescentes de la Ciudad Puma incluso algunos siendo hijos de folkloristas, cambiaron la quena por la guitarra eléctrica haciendo cover a estos ídolos e inaugurando así una etapa que dio mucho de qué hablar, la de la Nueva Ola.
El fenómeno no era nuevo, pues décadas anteriores el tango que se bailaba en las confiterías de prestigio de los años 30, ya se había asentado también en las antiguas casonas, como después del terremoto del 50, lo hicieron los aires españoles con Imperio Argentina, Los Churumbeles de España, la enorme Lola Flórez y más tarde Marisol y Joselito, acompañados por los sones de la Sonora Matancera y un efervescente criollismo que ponía de pie las voces de los grandes intérpretes como el Cholo Abanto Morales, Jesús Vásquez, Eloísa Angulo, Los Chamas, Los Dávalos y toda esa pléyade de grandes representantes de la música costeña.
Abriendo las páginas
Francisco León, no es nuevo en estas lides pues ya suma en su haber varias ediciones, entre ellas mencionamos Tayta, Cáceres y el secreto de la traición (2021), Manco Inka y la gran guerra por la reconquista (2021) y anteriores como Wanka Rock –Primera historia del rock en Huancayo -1962/1979 (2020).
Cusco-Una Arqueología del Rock y sus Circundantes (560 páginas), podría ser calificado como una tesis, por su valiosa documentación sustentada en una investigación etnográfica, hemerográfica y socio cultural tal como hace hincapié en un concienzudo prólogo, el antropólogo Rossano Calvo Calvo. León desarrolla su tesis por decirlo así, haciendo un recuento desde la época pre hispánica hasta llegar a la aparición del rock dentro del movimiento de la Nueva Ola, enunciando los factores que lo sustentaron, promovieron y lograron su permanencia por largos años.
Son tres las condiciones que combinadas dieron un feliz resultado: sus representantes fueron adolescentes que se iniciaron en el colegio, contaron con el apoyo decidido y desinteresado de Dj como Henry Aragón y Herberth Castro, Jimmy Vera, Carlos del Pozo en Radio La Hora, (Herbeth además de la radio, lo haría en su página OJO y OIDO del diario El Sol), Raúl Béjar y Jorge Ysaac Aragón en radio Cusco y en El Triunfo, Raúl Villasante.
A ellos se unieron el siempre entusiasta Wilber Pizarro Unda , que más de una vez gestionó ante empresarios cusqueños para adquirir las guitarras eléctricas en Lima y también Henry Nin y Fernando Díaz Añaños que difundían música de rock en su programa de radio Imperial. Manglio Carrasco, en el diario El Comercio, representó el apoyo fundamental de la prensa escrita. El tercer factor estuvo en manos de los empresarios, como ya mencionamos, quienes se solidarizaron con las nacientes bandas y solistas brindándoles aporte económico.
Bandas y voces
Algunas de estas bandas fueron Los Diabólicos (que se inspiraron en un programa radial de Herberth Castro),Ella y los Cinco con la primera voz de América Ponce de León, Los Espectros, Los Jetson’s , la Orquesta Roxy, los Gypsy’s, los Singles, los Spitfire y tantos más, todos medieros y de una urbanización diferente. Entre los solistas tenemos a Lucho Lastarria que fue premiado en el Festival de Ancón en 1970, Orlando Samanez “el Diablo”, Oswaldo Alarcón y Georgina Quintanilla, hermana del pintor Alberto Quintanilla. Georgina llegó a formar parte del programa dominical “Ritmolandia” en 1968 y cuando enrumbó a París, ocupó un puesto importante en el mundo del modelaje. Subrayamos que el investigador Leylys Gutiérrez fue un valioso soporte para la realización de este libro.
Lima Gris entrevistó al escritor Francisco León, quien tuvo la gentileza de entregarnos el machote de esta ilustrativa obra que descubre una de las etapas musicales más dinámicas que se vivió en Cusco por casi dos décadas.
¿Qué te motivó a investigar sobre el origen y la movida del rock en el Cusco?
En realidad, siempre me ha interesado lo que se hace fuera de Lima. Detesto el centralismo. Ya tenía dos libros previos: Wanka rock, primera historia del rock en Huancayo (1962-1979) y Salamanca Sixties, un estudio sobre el rock en la clase media de Lima. Ambos son trabajos de historial local sobre el rock. Es con esa experiencia y ya viviendo yo en el Cusco es que decido iniciar la investigación, el año 2015.
Debutaste con este tema el 2017 con Wanka Rock ¿Qué coincidencias y diferencias confrontaste con el rock cusqueño?¿Sus líderes trascendieron como algunos de sus pares inkas?
Existen muchas similitudes entre el rock de Huancayo y el de Cusco a nivel de ejecución y sonoridad, debido al tipo de instrumentos usados y las grabaciones a las que podían tener acceso. Difieren en las influencias. Las de Huancayo son más vía Lima, Cusco se nutre del eje Puno-La Paz-Buenos Aires. Existieron intercambios y cruces entre las dos movidas musicales. Incluso grupos de Huancayo que tocaron en Cusco, como Windor Cedrón, conocido como José Carlos que triunfara con su tema “Llora el teléfono” y que cantó en el Plasmah de Cusco junto a Vlady Montesinos, entre otros.
La banda más exitosa de Huancayo fueron Los Datsuns, luego La Quinta Rebelión.Ambas bandas, además del mencionado Windor Cedrón tuvieron bastante popularidad,incluso en Lima.
Has utilizado un denominativo muy particular para calificar los móviles del movimiento rock en Cusco: alienación. ¿Crees que fue un proceso lento y disolutivo del desapego a la cultura tradicional andina o quizá solo fue un fenómeno que tarde o temprano tenía que darse, como consecuencia de la globalización?
Muy buena pregunta, planteo lo de “alienación” pero con ciertos reparos. No lo afirmo categóricamente pues el rock tiene algo de eso, pero también adquiere características propias, locales, que lo vuelven un fuerte generador de identidad.
¿Cuántas de estas bandas, hubieran merecido una mejor suerte? como grabaciones en long play de aquella época, giras nacionales e internacionales y presentaciones en la tv capitalina?
Creo que lo mejor que tuvo Cusco fueron sus solistas, como el caso de Lucho Lastarria, que, a pesar del éxito alcanzado en el Festival de Ancón, mereció mejor suerte. Además, considero que existieron muy buenas bandas en la Ciudad Imperial. La única que llegó a grabar, de modo profesional, fueron Los Spectros, pero hubo muchas otras que debieron tener la misma suerte. Los Gag´s de los hermanos Corazao y Dany Zamalloa fue un grupazo. Su tema Raga Gag fue grabada por los con Pepper Smelter. Los hermanos Corazao formaron parte de los Shains y los mencionados Pepper Smelter y luego tocaron con los Cooking Morning.
¿Alguna vez coincidieron en el mismo escenario las bandas cusqueñas con las de la capital?¿O quizá sufrieron discriminación?
Sí, coincidieron y no solo de Lima, los Mades, por ejemplo, tocaron con Los Shains y Kella Gates, Rulli Rendo y hasta Los Iracundos. Discriminación no sufrieron pues Cusco goza de un “estatus” especial en el imaginario peruano.
El logro del éxito de la movida rockera en Cusco se debió esencialmente a tresfactores y uno de ellos fue especialmente fundamental: el apoyo incondicional de la radio y los medios escritos. ¿Esta experiencia se repitió en otros espacios, digamos Huancayo y Lima?
Sí, la verdad es que no hubiese existido el fenómeno de la “Nueva ola” ni el rock de no ser por el apoyo de las radios y el trabajo esforzado de sus disc jockeys.