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Crumb, de Terry Zwigoff (1994)

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Cuál es la diferencia entre crear y destruir. Parece ser que muchos de los seres más creativos viven amenazados constantemente por fuerzas destructivas. Crean porque no tiene alternativa. Viven en un equilibrio más delicado. Buscan compensación ante los golpes recibidos. Crear es hacer el amor con el mundo desdichado que nos tocó, que soportamos, que no elegimos, que con suerte podremos cambiar en algo, y justamente crear es una buena manera de hacerlo; de mostrar así esa doble faz de maravilla ‘trascendente’ y de espantosa monstruosidad, de locura social.

Hay pensamientos y deseos que rechazamos pero que resultan ser la base sobre la que se levanta el edificio tembloroso de nuestras vidas… Crumb podría considerarse un film de terror, una película de monstruos, casi sin efectos especiales. O los efectos especiales son el exquisito y punzante arte de los comics.

Crumb opera casi bajo el mandato de dibuja o muere. El régimen de represión general lo lleva a expresarse como mejor puede. Como diría Baudelaire: ‘Me diste barro y en oro lo troqué’. El oro creativo de Crumb es ofensivo, oscuro, obsceno, para las mente más conservadoras, escapistas y temerosas. No hay sorpresa. Resulta un ejemplo moral de primer orden la negativa de Crumb a venderse. Su arte es él. La pureza de su visión. La integridad de su obra artística. Si Crumb entraba en el asqueroso jueguito mediático sería mucho más famoso, más querido, millonario.

Por eso Crumb será incomprensible para las hordas de ‘artistas’ y otras pulgas, pululando como ‘empresarios de sí mismos’ y ansiosos y lubricando por venderse. No les importa ese conocimiento de verdades humanas a las que tendrían que ser fieles. Gloria a Crumb, por mostrar verdades que nos harán mejores y más completos, al margen de los bajos cálculos. Para salir de la miseria espiritual hay que primero tener la valentía de examinarla. Crumb, sin ser ‘perfecto’, lo hace.

Y como punto final: no hay que olvidar la obra del hermano mayor de Crumb, Charles, suicidado un año después de filmada la película, aún más radical que Robert Crumb en varios aspectos. Un tipo también desdichado y no menos fascinante. Así sea.

 Esta película se proyectará el lunes 19 de diciembre en el Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia – Av. Armendáriz 445 Miraflores (7:30, ingreso libre).

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