Por: Edwin A. Vegas Gallo.
Era previsible este alto y extremo estrés hídrico, en la Región Piura, que afecta a casi un millón de habitantes que ahora compramos en cisternas el vital elemento entre precios que oscilan de 30 a 50 soles.
Decimos previsible, no solo por la certidumbre científica del cambio climático que nos acompaña, con EL NIÑO y su alter ego LA NIÑA, sino por la mala gestión del recurso hídrico desde el Ejecutivo actual, encarnado en la Presidencia del Consejo de Ministros y en sus ministros de Agricultura, Ambiente y Vivienda.
Ni qué decir de las pasadas administraciones regionales de Hilbck, García y de la actual Neyra; quienes para congraciarse con sus adeptos políticos colocan en puestos claves de manejo como el Proyecto Chira-Piura, Alto Piura y San Lorenzo a funcionarios incapaces y sin la debida preparación en el manejo hidrológico e hidráulico del recurso finito AGUA, sin tener visión de futuro ni noción del bien común de ese manejo que ahora lo estamos pagando con creces los piuranos en cadenas de oración para que DIOS se acuerde de nosotros y llueva en las cuencas altas de los ríos Chira y Quiroz.
Ahora nos acordamos de los Señores de Chocán, de Querecotillo y del Cautivo de Ayabaca, cuando ya es muy tarde para lamentaciones y solo queda actuar.
En esta crisis también le compete mucha responsabilidad administrativa por lo menos, y dependiendo de la respectiva auditoría hídrica otro tipo de responsabilidad, compartida con los ministros de Agricultura, Ambiente, Vivienda y la Autoridad Nacional y Local del Agua, quienes han debido coordinar con las Juntas de Regantes la dotación de agua para los gigantescos reservorios de las empresa agroindustriales, arroceros que les dan permiso para campaña grande y chica tanto en el valle del Chira como en el de Tambogrande, ni qué decir de la agroindustria de la caña de azúcar, en verdadero juego de pared, primero con permiso con el cuento del bio etanol para la gasolina y después cambió a su objetivo final de producción de azúcar para la exportación. Otro cultivo que se está introduciendo sin ningún estudio de requerimiento hídrico es el de la palta.
Esto me trae a colación un informe de la FAO en 2021, que señala que “a escala mundial la escasez del líquido vital afecta a un 40% de la población mundial. Sólo en 2022, 2,200 millones de personas no tuvieron acceso a AGUA POTABLE GESTIONADA DE FORMA SEGURA y en este 2024 un millón de piuranos, entre sullaneros, talareños, paiteños y piuranos hemos engrosado esta cifra alarmante. En el mismo Informe se señala que “a escala mundial, la agricultura representa el 72% de todas las extracciones de agua con fines de riego”. Esta gestión del agua no es sencilla y debe ser manejada técnicamente, antes que obedecer a dádivas gubernamentales y empresariales, siempre en la filosofía que la agricultura es la actividad crucial para una seguridad alimentaria garantizada y dar trabajo a las comunidades humanas, pero por encima la gestión pasa por garantizar el agua de bebida para los piuranos de ahora y del futuro.
Hoy este problema de escasez, lo han creado funcionarios ineptos y rapaces, siendo los habitantes piuranos las víctimas, amén de los agricultores de pan llevar, porque sin agua no se producen alimentos.
Resulta sorprendente que en nuestra área costera piurana, con vasos reguladores, uno San Lorenzo con casi 90 años de construcción y Poechos con casi 60 no se haya aprendido un manejo inteligente y se sigan con 3 cultivos (arroz, caña de azúcar y palta) de los 5 cultivos (los otros 2: poroto de soja y algodón) que requieren más agua para su producción generando impacto en las comunidades y en el ambiente, como ya lo estamos viviendo.