Por: Tino Santander Joo.
La semana pasada, mi sobrino Jorge, estudiante de cuarto año de secundaria en el Colegio Nacional de Ciencias en Cusco, me llamó para preguntarme sobre la batalla de Jaquijahuana, librada el 9 de abril de 1548 en las pampas de Anta, aproximadamente a veinticinco kilómetros de Cusco. En ella, los encomenderos, encabezados por Gonzalo Pizarro, se rebelaron contra las Nuevas Leyes de Indias, que limitaban su poder y prohibían que las encomiendas fueran hereditarias. La Corona española buscaba evitar que los primeros encomenderos se convirtieran en una clase autónoma y dominante, capaz de aliarse con la aristocracia indígena y representar una amenaza real al poder regio español.
Luego de esta explicación, mi sobrino me preguntó:
—Tío, ¿por qué los políticos son tan aburridos y corruptos?
Mientras yo pensaba en su pregunta, él continuó:
—Los jóvenes no los queremos. Es más, cuando mis amigos te escuchan, me dicen: “Tu tío no entiende que los jóvenes no se van a rebelar por los políticos, porque todos son corruptos”.
—No se rebelen por los políticos —le respondí—, rebélense por ustedes mismos, por su educación, por su salud, por su trabajo. ¿No se dan cuenta de que los bancos aterrorizan a sus padres? ¿Que las farmacias, que pertenecen a Interbank, venden las medicinas más caras de Hispanoamérica? ¿Que los agricultores no tienen crédito agrario barato ni asistencia técnica? No hay transporte seguro y moderno, menos aún seguridad ciudadana. Que el balón de gas doméstico es carísimo en el Cusco y en todo el Perú, que se han robado miles de millones de dólares del canon gasífero. Que el aeropuerto de Chinchero es una estafa. No hay necesidad de rebelarse por los políticos, sino por ustedes.
—Pero, tío, los políticos se van a meter en nuestra lucha.
—Sí, pero ustedes deben organizarse, como lo hicieron los jóvenes en Chile, como lo hicimos nosotros cuando apoyamos la huelga del SUTEP en 1978 y 1979, en plena dictadura. O como sucede en Francia, donde jóvenes de 15 años acompañan a sus abuelos y padres, ataviados con chalecos amarillos, y se movilizan iracundos contra el gobierno derechista de Macron, que quiere recortar las pensiones y los derechos laborales de los franceses.
—Los Bóxers eran una sociedad de jóvenes que practicaban artes marciales y provenían mayoritariamente de las áreas rurales de China. Se rebelaron contra la ocupación extranjera y fueron el antecedente de la gran revolución china de 1949.
—¿Crees que todos los jóvenes estamos al margen de los problemas del Perú? Te equivocas, tío. En el colegio hablamos de los corruptos, de la falta de trabajo, de los problemas económicos de nuestros padres, de la situación precaria de nuestros abuelos y de nuestros familiares en Lima y en el campo. Nosotros vamos a hacer campaña por el voto en blanco y nulo. No te equivoques solo porque escuchamos reguetón.
—Tío, ¿has escuchado a Mon Laferte en Plata Ta Tá? La canción dice:
«Los de siempre quieren plata, tienen el culo forraíto, las ratas.»
—O El Apagón de Bad Bunny:
«No me quiero ir de aquí, que se vayan ellos. Esto es un apagón, ¿verdad?»
—Es un himno para millones de jóvenes migrantes hispanoamericanos.
—Entonces, existe un espíritu que se moviliza en todo el mundo. Ustedes deben ser el eje de la revolución social con su espíritu libre y puro, deben devolverle al Perú la alegría de vivir y progresar. Ustedes son la esperanza y el futuro. No tienen otro camino que la acción.
