Actualidad

COSECHAR ENTRE LÁGRIMAS

Published

on

Elisa “Lilita” Carrió acaba de salir de las primarias de este fin de semana en la Argentina como una de las más beneficiadas por la elección. Con una cantidad de votos a favor que estuvo cerca del 50%, el reciente sufragio la muestra como figura clave dentro del panorama político que se abre a partir del domingo que pasó y como una firme candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires, en una renovación de 13 de las 25 bancas correspondientes al distrito de la Capital Federal. Las elecciones legislativas de octubre pondrán a prueba esta fuerte imagen positiva de una persona que ha sido de un compromiso irregular con tal o cual fuerza política, sea del signo que sea.

Carrió representa, en la actualidad, una especie de figura de “fiscal popular” que denuncia y arremete contra acusados de corrupción, velando por la sanidad de la democracia en el país. Sin embargo, los valores que una y otra vez representan poco tienen que ver con un compromiso republicano abordado de manera cabal. La apuesta que lleva adelante es por un sistema democrático-republicano que parecería sostenerse sólo, sin conflictos internos, un ideal “institucionalista” que parece vaciado de contenido efectivo. La sola mención del término “república” termina funcionando como el único escudo frente a un estado de la cuestión por demás preocupante. Pocas son sus menciones a la creciente tasa de desempleo, al fuerte endeudamiento del país como parte de una estrategia de llamada de atención a los inversores extranjeros, o siquiera a la preocupante lógica represiva desatada una semana antes de las elecciones –lógica que, por ejemplo, sigue sin prestar información certera sobre el paradero de Santiago Maldonado, desaparecido en la represión a una comunidad mapuche que mencionamos en la columna anterior-. Nada de eso importa: sólo la mantención de un ideal republicano solucionaría, mágicamente, estos conflictos.

Carrió funciona para el gobierno de Mauricio Macri como una “oficialista crítica”, casi como si quisiera repetir (se ha dicho, a la manera de una farsa) la figura de una censora pública. Sus críticas han sido puntuales y han tenido relevancia, pero: ¿qué criticó? ¿La candidatura de Jorge Macri, primo del presidente? ¿Los roles ocultos de Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors y supuesto “operador judicial” de Macri? Todas estas denuncias quedan suspendidas en época electoral, y sólo parecen funcionar como una salvaguarda frente a las acusaciones a Cambiemos que provienen tanto de fuerzas partidarias opositoras como de miembros de la sociedad civil. Casi parece decir “nosotros tenemos a Carrió, que no nos deja pasar una”, auténtico comodín para presentarse inocentes frente al electorado.

El domingo pasado, luego de la elección, Carrió aseguró, recordando su escaso porcentaje de votantes en sufragios anteriores: “el que siembra entre lágrimas, cosecha entre canciones”. La actual alegría de la candidata parecería demostrar que estas figuras erráticas que hoy se embanderan tras la derecha argentina cosechan, ante todo, entre muchas razones por las que llorar.

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version