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CONVERSATORIO EN SAN MARCOS

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El pasado viernes 06 se realizó el conversatorio “Movimientos Generacionales y Violencia Política en los 80s”, en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de San Marcos. El tema tratado fue la movida Subterránea.  El artista plástico Alfredo Márquez, el historiador Marco Salinas y yo, estuvimos en la mesa para compartir nuestra visión y compartir nuestra experiencia ya que de alguna forma fuimos partícipes de sus distorsionados ritmos.

Más allá de lo dijo cada uno, lo destacable estuvo en que lo que alguna vez fue considerado expresión de pastrulos,no fue tan así. Porque treinta años después siguen despertando interés,ya que fue un  movimiento sin precedentes en la juventud peruana.

Si bien en los sesentas hubo una movida rockera, obedecía a aspectos distintos a los que crearon el movimiento subterráneo. El rock de esos años era parte del mainstream, o del negocio del espectáculo. La sociedad limeña estaba en procesos de cambio, pero aún dentro de un clima de paz social, o mejor dicho de conformismo social. Obvio, esto no desmerece la calidad de las bandas

La juventud no estaba al tanto de lo que sucedía en el interior del país en que las revueltas campesinas y los primeros alzamientos armados ya estaban dándose. Por tanto no tomaban conciencia de la realidad. Y su propuesta no pasaba del vacilón del fin de semana y de los enamoramientos propios de la edad. Era la década de la inocencia, en que los jóvenes recién estaban viviendo como tales, porque en esos años apenas terminaban el colegio ya pensaban en vivir como adultos.  Lo rebelde, lo contestatario no estaba dentro de la música o si estaba presente no pasaba de ser una anécdota, no una expresión salida desde adentro. Salvo la poesía, en donde esas inquietudes estaban presentes. Javier Heraud sería un ejemplo individual y el movimiento poético Hora Zero a nivel generacional.

En la primera mitad de los setenta, el rock mantuvo una presencia ya no tan significativa como en la década anterior. Muchos atribuyen este bajón a políticas represivas del gobierno de Velasco Alvarado, atribuyéndole la prohibición de las matinales, especie de festivales organizados por alumnos de colegios estatales para la recaudación de fondos. Esto es verdadero, pero no fue por prohibir el rock sino porque personas,ajenas a los colegios, tomaban el nombre de las promociones para organizar matinales con fines de lucro.  Eso fue lo que se prohibió. Sin embargo en dicha década algunas bandas pudieron continuar y grabar excelentes discos. Pero poco a poco dejaron de hacer presencia en conciertos, porque desconocían algo que los rockeros subterráneos traerían en los ochenta y sería una de sus características: La autogestión.

La segunda mitad de los setenta, salvo algunas excepciones, se caracterizaría por un silencio que solo era roto por bandas que tocaban en bares, antros o que sonaban en las radios o tocaban en las kermeses escolares, pero cuya característica eran los covers de bandas consagradas y cantar en inglés. Contra esto se opondrían los que posteriormente formarían los primeros subtes

Daniel F cuenta en uno de sus libros que iba junto con Edwin Nuñez de la banda ZcuelaCrrada a los conciertos a fustigar a las agrupaciones que hacían covers y que cantaban en inglés, mejor dicho, imitando porque a veces se olvidan la letra y hacían la fonética  del inglés. Lo mismo hacía Raúl Montañez junto a Edgard Barraza, el recordado Kilowatt.

Estar en contra de los que cantaban en otro idioma y que no hablaban del sentir de cierta juventud que esperaba algo más, es el embrión para que surja lo que se llamó la primera hornada de bandas subterráneas. De hecho no tenían cabida en los conciertos, porque eran distintas a las que los organizadores buscaban. Menos en la radio donde sonaban bandas que copaban el circuito del llamado Rock Comercial. No les quedó otra  que crearse un circuito alternativo en dónde la autogestión y el “Hazlo por ti Mismo”, eran el principal referente.

Al poco tiempo hizo explosión y en cada barrio aparecieron manchasy bandas de subterráneos. Si bien el punk era lo que más tenían a la mano, no todos experimentaron con esos ritmos crudos, porque muchos se lanzaron a experimentar con la música dark, el rocanrol cincuentero, el techno y otros ritmos que a partir del punk londinense de 1977 se habían desarrollado en el mundo.

¿Pero que hacía diferente a este rock? Cuál era la característica que lo hacía original y, sobre todo, tener la importancia que no tuvo el llamado rock comercial que sonaba en las radios y gozaban de prensa y espacios más idóneos para sus conciertos.  La respuesta está en que sin proponérselo lo subte asumió lo contracultural. Las características básicas de la contracultura estaban presentes: Objetivos en contra: la sociedad peruana a la que denominaban una sociedad de Mierda, o las bandas de rock comercial. Ideas comunes: Lo contestatario. Estética: el minimalismo, el dadaísmo, el surrealismo y la estética del punk. Música: estilos dentro del rock a partir del punk, como el hardcore, la new wave, el dark, el techno, el pop y la fusión. Los símbolos e iconografía: punk y anarquista reflejada en dibujos y graffitis. Temática común: La denuncia, el inconformismo, lo existencial.

Y con ellos estaban presentes pintores, escultores, poetas, etcétera que con los años marcarían las tendencias en sus respectivas áreas. Al igual que el punk, lo subte apertura la vanguardia en el país, porque se basaba en la imaginación de manera intuitiva como apunta el artista plástico Herbert Rodríguez en su artículo titulado: “Transitando hacia lo nuevo en medio de la incertidumbre”.

Esto es un acercamiento a lo que se trató en la facultad de Ciencias Sociales. Pero,  como afirmó Alfredo Márquez, no estuvimos ahí como nostalgia o para recordar lo que fue. Sino para entender un momento crucial y dramático de nuestro país, y que repercutió en el sentir de un sector de la juventud, como expresión pura del tiempo que les tocó vivir.

“Sí claro – me dijo una vez un muchacho–, pero los subtes eran unos pocos cientos, mientras que en todo el Perú habían millones”. “Tienes razón – le dije–, pero esos pocos cientos se atrevieron a decir en todos  lados lo que la mayoría de esos millones callaron del alguna forma”.

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