El último miércoles 27 de febrero, Lápix Editores organizó una conversa en la librería La Familia de Miraflores nada menos que con el escritor Fernando Ampuero.
El objetivo básico fue publicitar al público asistente el último título que le editó, VIAJE DE IDA, un libro que como dice el autor, abierto, fresco, y con singular gracia, que revela una especie de diario intimo.
No es una novela, ni mucho menos un libro de relatos, simplemente es un volumen de textos que le rinden homenaje a la literatura libre, y a esas interminables lecturas que han ejercido y seguirán ejerciendo los mortales a través del tiempo.
Entre las prosas encontramos anécdotas e interpretaciones del autor; sobre James Joyce, Chéjov, el cineasta Fellini, Picasso, Flaubert, Camus, Rimbaud, Lennon, Fitzgerald y su amada Zelda, Kafka, y los nacionales Valdelomar, Ribeyro, Toño Cisneros, Tola (el pintor), y Bryce Echenique, entre muchas otras figuras del arte, la música y la literatura.
En la conversa Ampuero habló un poco sobre la influencia de su abuelo hacia él cuando era niño para ingresar a la lectura, simplemente con el oficio de la lectura, pues dizque tenían una enorme biblioteca y que el abuelo abría un libro del estante y empezaba a leerle las historias que hallaba en el impreso, y a medida que lo enganchaba en ellas, el abuelo simplemente cerraba el libro dejando un “papelito” en la pagina leída. Es allí donde Ampuero tenaz en su curiosidad luego abría el libro y continuaba con su lectura, pero le agregaba según su imaginación algunos aditivos post-modernos que complementaban la atmósfera de la narración épica. Uno de esas historias sin duda fue La Isla del Tesoro.
El genio del cuento fantástico Ray Bradbury tampoco fue obviado por Ampuero, pues habló sobre su temprano oficio de escribir a pesar de no tener dinero y llegando al extremo de rentar una máquina de escribir solo por media hora cada día.
Finalmente, en un dialogo con Eduardo Lores (responsable de la editorial), habló sobre un hecho que lo marcó en la vida, fue durante su estancia por Hungría cuando era un apuesto joven con cabello de león y que conquistó el corazón de la hija de un gobernante comunista, que luego se lo llevó a vivir a un castillo para vivir con ella como un verdadero noble. Pero él en su afán de recorrer un mundo opuesto, llegó hasta una humilde casita de campo, y fue bien recibido por un fornido campesino que tenía dos jóvenes hijas, que en una madrugada, y a primera hora del alba corrían sobre la crecida yerba extendiendo una impecable sábana blanca que absorbía todas las gotas cristalinas del rocío, para luego exprimirla y verterlas, y así brindarle como primera ofrenda a su huésped un vaso con agua que representaba la pureza de sus vidas.
Concluyo diciendo que al empezar el libro Ampuero nos hace una seria y catártica advertencia:
“Nada vuelve, y si es que vuelve, ya sea bueno o malo, no será lo mismo. Nada vuelve, aunque las personas juguemos a volver, llevados siempre por el anhelo de rehacer una ilusión o mantenerla en pie. Pero es inútil: la vida es solo un viaje de ida; este volumen dada su naturaleza compilatoria, puede empezar a leerse por cualquier parte. No ha sido dividido por temas, sino por la sucesión fortuita de impulsos que motivó la escritura de cada texto. No se crea, pues, que confundo la libertad con el caos. Es solo orden de llegada, un simple trabajo en marcha, un libro abierto”.