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Conversación entre Emilio Bustamante y Mario Castro sobre Cuaderno de notas (2018)

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Emilio Bustamente: Creo que hay una influencia evidente de Marker, gatos incluidos, aunque aquí también hay perros y un conejo. Pero fuera de bromas, me gustó. La película puede verse como una sinfonía urbana, y un cuaderno de notas, como lo dice el título. Sin embargo, lo más interesante me pareció la oposición entre miradas vivas y muertas. Se repiten imágenes de juguetes, mecanos y maniquíes con ojos muertos y siniestros, que no ven, que se oponen a los ojos de los niños y los gatos que sí ven.

También me parece encontrar esta oposición entre la imagen casi monocroma del cadáver del anciano con la de los niños jugando con globos de colores (aunque estos estén en una especie de jaula de centro infantil de algún mall), y, mejor aún, con la de los niños jugando con globos en la vereda frente a una tienda con maniquíes. En esta última toma, lo que más me impresionó no fue, sin embargo, la oposición con los maniquíes sino con los transeúntes adultos que pasan y no ven a los niños, como si existieran en un mundo paralelo; en cambio, la cámara sí los ve. La cámara está más “viva” que los transeúntes. Esa objetividad de la cámara remite, obviamente, a Bazin, y esa “vida” a Vertov, y justifica que comparta créditos contigo.

También hay una oposición semejante entre ser animado e inanimado, entre vida y muerte, en la imagen de los mineros ruidosos en huelga delante de los carteles silenciosos de las modelos. Y el instante decisivo (ese plus no previsto) lo da el transeúnte que se tapa las orejas (algo semejante a taparse los ojos).

Las modelos de los afiches tienen, además, semejanza con las santas y vírgenes, y con los maniquíes de novias.

Al comienzo de la película me llamó la atención la oposición entre el agua y el metal. Las nubes, las piletas, el mar, la humedad en las calles, frente a la estatua viviente del soldado, el arma con el interior del cañón rojo, las monedas… (como en tránsito hacia la inhumanidad) y, más claramente, frente a la estatua del policía y el niño vistos tras unas rejas republicanas. Las miradas líquidas que se transforman frente a las metálicas, duras, frías y muertas.

En la imagen de la estatua viviente del soldado, el plus (aunque quizá está dirigido, no lo sé) sería la reacción de la anciana de rasgos y vestimenta andinos, que trata de comprobar tímidamente si hay vida allí, y que inevitablemente remite a la violencia de los años 80.

El final con las imágenes del ciego y la ventana me parece coherente con lo anterior. Cuando la ventanita de luz rectangular (el cine) se cierra, nos sumimos en la oscuridad.

Admito que mi análisis peca de estructuralista. Mi mirada ha sido educada en el hallazgo (o, mejor, en la construcción) de repeticiones y oposiciones binarias. Como dice mi amigo Sebastián Pimentel, soy un crítico conservador. Pero, ojalá, te sirvan estos apuntes; o, por lo menos, te diviertan.

Mario Castro: Creo en la libertad y casi ya diría en la anarquía interpretativa (es casi ‘la regla del juego’), que extraigas incluso tus significados más personales (que también son ‘estructurales’). Me gusta la ambigüedad de esas figuras, maniquíes, carteles callejeros, juguetes, pinturas en las paredes, estatuas de carne o de bronce o de yeso, de hecho en la película todos son figuras de sí… y también real o potencialmente (de) otra cosa. Y claro, añadiría a los animales en esta lista. Pecando de panteísmo -me comprenderás si pecas de estructuralismo- todas podrían ser conciencias que te están diciendo algo. No tienen que ser literalmente ‘conciencias’ sino personajes o dispositivos que cumplen esa función.

La novia y el novio reales son o parecen una imitación, ‘maniquí’ de ‘ideales’ que son maniquíes, el maniquí de un maniquí. ¿Cuál fue primero? ¿Quién se parece a quién? Yo diría que son sistemas de control de quienes quieren que vivamos de una cierta manera.   

Desde tu perspectiva diría que no son miradas muertas sino ‘no-vivas’, nunca estuvieron vivas. Pero sea por un mecanismo de proyección o por lo que sea nos inquietan y hasta sentimos un peligro y nos parecen vivas y dotadas de conciencia. Eso me interesó.      

Si voy por la línea de lo siniestro de tales miradas… pero otros las encuentran más divertidas que siniestras o ‘frikis’. Reconozco que generalmente impresionan (también puede que contribuya la manera es que están vistas o filmadas). Otro tanto ocurre con el tono emocional o el espíritu mismo de la película: unos la sienten tristísima (nuestro amigo Sebastián Pimentel, por ejemplo) como hay quienes se han reído mucho. Hay razones para ambas reacciones.

El hombre muerto fue una vez un niño jugando en el pasado y los niños jugando acabarán muertos en el futuro, es solo el ciclo vital, que es otro gran juego. Y la esperanza de ‘la vida continúa’ en los niños. Sí, los niños jugando (en otro plano de niños jugando) y la gente que pasa como si ellos no existieran: dos mundos se atraviesan sin tocarse. Como si ocuparan el mismo espacio pero no el mismo tiempo (o al revés). Pensé que las personas que invadieron ‘mi plano’ lo arruinarían. Que la fuerza de la imagen se disgregaría. Pero no. Lo mejoraron. Lo volvieron más complejo. Lo completaron.

Me acuerdo no solo de Bazin, sino de Astruc, de Artaud, de Bresson. Y de Vertov, porque se produce una fusión (‘el hombre-cámara’). En general hay un movimiento interno de la película entre ‘creer en la realidad’ y ‘creer en la imagen’.

Transeúnte extranjero creo, que además está vestido como el cliché del turista despistado. Pero no es eso exactamente, pues se detiene a leer el cartel de los mineros en huelga. Es una imagen de ‘la vida es bella’. Para unos pocos… matando de hambre a los demás, que son los más.  

‘Mensajes embotellados en planos’. Las santas-vírgenes; machismo explotador elevado a la categoría de religión. El punto de vista al grabarlas tenía que ser cómico. No niego que los iconos son seductores y que no tienen significados exclusivamente malvados. Pero no hay que olvidar tampoco que esas figuras femeninas fueron producidas por hombres…

El metal que es también ‘el vil metal’ y no precisamente el metal de la alquimia… El tema del dinero aparece en muchos planos. Donde creo que se ve claro, con varios ejemplos, ‘la desigualdad de la repartición’. Y jugando con la idea y la materialidad estricta del metal, sin metal no hay civilización…   

Como en el caso de las personas que invadieron la imagen de los niños jugando, la señora que ingresa inesperadamente al plano del soldado-estatua… fue algo que simplemente sucedió. Da risa pensar lo que hubiese costado armar una escena así para que parezca espontánea o ‘real’.

Gente más joven no piensa necesariamente en Sendero Luminoso al ver esa escena (yo como tú sí que lo pensé y de inmediato): un amigo me explicó que aparte de soldado lo que había hecho nuestro hombre-estatua era una interpretación curiosa, una fusión de dos Caballeros del Zodiaco más aportes personales… Mejor que ir a un museo.

Sí. La imagen o la idea de que vemos… pero de que vemos solo un poco y rodeados de oscuridad… me parece muy real.

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