Emilio
Bustamente: Creo que hay una influencia evidente de Marker, gatos incluidos,
aunque aquí también hay perros y un conejo. Pero fuera de bromas, me gustó. La película
puede verse como una sinfonía urbana, y un cuaderno de notas, como lo dice el
título. Sin embargo, lo más interesante me pareció la oposición entre miradas
vivas y muertas. Se repiten imágenes de juguetes, mecanos y maniquíes con ojos
muertos y siniestros, que no ven, que se oponen a los ojos de los niños y los
gatos que sí ven.
También me
parece encontrar esta oposición entre la imagen casi monocroma del cadáver del
anciano con la de los niños jugando con globos de colores (aunque estos estén
en una especie de jaula de centro infantil de algún mall), y, mejor aún, con la
de los niños jugando con globos en la vereda frente a una tienda con maniquíes.
En esta última toma, lo que más me impresionó no fue, sin embargo, la oposición
con los maniquíes sino con los transeúntes adultos que pasan y no ven a los
niños, como si existieran en un mundo paralelo; en cambio, la cámara sí los ve.
La cámara está más “viva” que los transeúntes. Esa objetividad de la cámara
remite, obviamente, a Bazin, y esa “vida” a Vertov, y justifica que comparta
créditos contigo.
También hay una
oposición semejante entre ser animado e inanimado, entre vida y muerte, en la
imagen de los mineros ruidosos en huelga delante de los carteles silenciosos de
las modelos. Y el instante decisivo (ese plus no previsto) lo da el transeúnte
que se tapa las orejas (algo semejante a taparse los ojos).
Las modelos de
los afiches tienen, además, semejanza con las santas y vírgenes, y con los
maniquíes de novias.
Al comienzo de
la película me llamó la atención la oposición entre el agua y el metal. Las
nubes, las piletas, el mar, la humedad en las calles, frente a la estatua
viviente del soldado, el arma con el interior del cañón rojo, las monedas…
(como en tránsito hacia la inhumanidad) y, más claramente, frente a la estatua
del policía y el niño vistos tras unas rejas republicanas. Las miradas líquidas
que se transforman frente a las metálicas, duras, frías y muertas.
En la imagen de
la estatua viviente del soldado, el plus (aunque quizá está dirigido, no lo sé)
sería la reacción de la anciana de rasgos y vestimenta andinos, que trata de
comprobar tímidamente si hay vida allí, y que inevitablemente remite a la
violencia de los años 80.
El final con las
imágenes del ciego y la ventana me parece coherente con lo anterior. Cuando la
ventanita de luz rectangular (el cine) se cierra, nos sumimos en la oscuridad.
Admito que mi
análisis peca de estructuralista. Mi mirada ha sido educada en el hallazgo (o,
mejor, en la construcción) de repeticiones y oposiciones binarias. Como dice mi
amigo Sebastián Pimentel, soy un crítico conservador. Pero, ojalá, te sirvan
estos apuntes; o, por lo menos, te diviertan.
Mario Castro:
Creo en la libertad y casi ya diría en la anarquía interpretativa (es casi ‘la
regla del juego’), que extraigas incluso tus significados más personales (que
también son ‘estructurales’). Me gusta la ambigüedad de esas figuras, maniquíes,
carteles callejeros, juguetes, pinturas en las paredes, estatuas de carne o de
bronce o de yeso, de hecho en la película todos son figuras de sí… y también
real o potencialmente (de) otra cosa. Y claro, añadiría a los animales en esta
lista. Pecando de panteísmo -me comprenderás si pecas de estructuralismo- todas
podrían ser conciencias que te están diciendo algo. No tienen que ser
literalmente ‘conciencias’ sino personajes o dispositivos que cumplen esa
función.
La novia y el
novio reales son o parecen una imitación, ‘maniquí’ de ‘ideales’ que son
maniquíes, el maniquí de un maniquí. ¿Cuál fue primero? ¿Quién se parece a
quién? Yo diría que son sistemas de control de quienes quieren que vivamos de
una cierta manera.
Desde tu
perspectiva diría que no son miradas muertas sino ‘no-vivas’, nunca estuvieron
vivas. Pero sea por un mecanismo de proyección o por lo que sea nos inquietan y
hasta sentimos un peligro y nos parecen vivas y dotadas de conciencia. Eso me
interesó.
Si voy por la
línea de lo siniestro de tales miradas… pero otros las encuentran más
divertidas que siniestras o ‘frikis’. Reconozco que generalmente impresionan
(también puede que contribuya la manera es que están vistas o filmadas). Otro
tanto ocurre con el tono emocional o el espíritu mismo de la película: unos la
sienten tristísima (nuestro amigo Sebastián Pimentel, por ejemplo) como hay quienes
se han reído mucho. Hay razones para ambas reacciones.
El hombre muerto
fue una vez un niño jugando en el pasado y los niños jugando acabarán muertos
en el futuro, es solo el ciclo vital, que es otro gran juego. Y la esperanza de
‘la vida continúa’ en los niños. Sí, los niños jugando (en otro plano de niños
jugando) y la gente que pasa como si ellos no existieran: dos mundos se
atraviesan sin tocarse. Como si ocuparan el mismo espacio pero no el mismo
tiempo (o al revés). Pensé que las personas que invadieron ‘mi plano’ lo
arruinarían. Que la fuerza de la imagen se disgregaría. Pero no. Lo mejoraron. Lo
volvieron más complejo. Lo completaron.
Me acuerdo no
solo de Bazin, sino de Astruc, de Artaud, de Bresson. Y de Vertov, porque se
produce una fusión (‘el hombre-cámara’). En general hay un movimiento interno
de la película entre ‘creer en la realidad’ y ‘creer en la imagen’.
Transeúnte extranjero
creo, que además está vestido como el cliché del turista despistado. Pero no es
eso exactamente, pues se detiene a leer el cartel de los mineros en huelga. Es
una imagen de ‘la vida es bella’. Para unos pocos… matando de hambre a los
demás, que son los más.
‘Mensajes
embotellados en planos’. Las santas-vírgenes; machismo explotador elevado a la
categoría de religión. El punto de vista al grabarlas tenía que ser cómico. No
niego que los iconos son seductores y que no tienen significados exclusivamente
malvados. Pero no hay que olvidar tampoco que esas figuras femeninas fueron producidas
por hombres…
El metal que es
también ‘el vil metal’ y no precisamente el metal de la alquimia… El tema del
dinero aparece en muchos planos. Donde creo que se ve claro, con varios
ejemplos, ‘la desigualdad de la repartición’. Y jugando con la idea y la
materialidad estricta del metal, sin metal no hay civilización…
Como en el caso
de las personas que invadieron la imagen de los niños jugando, la señora que
ingresa inesperadamente al plano del soldado-estatua… fue algo que simplemente
sucedió. Da risa pensar lo que hubiese costado armar una escena así para que
parezca espontánea o ‘real’.
Gente más joven
no piensa necesariamente en Sendero Luminoso al ver esa escena (yo como tú sí
que lo pensé y de inmediato): un amigo me explicó que aparte de soldado lo que
había hecho nuestro hombre-estatua era una interpretación curiosa, una fusión
de dos Caballeros del Zodiaco más aportes personales… Mejor que ir a un
museo.
Sí. La imagen o la idea de que vemos… pero de que vemos solo un poco y rodeados de oscuridad… me parece muy real.