Por Rafael Romero
Como dice la canción salsera, “te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”. Efectivamente, la actual representación del Congreso de la República, con sus 130 burócratas, salvo honrosas excepciones que se verá pronto en el horizonte, y en especial con su dizque Comisión de Educación, Juventud y Deporte vienen demostrando una ignorancia supina y mala fe que atenta contra la universidad nacional peruana y sus estudiantes.
Es necesario decirle a cada uno de los congresistas de dicha comisión que ya está bueno y que es hora de que cambien de actitud y le demuestren al pueblo que no son asesinos de universidades, que no son lobistas de intereses particulares, envalentonados hoy para destruir las universidades nacionales, acaso repitiendo el libreto que viene desde la década de los noventa del siglo pasado, en pleno período fujimontesinista.
Notifiquemos y tomemos el nombre de los congresistas de la Comisión de Educación, que por acción u omisión vienen fomentando el intervencionismo en emblemáticas e históricas universidades nacionales del país, haciendo de tontos útiles de aquellos magnates de las universidades privadas que vienen desde dicha década o aquellos que han creado universidades particulares con filiales que se multiplican como hongos en cada región y provincia del país al empezar este siglo XXI.
Así viene ocurriendo en los últimos 35 años por lo menos, maltratando a la universidad nacional peruana con falsas y antojadizas “reorganizaciones” bajo el pretexto de la intervención cuando solo sirven a intereses subalternos.
Ya basta, y es duro decirlo porque tendrán que salir al fresco esos congresistas que no tienen autoridad moral para “reorganizar” nada y sí se debería reorganizar un Congreso que hasta tiene redes de prostitución dentro de sus oficinas y esto es un insulto al pueblo, a la universidad nacional y a los estudiantes porque eso no se puede pasar por alto ni perdonar el lobismo, la mala fe y ese subjetivismo trasnochado del juego entre derechas e izquierdas en medio de la universidad peruana.
Esos señores de la Comisión de Educación del Congreso, en lugar de prepararse mejor y de aprender qué es y qué dice el principio “societas delinquere non potest”, que señala que una persona jurídica no delinque, deberían solo apoyar y recomendar que las instancias pertinentes del Estado separen e individualicen a quienes habrían cometidos faltas penales o administrativas en cada universidad pública, porque el hecho de que haya dos o tres personas cuestionadas no justifica ningún intervencionismo y menos una “reorganización”.
La universidad tiene autonomía que viene desde la Reforma Universitaria de Córdoba, iniciada por los estudiantes argentinos en junio de 1918, con su manifiesto dirigido “A los hombres libres de Sudamérica”, consagrando el principio de la autonomía universitaria, principio que bajo pretextos hoy los congresistas lobistas dueños de universidades privadas o haciendo de empleados de los mismos, solo buscan debilitar a la universidad peruana pública.
Es hora de que la representación nacional se ocupe de cosas más importantes y de asuntos verdaderamente de Estado que sí merecen su atención y no se presten a un juego ideológico de izquierdas y derechas, de sofismas de dizque liberales y comunistas, para agarrar de piñata a las universidades nacionales y menos intentar “reorganizarlas” porque harán más daño que beneficio al estudiante y al padre de familia de dichas casas superiores de estudio.
Que la Comisión de Educación del Congreso no sea llevada de la nariz por sujetos interesados en sus negocios, en sus luchas ideológicas o en sus complejos más retrógrados de derechistas y liberales, pues la universidad peruana está por encima de ello. Por tanto, tomemos nota de quienes son esos malos congresistas que dicen que la reorganización es la panacea de todo cuando no conocen la realidad de la universidad peruana. Esos congresistas tarde o temprano tendrán que rendir cuentas de sus actos de destrucción de la universidad nacional peruana.
En suma, individualicen las responsabilidades y no por dos o tres malos elementos, como los hay dentro del propio Congreso dizque se va a “intervenir” a determinadas universidades estatales.
De manera que, en medio del contexto del lobby permanente en provecho y beneficio de universidades e institutos superiores particulares, y máxime cuando sus dueños tiene bancadas congresales o congresistas empleados, no se debe permitir el abuso y la prepotencia para supuestas “reorganizaciones” ya que el remedio puede ser peor que la enfermedad en la actual coyuntura de intereses inmorales y desvergüenza de “padres de la patria” que parecen padrastros que hasta se llevan 50,000 soles de sueldo, aguinaldo y bono por estas fechas, y quienes cada vez más se alejan del pueblo como de la universidad peruana.
¿Quién es quién en la Comisión de Educación del Congreso? Seguiremos informando.