Por: Edwin A. Vegas Gallo.
La actuación política y ética de los congresistas en este 2024 ha dejado mucho que desear y cual cangrejos marchan hacia atrás o de lado en su trastornado juego de cara a las elecciones del 2026 e incluso en visión manipuladora al 2031; no importándoles el bien común nacional sino más bien ahondando su tragedia y en misión de pulpos medrando la democracia peruana.
Prueba de la errática conducta parlamentaria está la eliminación de la detención preliminar sin flagrancia, en la que han tenido que dar marcha atrás por la presión ejercida. Ahora arguyen que han corregido su error y que la bola está en la cancha de Boluarte y su ministro de Justicia Eduardo Arana.
Incluso hay congresistas como Valer, que ensayan que el “supuesto error” es atribuible a sus asesores. Asimismo, deplorable la argumentación del presidente del Congreso al considerar que los 130 congresistas cangrejos han sido inducido al error.
De otro lado, llama la atención que el ministro de Justicia, José Arana, abogado con experiencia en lobby jurídico, no haya podido detectar que eliminar la detención preliminar sin flagrancia traería muchos problemas a los operadores de justicia, fiscales y jueces, tal como finalmente ha sucedido y la presidenta Boluarte hace larga la rectificación.
Claro, el tema para caminar como el cangrejo es que el 80% de los congresistas tienen abiertas carpetas fiscales y tienen miedo a que se les escape la reelección para la cual están “laborando”.
Otro que apunta al 2026 y repetir plato el 2031, en alternancia de curules, es el ex ministro de Interior, censurado en su momento, Fernando Rospigliosi quien arguye “que su grupo (FP) no votó por la censura de Julio Demartini, el de las conservas malogradas para los niños, porque ya antes lo habían hecho con Rómulo Mucho y no es bueno desestabilizar al Ejecutivo y muy suelto de huesos como es su costumbre complementó “además Demartini ya destituyó a los funcionarios comprometidos”.
Ni qué decir, siempre asegurando la reelección, del huayco de universidades nacionales que han creado de la nada, sin presupuesto y sin sustento técnico. Además de ello les queda para que sus allegados formen parte de las Comisiones Organizadoras de esas universidades, manejadas directamente desde la presidencia de la Comisión de Educación, con la conformidad del inefable Morgan Quero.
Ni qué decir de las leyes dadas para que los profesores universitarios contratados, sin concurso de nombramiento, sean considerados como profesores ordinarios nombrados, en las categorías de auxiliar y asociado. No les importa la meritocracia, ni la tutela del interés superior de la calidad educativa del estudiantado.
Finalmente, el escándalo desatado de “votos por sexo” que señala que en el Congreso de la República del Perú todo vale. No importan perfiles ni experiencia para los puestos. Solo importa formar parte de cualquiera de los tres grupos, políticos que parten el jamón en esa torta llamada Congreso de la República del Perú.