Dentro de la poesía peruana hay diversas voces que fluctúan en un mar de publicaciones, pero solo algunas destacan por su intensidad poética. De los recientes poemarios publicados “Concolones de Amor” (2025) de Edwin Walter Tovar Chumpitaz se abre camino con un lenguaje directo y eficaz.
Tovar Chumpitaz (1973) nació en Coayllo, Cañete, pero como muchas familias migrantes se estableció en el distrito de Santa Anita. Paralelamente a la poesía, el autor de “Concolones de Amor” se dedica a la administración de empresas y escribe columnas para Diario UNO.
El nuevo poemario de Tovar fusiona lo erótico, lo urbano y lo existencial en una amalgama de emociones viscerales. Su libro construye un universo poético en el que la pasión y la reflexión se entrelazan con referencias culturales y una fuerte carga sensorial. La voz del poeta es audaz y lúdica. Su obra se ubica dentro de una poesía urbana y pasional, que oscila entre la celebración del deseo y la melancolía de su fugacidad.
En el poema Babel,Tovas Chumpitaz construye una metáfora poderosa entre el deseo físico y la incomprensibilidad del lenguaje. La imagen de la «Babel» sugiere una relación hermética, inalcanzable para terceros. La repetición de «nadie podrá» refuerza la exclusividad del vínculo entre los amantes, un lazo cifrado en el cuerpo, inasible para el resto del mundo. La musicalidad y el tono solemne contribuyen a su aire de misterio y exclusividad. El cierre del poema reafirma la idea del amante como el único lector posible del cuerpo amado.
En Traicionero amor, el autor juega con la intertextualidad bíblica al evocar las traiciones de Judas y Pedro, estableciendo un paralelismo entre la historia sagrada y una decepción amorosa personal. La sencillez de la estructura y el uso del lenguaje coloquial le confieren un tono directo. Su principal fortaleza radica en su brevedad y contundencia. La ironía implícita en la comparación con la traición de Cristo aporta un matiz interesante, a pesar que resulta predecible.
En Barranco Love,el poeta retrata un encuentro pasional en Barranco, con una atmósfera bohemia y callejera. Se mezclan elementos urbanos y gastronómicos con el erotismo, lo que refuerza la sensorialidad de la escena. La referencia a «butifarras del Bar Juanito» añade un guiño localista, que ancla el poema en una Lima nocturna, vibrante y desinhibida. Las imágenes sensoriales son destacables, logrando transmitir el frenesí del momento.
En Reloj o delirio de una pasión eterna, Tovar explora el deseo de inmortalizar un instante de pasión, enfrentando el amor con la inexorabilidad del tiempo. La referencia al bolero «Reloj no marques las horas» refuerza la sensación de desesperación por detener el presente. La combinación de erotismo y angustia existencial le da una profundidad emocional significativa.
Otro de los poemas destacables es Arrebato febril. Aquí la voz del poeta evoca la transgresión amorosa y el deseo desenfrenado, planteando el amor como un acto de rebeldía. La referencia a Carmen Ollé sugiere un diálogo con la tradición poética peruana, en particular con la literatura que desafía convenciones.
Finalmente, en las páginas de “Concolones de Amor”, la ciudad arde y sus sombras respiran. Entre el asfalto y la piel, entre el deseo y la duda, cada verso es un latido que navega entre lo erótico, lo urbano y lo existencial.