Estoy pensando, y no me faltan razones, que a Miyashiro no le gusta el cine-o no lo demuestra, ni lo muestra, o yo no lo vi, o su gusto ¿tiene gusto? solo produce disgusto y mal gusto, o cosas peores-pero si de algo estoy muy seguro es que, al cine, Miyashiro definitivamente no le gusta: eso sí. Porque si yo fuera el cine creo que me sentiría (con perdón de la expresión) una mujer violada… por Miyashiro. Quien pierde el juicio si piensa ¿qué piensa Miyashiro que es el cine? que ser burdo, en cine, es tan fácil como lo es en televisión. ¿Alguien dijo “La gran sangre”?
Rescato (para que no digan que soy malo) algunos elementos. Qué bien que está Beto Ortiz en el papel de cínico, me resultó sino conmovedor admirable; como dicen, hay un efecto de verdad que traspasa la ficción; cómo se nota que la práctica hace al maestro. Se constituye así como una de las escasas actuaciones creíbles. Me recordó en su soltura a Gisella Valcárcel quien habla maravillosamente por teléfono en una escena de “Tarata”, de Fabrizio Aguilar, el mejor (y el único) momento de actuación de esa señora en cine (la cita no es casual).
“Atacada…” es tan rotundamente inepta, tan insalvable en su banalidad (tema socialmente relevante incluido) que casi extrañé “Mariposa negra” de Francisco Lombardi. Con la que guarda un aire de familia-del mismo manicomio-, un espíritu que consiste en un hueco en el espíritu, entre otras cosas por su absoluta falta de miedo al ridículo (que no es valentía) y a caer y a revolcarse en todos los clichés mientras más inoperante y más tontos parece que más apetecibles para estos directores… Ilustre estirpe de cine peruano en descomposición…solo que se supone que la carrera de Lombardi ya estaba terminando, mientras que se supone que la de Miyashiro recién está comenzando… No es ya una chica que quiera asesinar al hombre más poderoso del país, sino otra chica, que quiere ganarle un juicio a la familia más poderosa. En ambos casos la idea no es ni mejor ni peor que cualquier otra pero en cuanto al desarrollo… Ya veo yo a esta película programada en el festival dirigido por Edgar Saba. Podría ganar el premio del público en el hermoso rubro sutileza psicológica.
“Atacada…” solo puede existir desde la premisa de un profundo y sincero desprecio por la gente (no por su bolsillo), por lo popular, cosa no poco curiosa, y 100% psicoanalizable, cuando Miyashiro se pretende en muchos aspectos una emanación pura y criollita del pueblo… ¡Oh, Pueblo mío! ¡Yo te conozco el truco, los secretos, porque mamo del Dios Rating! Hay que verlo en su papel de héroe de barrio… No disimula su narcisismo, reservándose ‘los mejores diálogos’… El chico idealista que hizo la obra de teatro “Misterio” dónde estará. Se lo comió la fama, la tele, el éxito barato, qué pena. O ya ni pena. No hay que malgastar la pena… No es que fuera algo extraordinario tampoco pero sentí ahí una autenticidad completamente ausente aquí.
Sigo rescatando elementos. El plano más bonito (¿ya olvidaste que Misterio era un icono, que así tendrías que haber tratado a tu personaje de la mujer violada, no te interesaba la dramaturgia, Miyashiro?) es el de San Judas Tadeo rezado por el padre de la chica violada; ahí raspa algo parecido a un sentimiento popular profundo, pero no hay valentía para ir más allá.
Otro elemento a rescatar serían en realidad dos. Los pechos de la amiga de la mujer violada. Hay que verlos. Deben simbolizar algo. Deben ser además una suerte de complemento y contraparte del santo al que se le reza por un milagro. Un detalle: la protagonista acaba de ser violada y este personaje, al tomar el taxi para escapar, entra primero al carro y no ayuda a entrar a su amiga. No sean mezquinos con Miyashiro. Fue un gran momento.
Destaco, desde el amor al cine y no desde el amor a la plata, que en la película de Miyashiro ha y sobre todo una íntima indiferencia, que es notable, que me salta a la cara, que es una auténtica desgracia -y que sea un trabajo de encargo (o eso parece) no es razón ni excusa para esa indiferencia-. Ningún Misterio. No hay teorías que elaborar. No es ‘la teoría del dolor’ (subtítulo pomposo e ‘intelectual’ de esta película), es la práctica del negocio lo que cuenta. Y aún bajo esos pobres términos, qué mal producto. No diré que uno se siente estafado porque no se requiere ser muy cerebral para prever que uno se va a encontrar con una serie de golpes bajos pseudo dramáticos ‘en nombre del voluntad de conexión con lo popular’.Me refiero a algo elemental: la falta de cariño por el cine, la falta de respeto por el cine, algo tan poderoso y aún misterioso.
La protagonista no parece siquiera haber sido dirigida, parece además que tieneincluso miedo de actuar. En cierta forma ya parece violada desde antes de serlo en la película. Demasiada tiesura no equivale a transmitir la idea de chica seria… La escena de la muerte del padre de la chica violada está tan mal hecha que evidencia de nuevo esa ausencia de director. El montaje que quiere ser en ciertos momentos trepidante evoca más bien a un chico que recién está aprendiendo a masturbarse, sobrevalorando la rapidez, como un valor en sí mismo, que casi excluye a todos los demás aspectos de la cuestión.La aparición de tantos títeres televisivos -cuando se da la noticia de la chica violada por el empresario- en vez de darle un ‘efecto de realidad’ a la película acaba subrayando la falsedad de estas figuras, lo cual visto desde otra perspectiva es muy coherente con el resto de la película.
¿Por qué hace cine Miyashiro? Si es que hace cine… El cine es demasiado maravilloso como para que uno haga películas sin alma -casi digo desalmadas- incluso si se trata de una ‘apuesta’ por el cine llamado comercial. El cine es otra cosa, entérate.