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“YO COMBATÍ LA LEY”

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En octubre de 1991, un mes antes de la matanza de Barrios Altos, en un hecho confuso, fui detenido junto a mi amiga y recordada compañera Lúcia Mendo Ferreira, mientras hacíamos unas fotografías periodísticas en la plaza Italia, cerca de la hermandad de San Judas Tadeo. Unos policías de civil nos maniataron y nos condujeron a unos sótanos del Servicio de Inteligencia que funcionaba en la misma plaza al costado de la comisaría San Andrés.

Aparentemente, nos acusaban de ser “sospechosos” por estar cerca a esta institución policial. No había más cargos. Ahí nos tuvieron incomunicados por varias horas hasta que apareció un policía de alto rango quien se identificó como “Comandante W” y nos quedó mirando fijamente detrás de unos lentes oscuros y procedió a interrogarnos. Al final, nos dijo que nuestra cámara había sido requisada y que el rollo iba a ser revelado y que si ocultábamos algo, nos iba a ir mal.

Morir, en esos años, era un deporte nacional. Sobrevivir era cuestión de suerte. En esos momentos, recordé que yo tenía un viejo carné de la Asociación Nacional de Periodistas que auspiciaba a la Escuela de Periodismo JBM y se lo enseñé. No tenía la foto adherida pero algo podría servir: salvarnos de ser desaparecidos.

Lúcia sabía que yo me dedicaba al periodismo popular y que repartía periódicos a las universidades y a los puestos de los canillitas, pero confesarle esto a un policía era firmar mi propia sentencia. Por un instante, pensé en decirle a nuestro captor que Lúcia Mendo no tenía la culpa de nada y, quizás, un hecho circunstancial la estaba incriminando. Y cuando pensé que todo estaba perdido y lo mejor era salvarla aunque sea a ella, el SIN cruzó información con la ANP y verificaron mis datos y, después de unas horas, nos dejaron en libertad. Al salir, nos devolvieron la cámara en mal estado y sin rollo. Y nos dijeron, casi burlonamente, que nos “cuidáramos”.

A unos días de este incidente, el 10 de octubre de 1991, el SIN le mandaría un sobre bomba a la periodista Melissa Alfaro Méndez, mi compañera de carpeta, cuyo crimen hasta el día de hoy permanece impune. Casi exactamente al mes, ocurriría la matanza de Barrios Altos, ahí mismo a unos veinte metros de la plaza Italia donde Lúcia y yo fuimos detenidos. Dicen que nadie vio ni escuchó nada, que la policía (y el SIN) habían retirado sus efectivos para que el “grupo Colina” cometa ese horrenda carnicería donde asesinaron a quince humildes personas, incluso a un niño de ocho años que hoy tendría la misma edad de Kenyi Fujimori.

Hoy, nuestro “presidente de lujo” PPK, con la complicidad de la izquierda caviar oenegera, han vuelto a revivir esas heridas que nos tocó a todos vivir o sobrevivir. Yo a los veinte años, como muchos de mi generación, combatí la ley. Muchos de mis amigos murieron o los encerraron por años convirtiéndolos en cadáveres vivientes solo por estar en el lugar equivocado o por pensar diferente.

Recuerdo a mi amigo JJ Herrera huyendo por Ancón para no ser apresado y solo por ser periodista de izquierda. Al final, lo agarraron, lo juzgaron con “jueces sin rostro” y lo metieron al “Castro Castro” por muchos años. Incluso un hermano mío, dedicado al evangelismo, recibió un balazo por la espalda y el tiro le salió por el pecho. La policía y el ejército se movían en la total impunidad y salir a la calle era jugar a la ruleta rusa. Esto era una guerra y el pueblo estaba pagando con su sangre.

En julio de 1992, vendría la matanza de La Cantuta; y, en diciembre, el asesinato del dirigente sindical Pedro Huilca Tecse, padre de nuestra compañera de estudios Flor Huilca, cuyas lágrimas y cuyo profundo dolor jamás podremos olvidar. Por cierto, nadie se responsabilizó por todos esos crímenes que apuntaban directamente al estado. Y, hoy, hace un par de días, lo poco que hizo la justicia peruana para considerarnos “civilizados”,  ha sido borrado con una firma por el señor PPK, solo para salvarse el pellejo y seguir usufructuando la banda presidencial y conservar un cargo que le queda grande como saco de payaso.

Yo solo espero que los jóvenes de ahora no se dejen confundir ni atarantar por los cantos de sirenas de los “políticamente correctos” y salgan a las calles, como nosotros también lo hicimos hace 25 años, pensando en combatir una ley que no nos representaba y tratando que no nos robaran nuestro país, nuestro futuro ni nuestros ideales.

Que tengan un feliz y venturoso 2018.

Siempre,

Rodolfo Ybarra

 

PD1: El local del Servicio de Inteligencia Nacional que funcionaba en la Plaza Italia y que actuó coludidamente en la matanza de Barrios Altos, fue demolido en el gobierno de Fujimori y ahí mismo se construyó el colegio “Héroes del Cenepa” para que no quedara ninguna evidencia ni recuerdo que detrás de todo este crimen estaba el Estado.

PD2: “Yo combatí la ley” (I fought the law) es una canción original de Sonny Curtis de los Crickets de fines de los años cincuenta, que le canta a la anarquía y al desamor y  ha tenido infinidad de covers de The Clash, Dead Kennedys, Buddy Holly, Tom Waits, Hank Williams Jr, Mano Negra y Attaque 77 entre otros.

 

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