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EL COLEGIO «REY JUAN CARLOS DE BORBÓN» NO TIENE SANGRE AZUL

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Cualquiera que mencione el nombre del colegio “Rey Juan Carlos de Borbón” puede pensar que se trata de un colegio de élite o de las clases adineradas del Perú, pero se equivocan rotundamente, este centro educativo que queda en los extramuros de Villa el Salvador, es tan pobre que fue construido sobre un relleno sanitario y ni siquiera tiene paredes o cerco perimétrico, la mayoría de aulas son de madera y calamina y, lo que es peor, los niños de los primeros grados no tienen baño. Hasta hace poco nomás este colegio era conocido con el nombre de “Basurita”.

Cuando su directora, Sadith Espíritu, llegó, unos años atrás, pensó que era un colegio “normal” (sic) e incluso fue con zapatos de tacos y vestida con ropa de sastre, y se dio cuenta que se trataba de un terral en el que, casi como en una ilusión óptica, se habían puesto unas aulas de madera. Ella viene todos los días desde Chorrillos en un viaje interprovincial, pero nunca pierde la fe, sabe que las condiciones son adversas y la lucha es, literalmente, sin cuartel, no solo por la infraestructura sino por la miseria que los rodea e incluso muchos profesores, de los 17 que hay ahora, han tirado la toalla, y es que no es fácil soportar tanto abandono; pero hay que seguir.

El profesor Rubén Nerio Vílchez, que también ha sido director de este colegio emblemático, nos cuenta los graves problemas que tienen, sobre todo porque existe un cerro de desmonte casi encima del colegio y en cualquier sismo se les puede venir encima y aplastar a los casi 300 alumnos que tienen ahí entre primaria y secundaria; y la delincuencia y la gente de mal vivir que usa los linderos del colegio casi como hábitat. El profesor cuenta que ha sido agredido y asaltado varias veces y ha tenido que luchar mano a mano y prácticamente solo para imponer el orden precario que reina ahí.

Hace poco nomás se metieron unos ladrones y robaron lo poco que tenían y destruyeron muchas carpetas y material mobiliario. Rubén Nerio nos cuenta que en el 2010, vinieron al Perú los entonces Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, les escribió varias cartas e incluso fue a la embajada y se acercó a la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional) para que la corte real se enterarán de que hay un colegio que lleva su nombre y necesita urgente ayuda, pero a los príncipes (ahora reyes), como el estado peruano, les dio la espalda y le dijeron que no habían venido para eso y no había tiempo.

Pero tiempo es justamente lo que estos 300 niños proletas del colegio “Rey Juan Carlos de Borbón” no tienen. Son 15 años, tres gobiernos, que llevan pidiéndole a la UGEL y a los representantes del gobierno que les haga aulas de cemento, que ponga baños y que le hagan el cerco perimétrico, pero nada, siempre les dicen que tienen que rellenar un montón de papeles y cumplir con trámites burocráticos, pero nunca aparecen. La directora tiene un cajón de archivos de todo esto y no hay respuesta.

Cansados de que nadie los ayude y solo cuenten con el apoyo de los pobrísimos padres de familia de la zona, el colegio ha decidido hacer un “Ladrillotón” para salvar a este colegio no solo de su propia existencia sino también para salvarle la vida a estos casi 300 niños. “Si ahora mismo hubiera un sismo, no sabríamos a dónde correr”, nos cuenta la directora.

Para terminar, le pregunto al profesor Rubén Nerio ¿por qué le pusieron el nombre del rey a un colegio que es casi el reflejo inverso de la realidad de un rey? Y Nerio me responde que ahí nomás hay un centro poblado que se llama “Príncipe de Asturias” y que, por eso, porque el colegio tenía que ser algo mejor o algo más grande, le pusieron el nombre del padre, o sea, “Rey Juan Carlos de Borbón”.

Lo cierto es que ni el hijo ni el padre de sangre real española tienen nada que ver con este colegio. Ni tampoco el estado que siempre los mece y los desampara, y ahora que viene el “Ladrillotón”, en noviembre, solo queda coger unos ladrillos al hombro y llevarlos. Será un trabajo pesado, pero no queda de otra. (Para los interesados, el colegio queda al final de la línea 10, los morados, en VES). Si ni el estado ni las izquierdas ni derechas hacen nada por estos niños, y solo aparecen en campaña electoral, pues le queda a la sociedad civil asumir los retos. No hay opción.

 

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PD: Muchas gracias al poeta Antonio Sarmiento que, como miembro del departamento de cultura de VES, nos invitó a conocer esta realidad y a compartir nuestros poemas. Ahí estuvimos, Rodolfo Moreno, Rumi Yaku y otros poetas.

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