Y al tercer día los poetas resucitaron, luego de una larga noche despertamos entre la brisa del mar y los rayos afilados del sol, un bus nos esperaba en la plaza, fueron llegando de dos en dos, de tres en tres, pequeños grupos que revoloteaban las calles de Barranca, 10: 30 de la mañana partimos con destino a Paramonga. Un viaje relajante acompañado de un hermoso paisaje que se dejaba respirar, a lo lejos vimos en lo alto la fortaleza, nuestro destino estaba cerca. Después de unos minutos de descanso, subimos para contemplar el hogar de los antiguos peruanos, su valle, sus colinas y su mar, que descansaba acariciando la orilla con pequeñas olas. Allí en lo alto fueron arrojados los versos, las lenguas afiladas soltaron las palabras para alimentar al viento.