La crítica de Clemente Palma no tuvo nada de curiosa, como señala malamente cierto post, y sí mucho de cobarde y abusiva. Considero que César Vallejo puede ser criticado, tanto como cualquier otro, pero con hidalguía y no de un modo tan artero como el que propuso el hijo del gran tradicionista Ricardo Palma.
Se debe tener tino para juzgar la obra ajena, máxime si es la de un joven con «posibilidades» y no abusar de la posición de poder o privilegiada de la que uno goza.
Según las condiciones de esta época, Palma sería un bruto abusivo, máxime cuando se mostró incapaz de aprehender el «estremecimiento nuevo» que representó el poeta «trujillano». Que luego haya sido admirador del célebre santiaguino puede deberse más al elogio de G. Prada que a una reformulación de sus valores «estéticos».
Pese a ello, el texto no desmerece la calidad literaria de ninguno de los involucrados, aunque sí, acaso, la calidad humana y ética del buen cuentista que fue Clemente Palma.
Sin duda, es meritorio que en tanto lo criticaban C. Palma y sus ayayeros, gente tan valiosa como José León Barandiarán y el maestro Manuel González Prada, lo hayan enaltecido. Recordar eso hace que la esperanza se digne siempre ante el Perú.