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Chiclayo en el corazón del Papa peruano León XIV

Lee la columna de Leonardo Serrano Zapata

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Ayer, el mundo ha sido testigo de un hecho histórico para la Iglesia católica y para el Perú: Robert Prevost, de nacionalidad peruana y estadounidense, ha sido elegido Papa, tomando el nombre de León XIV. Esta noticia ha llenado de orgullo a millones de católicos alrededor del planeta, pero especialmente a la ciudad de Chiclayo, en el norte del Perú, que guarda un vínculo especial con el nuevo pontífice. Robert Prevost, miembro de la Orden de San Agustín, ha vivido, trabajado y soñado junto a este pueblo, al que conoce profundamente y por el que siente un gran afecto.

Durante su primer discurso como santo padre, manifestó en un español muy fluido:

“Se me permiten también una palabra, un saludo a todos aquellos y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”

Desde que se hizo público el anuncio, millones de personas en todo el mundo han buscado en Google y en redes sociales dónde queda Chiclayo, curiosos por conocer la tierra que ha marcado la vida espiritual del nuevo Papa. Chiclayo, conocida como “La Capital de la Amistad”, ha sido puesta hoy en los ojos del mundo en un día histórico que, sin duda, quedará grabado en la memoria colectiva de los peruanos.

Sin embargo, este acontecimiento es mucho más que una noticia emocionante; es también una oportunidad para reflexionar sobre lo que estamos haciendo por nuestra ciudad y por nuestra diócesis. El Papa León XIV no es ajeno a nuestras alegrías y dificultades. Conoce de primera mano la realidad chiclayana: sus necesidades, sus desafíos, pero también su fe inquebrantable, su generosidad y su espíritu comunitario. Que Chiclayo esté hoy en la mirada internacional nos llena de alegría, pero también nos plantea un desafío: ¿cómo estamos contribuyendo a construir una ciudad y una diócesis más justas, solidarias y fraternas?

El nombramiento del Papa Prevost nos interpela a todos: autoridades, líderes sociales, sacerdotes, religiosas, empresarios, estudiantes, familias. Cada uno, desde su lugar, puede preguntarse qué está haciendo por Chiclayo. ¿Cómo estamos cuidando a los más pobres? ¿Cómo estamos apoyando a los jóvenes para que tengan oportunidades? ¿Cómo estamos fortaleciendo nuestras comunidades y parroquias? Este es el momento de despertar, de salir de la indiferencia y renovar nuestro compromiso por el bien común.

La tradición agustiniana a la que pertenece el Papa León XIV nos recuerda que la fe no es solo un sentimiento privado, sino una fuerza transformadora que nos impulsa a actuar en favor de los demás. Como católicos, y como ciudadanos, tenemos la misión de trabajar por una sociedad más humana, donde nadie quede excluido. Chiclayo tiene hoy una oportunidad única de convertirse en ejemplo, no solo de fervor religioso, sino también de compromiso social.

Este día histórico nos recuerda que no estamos solos. Tenemos un Papa que lleva a Chiclayo en su corazón, que conoce nuestras calles, nuestras parroquias, nuestros barrios, y que seguramente no dejará de tener presente a esta tierra en sus oraciones y decisiones. Pero ahora nos corresponde a nosotros, los chiclayanos a estar a la altura. Debemos cuidar nuestra ciudad, fortalecer nuestra diócesis, acompañar a quienes más lo necesitan y construir, entre todos, un Chiclayo más solidario y fraterno.

Hoy, Chiclayo ha sido puesta en el mapa del mundo gracias a un hombre que ama profundamente esta tierra. Que esta alegría no se quede solo en la emoción del momento, sino que nos impulse a renovar nuestro compromiso para construir un futuro mejor. Chiclayo está llamada a brillar, no solo por su historia o por su fe, sino por su capacidad de trabajar unida por el bien de todos.

La declaración de Dina Boluarte: “El mal no prevalecerá, construyamos puentes del diálogo para alcanzar la paz” refleja una estrategia comunicativa calculada en un momento político complejo para Perú. Al enmarcar la situación en términos morales absolutos, Boluarte intenta posicionarse como defensora de valores positivos frente a fuerzas antagonistas indefinidas. Su llamado al diálogo busca proyectar una imagen conciliadora, aunque contrasta con las tensiones políticas que han caracterizado su mandato.

El pueblo católico vuelve a mirar al Perú con ojos de amor y alberga también la esperanza de que las 50 muertes ocurridas durante el gobierno de Dina Boluarte, en 2023, no queden impunes. Felizmente su gobierno va llegando a su final. El Papa prevalecerá. ¡Dios nos tenga en su gloria!

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