Cheatin’, de Bill Plympton (2013)*

¿Cómo serías si estuvieras dibujado? Tus brazos se alargan, tu sombra también, no necesitas hablar, para qué, solo emitir soniditos, con eso bastará. Se te entenderá mejor y quedará más gracioso. Tu cara parecerá un puño. Tu cuerpo lucirá deforme de manera como si te hubieran recontra apachurrado en ciertas partes y abultado en otras, como si fueses de plastilina; no importa, al contrario: así parecerás más fiel a tus emociones básicas  extremas y contorsionistas.

Y el entorno, ¿cómo sería? Podría cambiar a cada instante, porque la realidad es lo que sientes y lo que imaginas. Un momento sabio para reír: cuando ella se abre el pecho y ves puertas y llaves y candados, un payaso de juguete saliendo de una caja y algunas cosas más hasta llegar al pequeño corazón rojo que le entrega a Cupido para que lo fleche de una vez. Y hay veinte momentos más que son recordables y que recordaré. Porque los viví aunque no sea dibujito (aún) y Plympton me los recuerda.

Plympton es un niño grande; pienso (aún impresionado por su película) en sus destellos de genialidad; esta película de animación es como algo dibujado por el niño que somos todos cuando no nos hacemos los importantes. Bill Plympton es único. Hechiza, fascina, divierte, conmueve y hace reír. Ahora pienso que si tengo alma ésta se vería como un dibujo animado con un cuerpo y una cara algo distintas a las que veo en el espejo. Mejor. Porque las exageradas figuritas humanas de Bill dicen la verdad de lo que somos.

*Película vista en el auditorio de Fundación Telefónica el jueves 22 de setiembre.

https://www.youtube.com/watch?v=ZnJwabVS3c4