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CÉSAR MORO, UNA TORTUGA ENTRE FUEGO Y AZUFRE

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César Moro es un amigo de la universidad, un padre fallecido en tierras ajenas, un eructo después de un espantoso bocado, una noche de alcohol, drogas y sexo. Es erotismo y rebeldía pura. Nace de mi falo y de mi testículo izquierdo, nace surrealista y hermafrodita, divino y demoníaco (Abraxas). Es que criarse en una ciudad horrible, es cosa de locos y de locas, quizás por ello mató a Alfredo Quìspez Asìn y engendró a una tortuga mítica.

Hacia 1925, las ideas sobre la vida, el arte y el amor eran cuantiosamente fáciles, improvisadas, bucólicas-líricas y apresuradas; continúan siendo el triste patrimonio de la mayoría gris y espesa de los intelectuales del Perú. Siempre criticó la sociedad enferma y opresora de su época, buscando una liberación total, tanto en las ideas, como en la vida misma.

¿Pero quién fue César Moro? ¿Cómo situar a un verdadero poeta, a una obra original y valiosa, junto a tanta basura, cómo integrarlo dentro de una tradición de embusteros y plagio, cómo rodearlo de poetas payasos? Se preguntó alguna vez Vargas Llosa. Es que la vida de César Moro fue un devenir de transgresiones y rompimientos, y quizás en ello radica la indiferencia que se tiene hacia él. Entre las principales transgresiones que realizó ante la sociedad tenemos las siguientes: su homosexualidad (condición que le reconcilió consigo mismo y que le hizo vivir una relación amorosa marcada por la pasión y el dolor), adoptar el francés como lengua poética, y cambiar su nombre de pila, Alfredo Quispez Asín, por César Moro. Este hecho simboliza la figura de Moro como un creador de sí mismo, cambiándose de nombre, vuelve a nacer y hace de su vida una gran obra subversiva.

Resulta increíble y patético pensar que en 1940 su libro que llevaba por título “La tortuga ecuestre”, el único que escribió en castellano, no llegó a publicarse porque no hubo suficientes subscriptores para financiar el tiraje (cincuenta personas). Un hecho que va de acorde a un poeta que caminó entre la marginación y el exilio. Fue en 1957, un año después de su muerte, cuando André Coyné logra publicarlo junto a unas Cartas-Poemas. Ambos libros destacan por el erotismo y por la pasión que se percibe en cada verso, y como un testimonio de amor y de dolor hacia Antonio, su pareja mexicana. Rafael Vargas menciona lo siguiente: “Antonio es el destinatario de los extraordinarios poemas amorosos de La Tortuga Ecuestre”. Hay que tener en cuenta que Moro empezó a escribir el libro en San Luis de Potosí, en donde Antonio había sido destacado, y terminó de escribirlo en la ciudad de México.

Yolanda Westhpalen divide la vida artística de César Moro en tres etapas: Vanguardista, Surrealista militante y surrealista independiente, que es vista como una proyección espiritual. El surrealismo no concebía una poética que no pretendiera encarnar. Propone que vida y sueño conviven indisolublemente como delirio y revelación. César Moro es de los surrealistas que llevaron esta propuesta hasta el extremo de su propio sacrificio, rechazando la despersonalización lírica y el abandono a la confesión. Su poesía fue la confesión de su propia vida.

El erotismo que se desarrolla en la poesía de Moro nace de su experiencia homosexual, y se adecua a lo que George Bataille propone como el erotismo transgresor.

George Bataille, escritor, antropólogo y filósofo que perteneció al grupo surrealista elabora un estudio importante acerca del Erotismo, desarrollando conceptos, objetivos, tipos de erotismo, etc. El erotismo es esencialmente el campo de la violencia y de la violación. Ese campo conlleva al hombre a transgredir las normas imperantes de su sociedad. El objetivo principal del erotismo es “alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el punto de desfallecimiento”. Finalidad que concuerda con la personalidad de César Moro porque el Eros que contiene su poesía es una vía de conocimiento espiritual y de realización.

El erotismo se opone a la reproducción, orientándose en el goce sexual que causa la unión de los cuerpos. Asimismo, Bataille propone que el tema general del Erotismo es “la prohibición de la desnudez y la transgresión de la prohibición”, hay que tener en cuenta que la homosexualidad es condenada por las normas religiosas y sociales. Se instaura un vínculo entre erotismo y transgresión.

De igual forma se debe señalar que la poesía de Moro fue vanguardista, porque la transgresión en ese contexto fue algo lógico, un quebrantamiento con las normas academicistas. La transgresión simboliza el deseo del hombre por regresar a sus orígenes. Es cierto que Moro criticó al país de su tiempo, pero también enalteció las culturas milenarias de Perú y México. “Tan lejos como puedo recordar, el Perú es un país de luz: total antes de la llegada de los españoles”. Fue transgresor porque su poesía y su creatividad desbordan los límites para construir algo innovador en nuestra tradición, tan mojigata la pobre.

El nombre de La Tortuga Ecuestre, según Américo Ferrari, se debe a que Moro vio en un parque de Lima a dos tortugas copulando. De igual manera considera que el poemario es un drama representado por tres personajes: un oficial llamado Antonio, un poeta peruano llamado César y una tortuga llamada Cretina. Ello se percibe en el verso: Antonio Cretina César que pertenece al poema “El fuego y la Poesía.

Los trece poemas que conforman el poemario de la Tortuga ecuestre son intensos y eróticos. Es una entrega pasional que no llega a apagar el fuego del deseo. Hay un erotismo inclemente que entrega un amor violento, desenfrenado, y que termina por revelarse contra el mundo para evitar que se detenga.  En el análisis de los poemas se va a tener en cuenta a los personajes mencionados por Américo Ferrari, para una mejor comprensión de la historia de amor que hay en el libro. Moro es el destinador y Antonio, el destinatario.

En el primer poema “Visiones de pianos apolillados cayendo en ruinas” hace alusión a Antonio como un guía que va a conducir la vida de César por el mar, lugar donde los amantes se encuentran, es la esencia creadora de la tierra.

Cuando acabes de estar muerto serás una brújula borracha

Un cabestro sobre el lecho esperando un caballero moribundo de

Las islas del pacífico que navega en una tortuga musical

Divina y cretina.

Ese caballero moribundo es César Moro. En el encuentro íntimo realizado en el mar  se desprende una música que simboliza la tortuga. Ese vínculo entre la tortuga y la música nace de la historia griega sobre Hermes.  Moro se va a identificar con la cultura griega, por el Eros estético que visto como el amor homosexual. Esa clase de Eros preside el amor entre hombres solos y auspicia la afección viril de los ciudadanos entre sí.  Ingenieros señala lo siguiente: “Los hombres, particularmente los de las clases cultas, miraron como un refinamiento amar a los hermosos adolescentes que se desarrollaron en los gimnasios”.

El poema “El olor y la mirada” es una apreciación erótica del cuerpo del amante, este es fragmentado y venerado, entrelazando vínculos con animales. Los animales son salvajes, el erotismo es salvajismo. César Moro, en todo el libro, hace que Antonio implique multitud de animales. “Las bestias son siempre más sensibles que los hombres”.

El olor fino solitario de tus axilas

Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas

De mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable

De tu mirada

Tu mirada de holoturias de ballena de pedernal de lluvia de diarios

.

El poema “Vienes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera” es uno de los más amorosos, violentos y fantasiosos. Desde los primeros versos se confiesa el amor puro y sincero que siente César hacia Antonio:

Y la noche se abren a tu paso/ Y el corazón  vuelve a asomarse/ hasta llegar a tu frente/ Y verte como la magia resplandeciente.

Luego se torna violento, no debemos olvidar que la finalidad del erotismo es alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta perder el desfallecimiento. En la poesía de César Moro el amor es un acto subversivo, nos aproxima a lo consagrado por medio de la violación de la realidad.

Entre bramidos de tigres y lágrimas

De gozo y gemir eterno y eterno

Solazarse en el aire rarificado

En que quiero aprisionarte

Y rodar por la pendiente de tu cuerpo

Hasta tus pies centellantes

Hasta tus pies de constelaciones gemelas.

Esa identificación entre el tigre y Antonio que hace Moro, lo reitera nuevamente en el poema “La leve pisada del demonio nocturno” y en sus Cartas:

Todo sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y toda sombra, así eres. Hermoso demonio de la noche, tigre implacable de testículos de estrella, gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el mundo.

Encontramos en Antonio el dualismo entre el bien y el mal, lo divino y lo demoníaco. En algunos versos César Moro lo presenta como un ser celestial cósmico y creador del universo:

Estrellas enloquecidas que buscan su origen en tu boca …

Y que tus pies transitan

Abriendo huellas indelebles

Donde puede leerse la historia del mundo

Y el porvenir del universo.

En otros versos lo presenta como un ser demoníaco y violento:

Demonio nocturno

Así te levantas para siempre

Pisoteando el mundo que te ignora

Y que amas sin saber tu nombre

Y que gime tras el olor de de tu paso.

César Moro desea poseer con delirio el cuerpo de su amado. En el paso de la actitud normal y corriente hacia el deseo hay una fascinación por la muerte. En el erotismo hay una disolución de las formas constituidas. El desear frenéticamente el cuerpo de Antonio, lo vuelve un antropófago, pero ese deseo que conduce a la muerte es una inmolación y una ofrenda ritual. Esa poesía-ofrenda, es el camino por el cual los sentidos pierden su lógica, y logran liberarse la irracionalidad y la violencia que hay en la intimidad de todo hombre. El amor es delirio y locura no racional, está lleno de erotismo, goce, lujuria:

Y al fin es mío el tiempo

Y la noche me alcanza

Y el sueño que me anula te devora

Y puedo asimilarte como un fruto maduro.

Nos damos cuenta de todo ello también cuando en sus Cartas-poemas César Moro escribe lo siguiente:

Los ojos quisieran guardar para siempre el color del incendio de tus ojos, el resplandor de tu mirada, el exacto volumen de tu cuerpo, y devorarte, y envolverte, y guardarte ajeno a todas las mitradas … Y sacrificarte a un deseo simplemente humano.

Ese deseo de posesión que tiene Moro hacia Antonio, lo lleva a la destrucción. Partiendo de un concepto freudiano, Fornari describe la “pulsión de apropiación”, como el impulso primitivo de adueñarse de objetos deseados haciendo que se conviertan en parte de uno mismo y destruyéndolos. En esa destrucción que Moro realiza hay placer, el placer nace como expresión de negación de realidad (transgredir la realidad).

En la parte IV del poema “El fuego y la poesía” se encuentra el erotismo puro y pasional. En estos versos el amor es un delirio supremo y una transgresión a las convenciones sociales del amor. Como se ha dicho anteriormente, la gnosis del erotismo necesita una experiencia prohibida y transgresora. Parece una narración detallada del encuentro sexual, mostrando a Moro y a Antonio como antropófagos:

Ahora sería fácil destrozarnos lentamente

Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente

Tu cabeza gira tus piernas me envuelven

Tus axilas brillan en la noche con todos tus pelos

Tus piernas desnudas.

Los amantes se devoran como dos bestias, dos tigres, dos guerreros antagónicos, se comen el uno al otro. La carne del amado-enemigo nutre el amante: enciende su vida. Violencia y asesinato como celebración a la vida excesiva y transgresora.

Las Cartas-Poemas, son testimonios del sufrimiento que sintió mientras duró la relación entre Moro y Antonio. Ese pequeño tiempo fueron los momentos más felices de su vida. No tuvo prejuicios de que Antonio haya tenido un hijo, al contrario, en una carta que envía a Westphalen confiesa lo mucho que quería a aquel niño.En ese estado amoroso y de delirio Moro anhela el salvajismo, la irracionalidad, la demencia, la lucha contra la razón. El erotismo que se explaya por esta obra es un objeto de contemplación corporal y poética. Aprendemos que la vida sin amor es como la muerte, como una vida oscura, como un agujero negro:

Yo puedo pronunciar tu nombre hasta perder el conocimiento, hasta olvidarme de mí mismo; hasta salir enloquecido y destrozado, lleno de sangre y ciego a perderme en las suposiciones y en las alucinaciones más torturante.

La homosexualidad de Moro es la aceptación de un estilo de vida, un camino para alcanzar una paz interna y espiritual. Se enorgullece de su condición y de transgredir las reglas sociales y religiosas. Pero en Antonio existe duda e incertidumbre respecto a su inclinación, no encontramos una aceptación profunda de la relación entre ambos. Ello hiere y trastoca a un Moro angustiado:

Y mi sueño no es sino una angustia búsqueda de ti. Sueño que te vas, que me abandonas, como si pudiera abandonarse algo que nunca se ha aceptado. Porque tú nunca me has aceptado, nunca has querido saber nada de mí. Apenas llegaste, ya no pude ver nada, salí despavorido tras de ti y así he continuado.

El erotismo es un elemento que nos ayuda a desentrañar cada verso del poemario, y nos sumerge en el mundo extraño, puro e infernal de su silencio desgarrado.  César Moro procreó poesía y vivió una relación amorosa que la iglesia y la sociedad catalogaron como pecaminosa y demoníaca. Infringe esta concepción autoritaria y hace del erotismo y del deseo un conocimiento interior y sagrado. La violencia es inherente a los animales, por ello el poemario de Moro es un pequeño bestiario. Moro posee delirio y éxtasis, su poesía erótica es un gran viaje por el cuerpo y el espíritu de su amado. A lo largo de todo el libro existe una visión cósmica del amor y de ese dios erótico que es Antonio.  En cada verso se cede ante los impulsos para sentir placer. Alcanza el éxtasis amoroso, superando el horror.

 No deja de parecerme extraño que el grupo surrealista, proclamador de la libertad de espíritu, condenara la homosexualidad (Paul Éluard, Péret y Breton). Moro, decepcionado de todo esto y por otros motivos (políticos y artísticos), se aleja del grupo francés, pero no de la verdadera esencia del Surrealismo. 

 La fugacidad de la relación con Antonio lo golpeó tan duro, que fue mermando su entereza, llegando a la desesperación. Le escribe a Westphalen: “Si supieras cómo estoy atormentado y ese nuevo tormento se añade a mi persecución. Si pudiera decirte cuánto me agobia la vida”.  César Moro es un poeta que debemos leer y valorar, ya que es un gran precursor de la poesía erótica que se gestó en las décadas de los 70’s, 80´s y 90´s.  

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