Opinión

Caught by the tides, de Jia Zhang-ke (2024)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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El tiempo nos devora. El tiempo es invencible. El tiempo, que nadie sabe lo que es y que nadie entiende cómo pasa… ¿Cómo lo conjuramos? ¿Qué recordamos? Qué hacemos con él… pues nos deshace. Qué mostramos. Y qué o cuánto queda del inmenso país del pasado (del personal… y del país que está marcando a esta época: el regreso del esplendor, algo ambiguo, de la civilización más antigua que aún sigue en pie, China). No veremos totalidades imposibles, enormes e inaveriguables, sino fragmentos furtivos. Desesperación, nostalgia, violencia o ternura… Gente como uno cantando una canción (no toda la canción, porque se olvidan de la letra). Hay una suerte de azar necesario, como diría André Breton. Así, es posible articular, entrever destellos de vida y de verdad y de significado y de misterio en un puñado de momentos. Las verdades generales están contenidas en las verdades particulares.

Buscar la Historia o casi su contrario, el instante a veces desapercibido y preñado oscuramente de iluminación, y en su nivel microscópico, para dar cuenta de la marcha lúcida o ciega de la Historia (recuerden el final); aquí los distintos formatos y paisajes musicales y sonoros aluden a las diferentes caras, escalas, capas y estratos del tiempo, tan discontinuo como incesante, el plano es no solo ilustrativo o informativo, es o tiende a ser un hecho sensorial y emocional, como muestra de adn, valorada en el sabor de su huida, un estado del cuerpo y de la mente. La obsesión por el documento es el principio de construcción, el documento emociona tanto o más que la ficción y la ficción comente sagazmente el documento… y el amor desdichado a cuyos bordes nos asomamos tanto como a otras peripecias, esto nos recuerda aquella cita de Godard: el cineasta es un observador de las mutaciones. Son los momentos significativos, los pasajes seleccionados, unidos y separados por abismos y por puentes que nos llevan a muchos lugares y sobre todo (pues el tiempo es un laberinto) no se sabe bien adónde.

En esta película varias películas de Jia están presentes, son más de 20 años de carrera, y más de 20 años de una China que asombra y produce perplejidad con su transformación (que está lejos de haber terminado). Que vemos, que tocamos, que respiramos en esta película. En esta obra maestra.

(Columna publicada en Diario UNO)

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