Libertad bajo Palabra / Percy Vilchez Salvatierra

Carta abierta a los vallejólicos del mundo

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Se ha dado mucha vuelta en redes a mis impresiones sobre Vallejo, pero no hay ninguna importancia en lo que crítican los ígnaros y los fanáticos que no entienden ni de matices ni de paradojas.

Sin embargo, han mencionado a mi amigo Ladislao Plasencki y a su excelente mural sobre el poeta trujillano (n. Stgo…) y veo, entonces, la oportunidad de hacer algunas precisiones solo por ello.

En primer lugar, todo fundamento está en mis artículos y ensayos y bien podrían revisarlos y confrontarlos si acaso les da la inteligencia y el carácter para tales efectos sin suponer o presuponer materias distintas a las que abordan cada uno de ellos.

Luego, hay una distinción fundamental entre un vallejólico y un admirador de Vallejo. Este último tiene la dignidad que sólo la comprensión crítica y el pensamiento propio puede otorgar a quien asume sus limitaciones sin excederse. En cambio, el vallejólico es el fanático que no tiene ningún entendimiento ni de la poesía ni de nada que tenga que ver con ella y, desde luego, ni un ápice de aprehensión de la obra de su adalid.

En este sentido, respeto a algunos pocos investigadores y escritores notables que aman y admiran a Vallejo, aunque desde luego, no comparto dicha exaltación por motivos muy concretos y hasta personales a los que tengo el pleno derecho no solo de sostenerlos en mis fueros internos sino de hacerlos públicos cuando se me antoje, tal cual he venido haciendo en los diferentes medios que tengo a disposición.

Por ello, no hay contrariedad alguna entre lo que sostengo sobre Vallejo y el haber accedido a tomarme una foto ante la obra de mi amigo Ladislao Plasencki, pues lo que ensalzo en dicha instantánea es la obra del muralista y no solo al objeto del mural, pero, como hay tiempo para matices, debo agregar que jamás he negado mérito alguno a casi la totalidad de Poemas Humanos y España, aparta de mi este cáliz (pese a mi desprecio por el socialismo y pese a saber que sin ese horizonte utópico jamás habría elevado su endeble temple hasta ciertos momentos épicos de ese notable libro de poesía altamente política y abiertamente ideologizada).

Además, dicha foto fue hecha a propósito por la solicitud de mi amigo y gran artista y paisano mío y punto.

Ahora, tras esta introducción muy necesaria, comparto las acídas reflexiones que escribí en el celular mientras viajaba de Trujillo a Lima de urgencia este último fin de semana pues si hay algo que disfruto es la confrontación digna y elevada según el contendor o la exhibición de puro poder ímpio cuando hay que batir a los que son cualquier cosa, pues yo no soy como otros escritores o gente de cierta posición que ignoran a los que creen inferiores sino que yo aun cuando los considero inferiores no dejo sin aplacar ninguna insolencia.

En este sentido, sépase que desprecio a los cobardes y mediocres, a los frágiles escribidores peruanos incapaces de exponer un argumento e inválidos si se trata de exponer una idea, pero, siempre bien dispuestos, eso sí, a lanzar pedruzcos, desde lejos.

Desprecio a los vallejólicos y lo he expuesto frontalmente en columnas en diarios, en sitios web y en entrevistas en diversos medios y sostengo este desprecio y jactancia en cualquier lado.

No desprecio a Vallejo (aunque si deploro su sensibilidad en gran parte, pero admito y admiro muchos de sus poemas, como he sostenido con solvencia en diferentes escritos) y todo aquel que lea con agudeza mis escritos sobre el sufrido hombre totalmente digno de compasión que fue el poeta trujillano (n. Stgo…) debe entender los matices propuestos.

Por todo esto, he visto con regocijo la frágil exaltación vallejóllica de los marginales provincianos que jamás serán abordados por nadie salvo para sacarles algo de dinero por publicarlos y hacerles creer que son escritores.

Considero que el llanto vallejólico vertido en estos días hace muy bien en honrar a su débil maestro, que fue un buen poeta, aunque, también, un indeseable desde todo punto de vista que ensalce a nuestra nación.

De hecho, este llanto despreciable del que me burlo, acredita, además, dos tesis mías acerca del mínimo (o nulo) valor de la literatura peruana (no solo la actual) y la ingente estupidez y cobardía de la mayoría de escribidores que pueblan la «escena».

En este sentido, como confrontación de las masas iletradas que fungen de literarias desde el extremo más falso de la mentira, hace poco conversé con Ricardo Milla, individuo con el mayor expertise académico de mi generación (postgraduado en Frankfurt y París -EHESS) y marxista hasta el tuétano sobre la reciente dicotomía que he propuesto en torno al problema irresuelto sobre quién es el mayor poeta peruano y quién debe ser señalado y admirado como el poeta de la nación.

En el primer punto, corresponde a Vallejo batallar contra Adán, Moro y algunos otros que no son inferiores a él de ningún modo e incluso lo superan en aspectos muy específicos como el uso de la imaginación donde Moro es incomparable y donde los poetas peruanos en general han dado muestras de la mayor sequedad durante toda la Historia y el dominio doble de extremos tales como el soneto puro y el verso libre, además, de un verbo tan moderno como arcaico en el caso de Martin Adán.

Sin embargo, estos tres poetas (junto a otros que cada uno puede agregar sino se supedita ni a la ideología ni al burdo ensalzamiento de un solo tipo debido a falencias emocionales o a sojuzgamientos pseudoacadémicos mundiales exóticos) pese a sus méritos estéticos no alcanzan a ser útiles al país respecto de la dignidad de ser poetas nacionales pues a ningún ciudadano le sirven las obras de estos individuos respecto de ensalzar su propia dignidad en tanto compatriotas.

Por eso es que se especificó, desde el primer momento, la otra punta de esta cuerda teórica que implica un registro alterno en torno a los poetas que mejor encarnan a la nación (pese a que hayan tenido elementos personales negativos, como los otros tres que mencioné e incluso aquel que desde el desarrollo de su propia obra ofrece una muestra más rotunda de lo que el Perú debería ser).

Es en este punto donde destaca Chocano y las cualidades que fueron expuestas y que la abyecta caterva vallejólica no alcanza ni se atreve a estudiar y a atacar con ideas sino con frágiles denuestos amariconados que pisoteo tan bien como pisoteo a cualquiera de ellos en teoría y en persona.

Sobre estos mismos puntos se ahondó en grandes reflexiones con la mayor claridad y amplitud junto a Armando Arteaga (que es muy superior a todos los tipejos que lanzan débiles tergiversaciones y calumnias tan frágiles como sus inexistentes talentos desde sus muros de Facebook).

Y, en este punto, me complace mencionar a Arteaga pues tiene poca paciencia y ante la insolencia de cualquiera sabe bien poner las cosas en su lugar como hizo, por ejemplo, con los vencidos y humillados de siempre que creen poder rebelarse un segundo desde una pantalla y una red social.

Como Artega pisoteó a toda esa gentuza y como es reconocido por su sapiencia remito a los videos donde conversamos con talento y perspicacia sobre estos temas aún discrepando en muchas cosas (al igual que con Milla) como debe ser entre personas pensantes y gente de bien, es decir, entre caballeros.

A todo esto y a mis decenas de artículos y ensayos sobre Vallejo (que deberían haber estudiado pues la mayoría están en Google) los vallejólicos oponen solo pañuelazos malolientes absortos en perfumería barata y la absoluta ausencia de masculinidad, la plenitud de la abyección y un enfermizo celo pseudomoralista que los lleva a «deducir» categorías imposibles.

Todos estos arrebatos se deben a que nadie sabe quién es quién en la escena literaria nacional y cada quién, desde su burbuja, pretende ser lo que solo ven ellos mismos y acaso los dos o tres alcahuetes que les siguen el juego.

Todo esto, a su vez, es lo que ha creado la falta de crítica, la falta de carácter y la falta de ideas del escritor peruano promedio más el quiebre propuesto por mi expresión cabal y rotunda respecto de los modos de expresión de tantos amariconados pseudoletrados que exponen sus fiebres dolidas y pseudomoralistas dueños de la más absoluta cobardía y falta de ideas desconociendo tantas actividades de parte de uno que ha luchado y participado en los mayores debates nacionales de la última década en ámbitos mucho más importantes que la literatura (a la que comento solo por decir lo que nadie se atreve ni siquiera a pensar dada la comodidad que sus respectivas burbujas les proporcionan).

En todo caso, mis escritos sobre política y mis participaciones en medios durante la última década atestiguan todo lo que he expresado y aún ahora tengo columnas en diarios, sitios web y en programas televisivos para exponer cuanta idea se me venga en gana con total agudeza y valentía, la dos condiciones menos frecuentes en el país sobre todo en el medio académico y ni se diga de los marginales escritores de provincia que creen que superan a Lima por el puro desprecio de los argolleros capitalinos que, sin embargo, replican idénticamente aunque con las limitaciones de sus pueblos y sus muros de Facebook.

Yo vivo entre Trujillo y Lima, y quiero que me escriban cuando cualquiera de estos insolentes lleguen a estas ciudades importantes desde sus puestos de provincia para ver si personalmente aducen siquiera una sola silaba en contra mía.

No respondo a uno por uno pues, entre los ignorantes que no guglean o los que escriben como la turba de mariposas podridas que son, hacerlo demandaría mucho tiempo y, desde luego, soy un hombre muy ocupado y desdeñoso respecto de tratar con cualquiera.

Entre estos inservibles y los escritores de provincia que creen revolver las urbes virtuales desde sus ubres ponzoñosas, la literatura peruana y la política representan la misma caldera de bajeza y estulticia que ha hundido y que seguirá hundiendo al país hasta que se le haga frente y se le destruya.

Finalmente, sobre mi foto en el mural de Vallejo sépase que estudié unos cuantos años en la UNT y todos los días pasé frente a ese mural del que solo recuerdo su perenne abandono y los tonos entre gris y azul desvaído en que se había degradado el cromatismo original

Pese a que estuve en dicha universidad, acaso en su momento más corrupto (2002) en el que hubo grandes despilfarros mafiosos, sin embargo, las “autoridades universitarias” de entonces no fueron capaces de hacer ningún mantenimiento en la notable obra pictórica de Plasencki.

Entonces, como trujillano y como amigo de Plasencki compartí la foto para celebrar el mérito de la obra pictórica de un artista que, pese a sus méritos y premios, no ha recibido la atención debida y por eso es que lo he tenido en mi programa y hemos debatido sobre las condiciones estéticas e intelectuales de su obra junto a otros poetas contemporáneos y no como la bola de resentidos e impresentables que ni siquiera los más lobbystas entre los invitados de Libertad Bajo Palabra mencionaron en ningún momento y vean la nómina de gente (de todo tipo y calidad) a la que le di un espacio, pues siempre he buscado el ensalzamiento del talento y prueba de ello son las decenas de autores no limeños que han promocionado sus propuestas en el medio cuya videoteca consta en Youtube y Facebook.

En todo caso, esta foto fue compartida primero por Plasencki así que no hay ningún problema si agregamos que el hecho de acompañar a un amigo no hace que se deje de criticar lo que corresponde como hice en una respuesta a Diego Lino en dicha foto aunque claro está que en ello no reparan los miserables pseudoinquisidores de la zona más marginal de la literatura peruana.

(*Es un gran mural aunque con elementos controvertidos aunque comprensibles dada la institución en sí y el marxismo abiertamente pensante de Plasencki.

Por ejemplo, en el mural que está en desarrollo sale en primer plano Mariátegui y Haya de la Torre sale en un costado en una imagen mucho menor cuando por lo menos deberían estar en una proporción similar (e incluso en una posición mucho mayor, el aprista, dado que es el mayor pensador político de Trujillo hasta la fecha).

Aparece, también, Bolívar que fue un enemigo del Perú, pero esa universidad, precisamente, acrítica y desprovista de pensadores, se hace llamar «bolivariana» porque fue fundada por el tipo ese, así que ni modo.

Aparece gente de bien, también…

El trabajo es impresionante sobre todo en el mural dedicado a Vallejo que no será el mayor poeta peruano, pero que sí es uno de los más grandes y, sin duda, el máximo poeta de Trujillo en su generación y acaso hasta la fecha.

La imaginación de Plasencki se da maña para exponer de un modo épico y visionario varios elementos de la poesía de Vallejo que no siempre es doliente y minuválida sino amplia, fraterna y generosa (claro que eso no es lo principal o lo cotidiano, pero existe y los que lo admiran a fondo pueden hacerlo notar con solvencia como ha hecho Plasencki) y eso es un mérito incuestionable. No alcanza ni es útil que sea el poeta nacional dentro de los parámetros de exaltación correspondiente a un pueblo vigoroso y adepto de la belleza y la gloria, pero no está mal como lo que fue, un poeta importante y trascendental, sobre todo, desde la perspectiva de Trujillo donde sufrió, creó y dejó una estela en cada parte”.)

Sin embargo, sucede que la canalla ignorante y abyecta no solo no conoce, sino que no investiga y como solo debe preguntar entre los márgenes que habita no sabe que a uno lo ha halagado gente mucho más importante que los que nunca prestarán atención alguna a sus vidas o a sus «propuestas» deficientes en todo momento y desde todo punto de vista. Supongo que haciendo preguntas entre la banda de tipejos marginales que les responden el teléfono realmente pueden acabar rajando hasta del mismo Vargas Llosa.

Todo ello, no debe sorprendernos pues denuestan incluso a Chocano que tuvo en vida mucho más de lo que siquiera pueden soñar para sí mismos y que pese a los enredos de los débiles ha de prevalecer sí o sí cuando este país vuelva a ser una entidad poderosa.

P.S.

A cualquiera que escriba contra mis textos le responderé como he hecho siempre. Lo interesante es que en medio de este grupete de débiles nadie ha escrito nada contra los textos en sí. Solo Yohei Moriya quiso contestar desde su muro el texto que publiqué en Diario Uno sobre Vallejo y los reales poetas universales y en su esbozo de réplica quiso exponer el mérito fonético de Trilce y lo confronté, aunque como no había publicado su texto en ningún medio no lo mencioné, pero ahora lo menciono pues por lo menos se atrevió a intentar exponer una idea no como la turba miserable que no tiene ni una sola, aun sumando los esfuerzos mentales de todos ellos.

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