Por Rodolfo Ybarra
Carlos Germán Belli (CGB) fue uno de los pilares de la generación del cincuenta, al lado de Blanca Varela, Francisco Bendezú, Wáshington Delgado y Jorge Eduardo Eielson. Sus primeros poemas están marcados por su empleo burocrático en el congreso de la República y su entorno familiar, su madre farmacéutica y lectora de poesía, su hermano (revisar “Variaciones para mi hermano Alfonso”) por quien tuvo que ver hasta el final de su partida al modo de Kenzaburo Oé y su vástago; y también la repentina partida de su hija en un accidente de tránsito. Son hechos que marcaron con hierro candente su estro poético generalmente protegido por su timidez y carácter introspectivo.
Vargas Llosa dijo que CGB escribe una poesía “sin antecedentes ni discípulos” y leyó públicamente el poema “Y apenas de conozco”. Y es cierto, su poesía no se parece a nada. Ana María Gazzolo apuntó que CGB empezó a escribir poesía leyendo rigurosamente a los clásicos, pero después se desprendió de forma singularísima acercando la tradición a la modernidad e incluso adelantándose, caso el poemario ¡Oh Hada Cibernética! publicado en 1960: “Oh-Hada-Cibernética/cuándo-harás-que-los-huesos-de-mis-manos/se-muevan-alegremente/para-escribir-al-fin-lo-que-yo-desee/a-la-hora-que-me-venga-en-gana/y-los-encajes-de-mis-órganos-secretos/tengan-facciones-sosegadas/en-las-últimas-horas-del-día/mientras-la-sangre-circule/como-un-bálsamo-a-lo-largo-de-mi-cuerpo”.
Hay dos etapas muy marcadas en la poesía de Belli. Ricardo González Vigil dixit. Primero, la de los libros iniciales o iniciáticos que se encuentran en su obra reunida El pie sobre el cuello (1967), en la que se expresan las problemáticas del hombre común, el oficinista o el padre de familia. Y segundo, la que incluye los libros Más que una señora humana (1986) o En el restante tiempo terrenal (1988) con una visión más erotizada y de carácter optimista en el que Tánatos ha sido abolido o suspendido en el tiempo: «La fe siempre me ha acompañado y por eso brota espontánea» –
En una entrevista CGB nos dice: “He vivido con los pies en la tierra y con el pensamiento en el más allá”, al modo de un centauro hacedor, pero con sueños iluminados: “ya descuajaringándome, ya hipando/ hasta las cachas de cansado ya”. En 2007 fue nominado para el Premio Nobel de la Literatura por la Academia Peruana de la Lengua y la Asociación Internacional de Peruanistas. Descanse en paz, querido maestro, que la Tierra le sea leve: “Algún día el amor yo al fin alcanzaré,/tal como es entre mis mayores muertos:/no dentro de los ojos, sino fuera,/invisible, más perenne,/si de fuego no, de aire”.
(Columna publicada en Diario UNO)