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Campo Abierto: Mujeres valientes trabajando por la cultura

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Mientras se escriben estas palabras, en la quinta cuadra de la calle Recavarren, en el distrito de Miraflores, a unos cuantos pasos del Teatro Británico y del Teatro de Lucía, una pequeña compañía teatral formada por un grupo de mujeres empeñosas está ensayando un nuevo montaje titulado “Historias… con cierta histeria”, adaptada y dirigida por Luis Valenzuela. Producción teatral basada en una serie de obras cortas escritas por distintos autores como Tape, de José Rivera, y Mujeres Jubilosas, de Luis Visentín, y actuada exclusivamente por las socias de la Asociación Cultural Campo Abierto, institución sin fines de lucro que busca, desde su fundación en 1954, promover la cultura.

Campo Abierto nació fruto del entusiasmo y la iniciativa de un grupo de amigas que se reunían habitualmente en la casa de Reneé Gonzales Barúa, que luego se convertiría en la primera presidenta de la asociación, deseosas de estimular en la juventud femenina de la época el interés por los valores culturales.

Para ese entonces, en Lima, eran escasos los centros de extensión cultural y muchos menos los orientados al público femenino. “Las mujeres en esa época casi no iban a la universidad, las que iban hasta eran un poco mal vistas. Decían que seguro iban para buscar pareja”, menciona Zulema Fernández Dávila de Drinot, ex presidenta de la asociación. La propuesta fue buscar un espacio donde la mujer pueda aprender aquello que más le gustara y desde ahí desarrollarse. Campo Abierto mantiene el espíritu del contacto humano, un espacio de reunión, de intercambio de ideas y de desarrollo personal a través del apoyo grupal.

En 1970 la asociación se muda de forma definitiva a un típico rancho miraflorino de antaño, ubicado en la calle Recavarren, número 560, siendo ésta su sede hasta el día de hoy. Con un local propio se pudieron llevar a cabo diversas actividades como conversatorios, en los que invitaron a renombrados nombres de la cultura peruana como Armando Robles Godoy, María Rostworowsky, Fernando de Szyslo, Blanca Varela, además de economistas, filósofos, psicólogos y científicos.

No se podría dejar de mencionar El Club del Libro, que ha sido hasta hoy un pilar importante de la asociación cultural, llevándose a cabo los segundos lunes de cada mes, de manera ininterrumpida, desde hace más de dos décadas, impulsando, de esa forma, la lectura y el análisis literaria entre las socias. Entre lo más destacado que se ha leído, comentado y discutido en grupo se encuentran Pastoral Americana, de Philip Roth y Beloved, de Toni Morrison.

Como promotoras de cultura, las socias de Campo Abierto ceden los espacios del rancho en Recavarren a pequeñas y emergentes compañías teatrales y de baile. Así mismo, alberga un nutrido programa de talleres de teatro, oratoria y canto, para niños y adultos, además de ballet y yoga. “Campo Abierto le da cultura a la sociedad. Lo que en el Perú nos hace más falta es cultura, valores, todo eso se está acabando”, dice Paquita Montero de Arias Schreiber, otra ex presidenta de la asociación cultural, preocupada por la situación actual de la sociedad peruana. Recientemente, el Ministerio de Cultura declaró a Campo Abierto “Monumento Integral del Patrimonio Cultural de la Nación”, marcando un hito importante en su historia.

Lo más sobresaliente de las diversas actividades que realizan las socias de Campo Abierto son las obras teatrales que, religiosamente, desde el año 2000, montan anualmente. Fruto de los talleres de teatro que imparte el director teatral Luis Valenzuela Cuadros, las señoras, hoy de entre sesenta y ochenta años, han podido poner en escena obras que van desde comedias ligeras como El Vampiro de la Calle Claudio Coello, de Juan Ignacio Luca de Tena, hasta propuestas más serias como Efímero, de Mariana de Althaus. Incluso usando textos de Chejov, como La Audición, en los talleres que llevan a lo largo del año, que sirven como preparación para “Historias… con cierta histeria” que se presentará del 06 al 09 y del 12 al 16 de Noviembre.

Por eso, ya saben que solo un poco más allá del Teatro Británico y del Teatro de Lucía, a una sola cuadra, podrán encontrar a un grupo de señoras valientes que, sin ser actrices consagradas, intentan demostrar que quienes se toman en serio su arte y deciden crecer, manteniéndose vivos culturalmente y apoyándose unos a otros, pueden alcanzar grandes logros.

 

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